Por Ka Penichet/@KaPenichet

 

Las terracitas y la primavera ya no son el único aliciente para visitar Madrid en mayo. Durante los últimos 6 años, la muestra de creación escénica Surge ha consolidado un motivo más para visitar la ciudad y conocer qué se cuece en la escena alternativa madrileña. En esta edición, Tomás Cabané se estrena con la pieza Hay un agujero de gusano dentro de ti en El Umbral de Primavera. Con una sinopsis que descoloca parece retarnos como espectadores. Y sí, reconozco que produce mucha satisfacción encontrarse propuestas con lenguajes distintos, que no cuestionan la inteligencia del público y que se les de barra libre en lo que a la imaginación se refiere.

 

¿Este es tu primer intento de Surge?

Lo he intentado varias veces, pero esta es la primera vez que me han seleccionado.

 

¿Tenías la sensación de que era muy difícil que te programaran?

Sí, y además no sabía exactamente qué tipo de obra encajaba dentro de este festival y creo que esta encaja perfectamente.

 

¿Con qué expectativas llegas?

Tengo mucha curiosidad por saber lo que opina el público y, sobre todo, saber qué les transmite la obra porque llevamos mucho tiempo de proceso de creación, investigación. Llevo desde el verano pensando en esta idea, pero no sabía nada de lo que iba a pasar.

Es una obra muy visual, de sensaciones y quiero ver si eso le llega al público o no. Hay muy poco texto y, parte de este, en polaco sin subtítulos. Después de la función la gente podrá comprar el texto en formato fanzine y así entenderán todo el trabajo que hay detrás.

 

¿Cuál era tu premisa inicial?

Mi premisa inicial, como me encanta la danza, era trabajar sin lenguaje, un no lenguaje o inventarme uno nuevo y trabajar desde ese vacío. Poner al espectador en la obligación de dejar de pensar y dejarse llevar por lo que estén viendo.

 

Cuando reúnes al elenco ¿cómo les presentas la idea que te rondaba?

En realidad, tenía muy pocas cosas claras. Quería que investigáramos juntos formas distintas al diálogo a través de distintos formatos. Quería que fuera un trabajo de creación coral y que compartiéramos referentes. Trabajar en base a la idea del agujero de gusano e investigar qué cosas se han perdido o cómo lo podemos traer a algo más cercano. Todo relacionado con eso.

 

Para los que somos de letras puras y nunca nos interesamos por la física, ¿puedes explicarnos en qué consiste la teoría del agujero de gusano?

Para mí es como una puerta del tiempo que te permite coger atajos y que te conecta con otro momento de tu vida sin previo aviso.

 

La pieza está estructurada en 10 movimientos de teatro-danza y una receta para conservar el amor, ¿están comunicados entre sí?

Están comunicados, pero nosotros tenemos una manera de entender ese enlace y el público tendrá otra. No es una historia narrativa y lineal.

 

En el montaje dejas manifiesta tu preocupación por las cosas que hemos perdido por el camino. ¿Qué cosas te han sucedido para que ya estés haciendo balance?

 

Experiencias muy personales de la vida, de momentos muy difíciles que me han tocado pasar como el fallecimiento de mi madre cuando tenía 18 años o que durante el proceso de ensayo de esta obra muriese mi abuela… bueno, son circunstancias personales, pero aun así es como que siempre me ha gustado reflexionar sobre estos temas porque soy consciente de lo que se va perdiendo generación tras generación. Pueden ser cosas tan personales como perder una madre o una abuela que le puede pasar a cualquiera y luego cosas más universales como el amor, la infancia, la amistad… o cosas más humanas como el contacto cara a cara.

 

 

Tomás Cabané: "Aunque el teatro es algo efímero, es el lugar donde no me gustaría ser olvidado" en Madrid
Foto: Juan Carlos Toledo

 

 

¿Qué cosas sientes que has perdido respecto a la esencia de Tomás Cabané?

La inocencia. Porque eres mucho más incrédulo con las cosas que pasan, porque la vida te da guantazos y de repente tienes que ocuparte de todo. Hay gente que no, que todavía conserva esa inocencia, no tiene doblez… ojalá yo todavía pudiera pensar así.

 

Desde bien pequeñito (12 o 13 años) ya tenías muchas inquietudes por la creación, ¿quién te las inculcó?

Tengo una amiga que ahora vive en Valencia que me inculcó todo eso. Lo tengo clarísimo. Ella me ayudó a desarrollar todo ese potencial creativo: ponte a tocar el piano, ponte a dibujar, a leer, toma esta película de Woody Allen… y ella fue la que me abrió el mundo. Me enseñó hasta a cómo estudiar y a desarrollarme creativamente y personalmente. Se llama Teresa.

 

Si Teresa no hubiera aparecido en ese particular momento de tu vida, ¿qué hubiera sido de ti ahora?

No creo que estuviese en Madrid. No hubiese descubierto el teatro ni el cine de la manera que la descubrí. Todo lo que ahora mismo me conforma es gracias a ella y a mi padre. No sería ni la mitad de lo que soy ahora.

 

¿Qué cambiarías de tu pasado?

Puede parecer pretencioso pero no cambiaría nada. Gracias a todo lo que me ha pasado, soy como soy. Estoy contento, como en la peli de Almodóvar, con el dolor y la gloria. Con esa mezcla.

 

¿Hay algo de lo que no te sientas orgulloso?

Me presenté varias veces a la RESAD y al principio no me cogieron. Fue una hecatombe para mí. A lo mejor me arrepiento de habérmelo tomado tan mal. A la tercera fue la vencida.

 

¿Qué serías capaz de hacer con tal de no ser olvidado?

Uf, eso es muy duro. Lo que me gustaría hacer antes de morirme sería organizar algo que tuviese que ver con lo teatral. Una especie de homenaje. Y aunque el teatro es algo efímero, es el lugar donde no me gustaría ser olvidado. Convertir lo trágico en alegre, en algo que no sea un tabú como pasa con el tema de la muerte.

 

Si pudieras escoger un atajo de gusano ahora, ¿dónde te gustaría estar en este momento?

Iría más hacia el futuro que al pasado. Porque siento que no tengo ningún resquemor del pasado. Estoy bien en el momento que estoy ahora. A lo mejor iría hacia delante para mirar por un agujerito, pero para enseguida volver al presente. Me siento muy a gusto en el momento en el que estoy, con ganas de crecer, pero muy contento. Al pasado no tengo ningún interés por volver.