Acoyani Guzmán, la creadora y dramaturga de la compañía de Teatro para bebés Bambola Teatro, está trabajando en el terreno de la poesía escénica. El pasado 5 de febrero hizo una presentación por Zoom de su poemario Animalario, poemas de producción propia, teatralizados.

Os dejamos una preciosa crónica sobre esta presentación que fusionaba arte escénico y versos y que tuvo que ser online por las nuevas circunstancias. Sigan la pista a Acoyani Guzmán en su nueva aventura.

 

Acoyani Guzmán se adentra en la poesía escénica

 

Por Carolina Viñarás

 

Las palabras se vuelven magia en los versos de Acoyani Guzmán, dramaturga, actriz y poeta, creadora de la compañía de teatro para bebés Bambola Teatro y de los talleres, Fe de Erratas, Poesía Escénica y Poesía Femenina Latinoamericana. El pasado día 5 de febrero de 2021 presentó una muestra de sus poemas, como parte de su último poemario recién publicado, Animalario. Y es que, Acoyani es escritora de sueños, escritora de sucesos, escritora de estados, escritora de emociones… que primeramente imprime en el papel y luego hace estallar acaparando el espacio, acallando los silencios; recordando las palabras de Federico García Lorca y esa íntima unión de poesía y teatro: “El teatro es poesía que sale del libro y se hace humana. Y al hacerse, habla, grita, llora y se desespera. El teatro necesita que los personajes que aparezcan en la escena lleven un traje de poesía al mismo tiempo que se les vean los huesos, la sangre”.

Y eso sucede con la poesía de Acoyani, prosa poética, versos arrojados que te sacuden. Combatiente nata en los campeonatos de PoetrySlam, campeona en el primer Mostóleslam de 2019, próximamente participará a nivel nacional. Siguiendo la estela de estos asaltos de versos combativos donde la palabra es el arma, Acoyani nos mostró en el evento convocado a través de ZOOM todo su potencial alegórico con una cuidada puesta en escena donde los efectos sonoros, lumínicos y la indumentaria corrían parejos de sus versos. Su elocución, digna de un rapsoda clásico, se sustentaba en un esmerado estilo y dicción. La sensibilidad de su vestuario y estilismo moraba en unos escogidos símbolos como oda a la cultura mexicana, un largo pendiente de plumas rosas, vestigio tribal, un collar artesano de la etnia huichol y su pelo trenzado. Seleccionó diez poemas, huellas indelebles de nuestros fluctuantes estados animales: el ser humano y su relación con el entorno, con otros seres humanos, consigo mismo, con la historia heredada, con la creación… Notas musicales prehispánicas arroparon este recital teatralizado. Una luz tenue creó un espacio sereno salpicado, tan solo, de pequeños destellos de colores que girando daban vida a las estrofas.

Su primer poema, MÉXICO, es un canto abisal a una de sus tres patrias, porque Acoyani es mexicana, chilena y española, un recorrido por su historia, por su gente, por su naturaleza y por su gastronomía: “Diré de México que me revienta el pecho / Que acudo a respirar sus tardes / Donde indios cosechaban el maíz / E intercambiaban frijoles por arroz”.

DE SAPOS Y HOMBRES, un himno feminista donde subvierte al protagonista de los cuentos para niñas y el orden natural muda para sanar. La mujer empoderada desea que los príncipes recobren su estado anfibio. El poema finaliza con “Y habrá creado la mujer al ombre a su imagen / Y no se llamará hombre, / se llamará ombre, / a imagen de la mujer lo crearemos / Y nosotras nos llamaremos Hhembras”, toda una vindicación de
los derechos de las mujeres.

En la tercera composición, RETAZOS DE JUSTICIA, increpa a la muerte, “Te has llevado a los mejores / Nos contarás que ríen / Que nos recuerdan / Que vuelan invencibles/ Lo haremos todo ficción / Pero contigo muerte, también de personaje”, alzando el vuelo en memoria de sus amigos fallecidos del grupo de teatro universitario al que perteneció Acoyani en México.

El vacío que deja un amor ella lo expresa en NO ME ACOSTUMBRO, cómo vivir, cómo sincronizar los sentimientos con el tiempo que avanza y del que resbalas, quedándote en aquellos momentos que ahora están desdibujados, “No me acostumbro a estos semáforos vacíos / A entender la poesía sin tu rastro encima”.

 

MEDUSA, en este quinto poema verbaliza el sentir ontológico y cómo el suave flotar de las medusas acoge sus pensamientos, mientras que es mecida entre las olas. “Soy agua, / Magia, / Nostalgia”, la poeta se vuelve medusa para levitar en el espacio
marino.

En PREMONICIÓN, su cuerpo giraba en vorágine para transmitir el desasosiego de la revolución social en Chile, acaecida hace poco más de un año, pero germinada varias décadas atrás. Un canto a los desaparecidos, a los torturados… una composición que alivia, unos versos que saben trastocar el horror de la violencia para tornarse amor. “Veo armas, muchas armas que disparan besos de esos que no se olvidan”, el dolor de una
chilena que requiebra a su patria lacerada.

Es ineludible la nueva situación que atravesamos con el COVID-19, este virus invisible a los ojos ha trastocado nuestra vida y nuestros proyectos, nos ha hecho vivir en un medio insólito con nuevas normas donde el estrecho contacto con las personas se ve socavado y las relaciones ultrajadas, donde cada uno tiene que encontrar un camino alternativo; el séptimo y el noveno poema de su recital estuvieron dedicados a ese cosmos que observamos y que nos rodea, pero que sentimos tan lejano, DÓNDE MUNDO AHORA, poema que escribió durante el confinamiento y en el que se interroga por el devenir del mundo, de las personas que lo habitan, de la preeminencia de las redes sociales, de la ausencia de roce, del cariño varado.

QUE NADIE TE JUZGUE, el penúltimo poema, correlato del séptimo, primero se cuestiona el estado de las cosas para advertir que bajo estas circunstancias todas las personas tienen sus fantasmas, sus demonios que les llevan a actuar de un modo concreto y no premeditado, no buscado, pero sí como resultado de un estado de ánimo puntual. No somos quienes para juzgar… “Simplemente ama, ama, ama sin mapa”, destaca la autora.

LOS SOÑADORES son versos que evocan el tópico literario “la vida como sueño”, tan fértil en la historiografía literaria. Acoyani discierne entre los soñadores que saben que están soñando y los soñadores que no lo saben, estableciendo una elocuente dicotomía, como ella misma dice, “es un pleonasmo onírico”.

 

 

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Acoyani Guzmán. ©tresefesfotografos

 

Cierra el recital con la evocación de la adolescencia prematura, aquella que ella vivió y sufrió con tan solo diez años, MENSTRUACIÓN, y que representa la realidad de muchas niñas, su miedo interior, sus dudas ante la menarquia y el proceso de asimilación hasta que la autora lo hace suyo como parte de su bagaje.

Acoyani es taumaturga de la escena y de los versos. Ella imagina, crea, compone, y transmite nuevas estrofas que supuran estética teatral con un efecto de evidenciación. Vuelca el corazón y lo cubre de eufonía. Exhibe el manojo de sentimientos encontrados y lo sacude con fuerza para dirigirlo pausadamente al encuentro con el público consiguiendo como por ósmosis y, pese a la distancia que marca el mundo digital, que el teatro al que asistimos se convierta en espacio interior.