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Adrián Perea presenta ‘Ahora que nos dejan hablar’

«Esta obra está hecha, sobre todo, para la gente joven que necesite que sus ideas se expongan en un escenario»

 

Con tan sólo 17 años el autor Adrián Perea, se matriculó en la RESAD en la especialidad de Dirección Escénica y Dramatúrgica. El año pasado finalizó el Máster de Guión de Cine y Televisión en la Universidad Carlos III de Madrid. Y ahora, con 24,  se dispone a rodar Ahora que nos dejan hablar, una adaptación libre de El coloquio de los perros de Miguel de Cervantes, por el Festival Sala Joven del Teatro Galileo – del 8 al 11 julio-; por Nave 73 en el Festival ClasicOFF – del 13 al 14 julio -; y por la 44ª edición del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro dentro de la X Edición Almagro Off – El 14 de julio en formato online-.

La adaptación nace de la necesidad de hacerse escuchar frente a una sociedad que no ha tenido en cuenta a los jóvenes. Sin duda, una gran oportunidad para acercarse a escuchar una nueva voz en la escena que tiene muchas cosas que contar.

 

Los jóvenes creadores toman la escena

 

 

Por Ka Penichet

Foto de portada: Esther Esteban Requena

 

¿Cómo llegaste a las Artes Escénicas?

Todo empezó cuando quise ver al grupo de teatro amateur de mi colegio que, a finales de junio, montaban una función con los alumnos.  Un año quise ver El libro de la selva y se agotaron las entradas. Me pillé un berrinche bastante grande y mi madre me prometió que la del siguiente año no nos la perderíamos. Entonces, me apunté y empecé a hacer teatro con 11 años, aproximadamente, y cuando me tuve que plantear escoger una carrera, primero pensé en hacer interpretación, pero luego pensé que me molaba más hacer lo que yo quisiera, entonces descubrí que existía lo de Dramaturgia. Yo no tenía absolutamente ni idea y ahí me metí con 17 años.

 

 

Cuando le contaste a tus padres, hace 7 años, que querías estudiar Dramaturgia en la RESAD, ¿te pusieron alguna pega?

No me pusieron ninguna pega, pero me consta que amigos míos primero tuvieron que estudiar una carrera antes de comenzar una carrera artística. A mi me miraron con cara de no saber lo que quería estudiar, pero me apoyaron. He tenido muchísima suerte y muchísima libertad. En mi caso, quizás los problemas vinieron, aunque no hubo muchos, en la esfera de la RESAD. Dramaturgia es una carrera que normalmente se asocia a gente de más edad y aunque yo no era el primero que había entrado ahí con 17 años, por lo menos en mi año, no era lo habitual. Es verdad que algún profesor o algún compañero te pregunta instintivamente qué hacía ahí.

 

¿Cuáles son los temas que te interesan a ti?

Principalmente, la comedia. La pieza que nos ocupa no lo es porque es una adaptación de una novela de Cervantes que, aunque es muy libre, tira más hacia un tipo de teatro más documental pero, generalmente, la comedia enfocada a los temas que me preocupan. Mi trabajo final de carrera se llamaba Los no me olvides y hablaba del mito del amor romántico, porque crecemos con ello y nos lo venden como que tienes que encontrar una pareja. También me he dado cuenta de que mis obras, muchas veces, están ligadas con la televisión, he sido un niño que de pequeño siempre se ha entretenido muchísimo viendo la televisión y las últimas obras que he escrito siempre tienen un formato televisivo.

 

Y de hecho,  además estudiaste un Máster de Guión de Cine , ¿qué te atrae más: el cine, el teatro o la televisión?

Un poco donde me dejen (risas).

 

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Escena de ‘Ahora que nos dejan hablar’

 

Pero si yo te digo que vas a tener estabilidad en cualquiera de los tres, con un sueldo fijo todos los meses, ¿dónde te gustaría estar?

Creo que sería teatro. Lo bueno que tiene es que el teatro es literatura dramática. No sólo estás escribiendo un texto que se vaya a representar es que igual, si eso no se monta, se puede leer como literatura. Sin embargo, un guión es tedioso. Además, es que te obligan a hacerlo como un manual de lavadoras.

 

No suele ser habitual salir de la RESAD y estar tan programado…

Ha sido más con esta pieza que hemos tenido suerte de que nos hayan programado en los festivales de teatro clásico y en la Sala Joven del Teatro Galileo. Estamos muy contentos.

 

Bueno pero no hablo solo por esta coincidencia que comentas ahora. Desde que saliste de la RESAD te han estado programando otras piezas en Nave 73, en la Nueve Norte…

Fundamentalmente es producto del trabajo. La primera obra de teatro que estrené fuera de la RESAD, estaba en tercero y a la vez que estudiaba, estaba ensayando para estrenar en la Nueve Norte. Yo entré en la RESAD con 17 años y mis compañeros de promoción ya tenían trabajos estrenados y con un currículum, eso me obligó a luchar un poco sobre eso.  Gracias a esa lucha de querer ponerme al nivel de currículum de mis compañeros, he ido cogiendo carrerilla.

 

Dentro de tu titulación en la RESAD, te especializaste en Dramaturgia, ¿qué te hizo inclinarte por ahí?

Me costó más aprender a dirigir porque la dramaturgia la trabajas tú solo, con tus ritmos, con tus piezas, con tus movidas, en cambio, en dirección tienes que aprender a que no todo va a estar para hoy porque no lo llevas tú, tienes que confiar… Eso me costó más aprenderlo. Y, además, dirigir es solucionar problemas todo el rato y te tiene que gustar muchísimo.

