La serie de piezas que vamos recogiendo bajo la consigna Coronavirus: ¿comedia o tragedia? se acerca con este desolador relato de María Cantero a una de esas realidades sombrías y ocultas, una condición, la de relegadas a la cola del interés social, que condena doblemente a sus protagonistas.

 

VERDE FLÚO

 

Por María Cantero

 

11 a.m Rihanna se pinta las uñas de color verde flúo. Lleva puesta una camiseta del Real Madrid (dorsal 4 Sergio Ramos), un tanga fucsia y pantuflas de pikachu. Escuchamos la televisión de fondo, el programa de Ana Rosa.

 

¡Ay que me apasiona a mí el verde flúo Ana Rosa!, ¿te gusta? Color, fluoesencia en este día gris. ¡Que el flúo es como el gusiluz, que luce en la oscuridad! Que basta que estemos de pandemia para que no entre ni un rayito de sol por el sumidero hombre… Y mira Ana Rosa, que te digo, ¿eh? Que ya no aguanto más, que hoy no me aguanto, que quiero irme a Marconi y lamer, besar, acariciar, tocar, ¡que el tacto se ha vuelto metáfora! Amos, ¿te imaginas? ¡En vez de piel humo! ¡Carne sin sustancia! ¡Que ni chicha ni limoná! Y Fedra, Petra y Rosarito me dicen que fantasee para no estar tan sola. Y yo me imagino una piel erizándose. Mira, cierro los ojos. Y ahí está, presa de mis 20 metros cuadrados. Una comisura. ¡Una comisura hipnotizá bajo el baño eléctrico de mi verde flúo! ¡Luces de Neón y Martirio sonando a to trapo! ¡Una comisura a la que aproximarme! Mi comisura, por un momento, sólo mía. Yo la reina, ministra y ama de ese pequeño vórtice entre la palabra y el hambre. En media hora, el cielo… en una hora botox pandémico, operación vigorexia, y se te olvida to lo malo, de dónde vienes, a qué y sobre todo a dónde vas. Hay que perder el norte, ya no hay plan que valga. No hay salida porque nos falta el aire. Bocaná a bocaná, como un pescao retorciéndose fuera del agua. Casper Diem, el Tempus Fugit… y los pulmones también (se recoloca el tanga torpe haciendo pinza con la palma de la mano porque las uñas aún están húmedas.) Sí sí, resopla resopla Ana Rosa. Pero eso solo lo hago si la señora comisura encierra dientes de oro. A ti sí que te lo hacía yo, porque eres una señora de los pies a la cabeza. Con esas gafas que te pones, cada día una distinta, tan fashion, tan diva ruiseñor de las mañanas, con el oro que te sale por los cuatro costados. Ay ay cómo me gustas Ana Rosa. ¡Una comisura! ¡Que solo pido eso señor Covi! ¿Cómo puede haber llegado tan lejos un bicho que tiene nombre de perro amorfo de las olimpiadas del 88? Amos, amos, ¿tú has visto al covi, con la cabeza esa plana cuatro veces más grande que el cuerpo? Así como no se va a cargar a toda la población mundial, si no hay armonía que valga en ese cuerpo, si es todo cabeza, ni corazón, ni ápice de ternura. ¡Venga hombre ya! Que ni siquiera hablo de penetrar, derretir, estremecer o arquear, ¿eh? ¡Que no! Que sólo pido la proximidad, esa oportunidad. ¿Tú te acuerdas Ana Rosa? Bueno tú no, porque estás casada, y eso es distinto. Eso es una permanencia, tarifa plana. Yo me refiero a la promesa. A la cercanía que encierra una promesa, a ese estar cerquita con alguien extraño que da pudor, ¿sabes? que infla el diafragma como si fuera un paracaídas de colores conteniendo la respiración, desencajando el corazón, y no hay palabras ¿eh?, que no hay palabras, porque todo da vueltas, porque no hay espacio para la compostura. Es esa rotura de límite antes de tocar. Es esa distancia mínima del deseo donde está en juego el otro al completo, no por partes, que si blabla, que si por esto cuanto, que si yo inmunizao, que si tú lo tienes, que si nombre y oficio… no no, piel erizá. ¿Aprenderemos a tocar finalmente después de estar pandemizaos?

