Foto portada: ‘Ejercicios de amor’

 

Los Teatros del Canal ponen un foco este mes sobre una de las compañías valencianas más interesantes de los últimos tiempos, cuyos trabajos siempre dejan un poso imborrable. Están celebrando sus 20 años de andadura y gracias a este mini ciclo de El Pont Flotant, volveremos a ver, quizás ya por última vez en Madrid, Ejercicios de amor, una pieza de 2009 que celebra el amor y la amistad. En una ficción que no quiere desprenderse totalmente de lo real, los cuatro miembros de la compañía hablan de las relaciones a partir de sus propias relaciones, encarnando unos personajes que se llaman como ellos. Ejercicios de amor es un ‘carpe diem’ teatral pleno de un hedonismo tan natural y orgánico que traspasa el muro entre realidad y ficción a las primeras de cambio, instalándose (como ellos mismos se instalan) entre el público. Y como las relaciones no son criaturas estables, su reflejo en esta pieza está hecho también de sacudidas y vuelcos, de tanta felicidad como tensión.

En segundo lugar, y solo con una función, tenemos la peculiar y personal mirada sobre la educación y sobre cómo nos miramos en el pasado en nuestros padres y en el futuro en nuestros hijos. “¿Qué hijo quería tener mi padre? ¿Qué hijo querría tener yo? ¿Qué abuelo querría que fuera yo para su hijo? ¿Qué padre hubiera querido tener mi hijo?”. Estas son las preguntas que, en El hijo que quiero tener, abren una propuesta en la que Álex Cantó, Joan Collado, Jesús Muñoz y Pau Pons nos ofrecen una experiencia inolvidable, una obra comunitaria, social y lúdica a un tiempo.

También con la educación tiene que ver Las siete diferencias, su primera obra para público familiar, que aborda el tema de las migraciones y de la diversidad en nuestras sociedades, desde un prisma también lúdico y didáctico. Es una obra que nos enseña que la diferencia no ha de ser un impedimento para acercarnos al otro, al que habla otra lengua, al que tiene otro color de piel, al que come otro tipo de cosas y usa otro tipo de ropas.