 

¿Cómo has enfocado la adaptación del texto de Miguel de Cervantes?

Nos hemos enfocado en llevar la historia de los perros hacia los jóvenes. En la novela de Cervantes los perros pueden hablar por la noche y se escuchan entre ellos. Aquí lo que hemos hecho es que el público escuche a los jóvenes.  Los jóvenes sentimos que se nos escucha poco y esta también ha sido una oportunidad para hablar de lo que nos ocurre a nosotros desde una esfera tanto profesional como personal. Los problemas de comunicación suelen ser esos. El principal es el prejuzgar y el ponerte a veces por encima de a quien estás escuchando.

 

Qué destacarías de las personas que forman parte del equipo artístico y técnico de esta pieza…

Lo mejor que tiene Álvaro Nogales, director de la pieza,  es que es una persona que te transmite seguridad. Por dentro, puede estar pensando que algo no va a salir, pero está con una calma y, para mi, en un director es fundamental.

De las actrices, Andrea M. Santos y Olaya López, las veo muy ilusionadas con el proyecto, con el texto y remando a favor de la confianza que han depositado en Álvaro y en mi.

Andrea Torrecilla (vestuarista), siempre trabaja desde unas ideas muy guais y, encima, trabaja en una tienda de ropa. No solo trabaja con material, sino que todo el día está viendo mucha gente distinta. El vestuario se basa en el tono de piel que tiene cada una de ellas como si fuera la piel del perro.

Víctor Longás, el técnico de luces, es un torbellino, está como en 50 sitios a la vez… es maravilloso.

 

 

Hay una intención de reivindicar la falta de escucha a los jóvenes pero si vamos un poco más allá, ¿entre vosotros os escucháis?

Pues depende. Hay veces que siento que no estamos remando en una misma dirección  y que impera el individualismo. Creo que sí nos escuchamos, pero sobre todo, cuando sentimos que el resto no lo está haciendo.  Esta obra la puede ver cualquiera, pero está hecha sobre todo para gente joven que necesite que sus ideas se expongan en un escenario.

 

En contraposición a los perros de Cervantes que son dos perros vividos, te plantearías adaptar el texto de nuevo cuando te llegue la madurez…una conversación entre dos personas adultas

No me lo había planteado, pero sí que podría ser interesante. Esto ha venido un poco por Álvaro Nogales, el director, no es un texto que escogiera yo. Al final, también lo haces muy tuyo porque el propio proceso de adaptación viene dado por lo que hemos escrito. Nosotros escribimos la obra en 11 días porque cuando mandamos la información del proyecto a Almagro, nos dieron el ok y nos pidieron el texto inmediatamente. Esos 11 días aprovechamos también para contar lo que nos estaba sucediendo justo en ese momento.

 

¿De qué crees que hablarían esos personajes en una edad madura?

Pues me gustaría ver qué sucede con  las cosas que sueñan en este momento.  Ver qué han logrado y qué no. Y poner sobre la mesa si, sus preocupaciones de ahora, coinciden con las del futuro.

 

¿Cómo se hace uno hueco para que hoy en día te escuchen entre tanto ruido?

Me vienen varias cosas a la cabeza. Por un lado, pienso que si no te quieren escuchar, no lo van a hacer por mucho que te lo curres, pero si dices algo elocuente quizás sí. No lo sé, me encantaría saberlo para poder decir algo.

 

¿Eres una persona de callarte?

Tengo mucho peligro. Suelo decir lo que pienso a no ser que el silencio me beneficie.

 

Para mí te hiciste escuchar y captaste mi atención al manifestar en Twitter tu descontento cuando el Teatro Español declaró desierto el I Certamen Internacional de Comedia…

Es que a veces pienso que si yo no digo algo por miedo, como hace gran parte de la profesión… Yo no le debo nada a nadie y parece que los que venimos detrás tenemos que hacer lo mismo, ver las cosas y callarnos porque igual no te programan. Cuando pasó lo del Teatro Español, la decepción no me vino por no ganar, sino porque al no ver que nadie ganara no me dieron oportunidad de tener otros referentes. Yo si tengo algo claro y tengo un ordenador delante para meditarlo y escribirlo, ahí no me callo nada.

 

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«Ahora que nos dejan hablar» está inspirada en «El coloquio de los perros» de Cervantes.

Eres de los que hablan o de los que contestan…

Depende del día (risas)

 

Y de con quién tengas que hablar…

No soy tan de hablar, soy más de dejarte hablar a ti y si tengo algo que apostillar, te lo digo.

 

Entonces eres de los que escuchan…

Sí, y de contestar también (risas).

 

¿Qué problemas le ocupan a la gente de tu generación?

El futuro que engloba el trabajo, el cambio climático, las relaciones sociales y todo lo que viene. Dentro de eso, probablemente el trabajo es quizás lo que más nos preocupa. No tener un trabajo precario, tener un trabajo que nos guste. Eso ahora es una putada porque mi generación viene con un discurso de “Sé lo que quieras ser” y si no lo eres es una putada también. La sociedad te ha dicho que puedes estudiar lo que te dé la gana y si no los has hecho, eso gira en base a tu felicidad. Y sí, puedes estudiar lo que quieras pero, si eso no te da dinero… Yo creo que el principal problema es el trabajo y el manejo de todas las incógnitas que nos vienen y que no son pequeñas. El cambio climático es una cosa alucinante que no sé muy bien cómo vamos a afrontar.

 

Qué esperas que te depare la vida…

Seguiremos creando, no sabemos hacer otra cosa. Peleando para que nos hagan un hueco.

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