(Suena el móvil, melodía “Ay campanera”. Móvil con funda de lunares verdes y blancos. Rihanna descuelga con dificultad protegiendo sus uñas. En la televisión se escucha la cifra de muertos del día: 22.524. Rihanna habla al teléfono)

Ay Rosarito, chocho, que estoy bien, que no te preocupes, que estoy en la corrala acorralá tan ricamente aquí con Ana Rosa… que no, que no he podido ir al médico, ya sabes cómo soy, no seas pesá… Y tú dale, lerele y larala… Que me conseguían la medicación pal bicho, pero ahora no se pue salir, y lo que me hace falta es pandemia y trullo para que me exploten los pulmones enrejá… ¡Que a la Puri la deportaron el 14 cuando comenzó todo esto! Ahora ya no pueden lanzarnos al mar, pero van a esperar a que esto pase… nos pondrán en un urna de cristal confitadas y luego la harán estallar, con todos nuestros cuerpos dentro, como un vaso que se quiebra no más. Barrer los restos de cristal de la copa rota en la mesilla de noche, un mal movimiento en mitad del sueño. No hay molestia que valga. Nadie gritará nuestro nombre en mitad de la noche, ni buscará nuestro cuerpo perdido entre los cadáveres extraviaos de la pandemia… ¡Pero si no existimos! 1600 clubs con licencia en España, 4100 millones de euros que ingresa hacienda al año por nuestros servicios, por mi cuerpo con o sin pandemia open 24h, full time señores, y yo ni empadronarme puedo. ¡Ay con la de placer que este cuerpo ha dao! (Canta «I’m a single lady» de Beyoncé y baila sobre la silla teléfono en mano. Alguien la ve por la ventana, saluda, se esconde y ríe hasta que sus ojos se llenan de lágrimas. Se acaricia el cuello con la mano libre, y la camiseta se pliega dejando ver un sarcoma). Yo lo que quiero es volver a mi rinconcito, a la calle y a las comisuras. ¿Yo te he hablao a ti de las comisuras?

(Llaman a la puerta, 3 golpes discretos. Rihanna va hasta la puerta teléfono en mano, y se asoma por la mirilla. Bajando la voz, ríe y continúa al teléfono)

Ay chocho, que es el Paco shshhhhh. Viene cada día cuando sale a comprar el pan, se viene con la mascarilla, a hurtadillas, con los guantes y to que parece que me lo voy a hacer con una berenjena embasá al vacío. Claro, si es que al final llevamos 20 años juntos. Pero yo le digo que no, que ahora con el covi éste están en riesgo su mujer y sus hijos. Que espere, que no pasa ná. Y cada día se va como viene, enfundao en profilácticos con su cabeza baja y su deseo de bengala de feria a punto de consumirse. Yo no sé por qué, chocho, pero siempre me imagino a Paco como un niño perdido entre el pasaje del terror y la montaña rusa de la feria de mi pueblo. Las atracciones oxidadas y relucientes, que ya hay que ser valiente pa montarse en una de esas, y Paco con un algodón de azúcar rosa en la mano, agarrándose al algodón como a su vida, solo en mitad de la noche sin poder ver una sola estrella fugaz. (Llaman otra vez, ésta vez un poco más fuerte, 4 golpes. Rihanna ríe y susurra al teléfono) Ay Paco, que pena… ¿Tú te imaginas Rosarito cuando tú y yo nos podamos volver a abrazar? Eclipse solar, apocalipsis, república, papeles chocho, bueno no eso no, que España no es Portugal, fiestas techno 48 horas hasta que perdamos la cuenta de los amaneceres, y las plataformas nos hagan llagas en los pies. ¡Podríamos irnos a Ibiza cuando acabe esta locura! ¡Ahorrar e ir al mar! Bañar los pies en llagas, mi cuerpo entero en llagas, en el mar. (Llaman al timbre y ésta vez dan 5 golpes que parece que van a derribar la puerta. Rihanna levanta la voz). ¡Chacho Paco! ¡Ya te estás pasando! ¡No seas pesao!

 

Abra señora, policía.

 

 


María Cantero es actriz e investigadora escénica en Cía. Colectivo Ópalo, Cía Tornadoppo y Entretejidos. Encuentros de Práctica Escénica