Por Yaiza Cárdenas/ @yaizalloriginal

 

Una niña juega, pierde el miedo, sueña… Descubre que puede ser lo que quiera, que no tiene que elegir una sola cosa, que la vida tiene millones de matices y te pierdes mucho cuando no te propones explorarlos todos.

Y es que el teatro me da humanidad. Es lo que me enamoró de él, que hace reales historias que, de otra forma, no podrían ser contadas. Te acerca puntos de vista que de otra forma puede que no valorases. Te hace empatizar con otros y también conocerte un poco más a ti: tus recuerdos, tus ideales, tus valores, tus miedos, tus esperanzas…

El teatro es la droga más peligrosa que existe porque tiene el ingrediente más potente para movilizar a un ser humano: la pasión. Y es absolutamente imposible desengancharte de la pasión. No es sano. Porque la pasión nos hace no vivir por vivir, sino disfrutar de la vida y luchar por unos objetivos.

Explorar las pasiones humanas no es fácil y reconocer que son nuestro talón de Aquiles, tampoco. Hay que ser valiente para eso y estar dispuesto a dejar que te toquen donde duele.

El teatro es catarsis y ansiolítico a la vez porque logra conectar a una gran cantidad de personas aceleradas con vidas llenas de estrés, de prisas y de preocupaciones en un paréntesis. Cuando se apagan las luces, todos olvidamos el tiempo y el espacio para dejarnos llevar. Todo se pausa y nos ponemos al servicio de una historia que alguien escribió buscando contarnos algo que consideraba importante y que, a la vez, conecta de alguna forma inexplicable con quién somos, hemos sido o queremos ser.

Como estudiante de Interpretación, solo puedo decir que este año lo que me ha salvado es el teatro. Durante el peor año de mi vida, en el que he necesitado llorar y ha llegado un momento en el que ni siquiera me salían las lágrimas, sentirme tan comprendida por Lorca, Tennessee Williams, Angélica Liddell o Nao y Marcel y sus personajes ha sido realmente catártico. Y esto no quiere decir que tengas que parecerte a ellos o que sus historias tengan que ser similares a las tuyas, solo significa que en ellos hay pasión y eso es realmente mágico. Sentir el dolor y la ilusión cuando no eres capaz de sentir los tuyos propios es devolverte a la vida. Llorar y reír para sanar y seguir viviendo.

Según un estudio de 2016 de la Fundación Aisge, solo el 8,17% de los actores españoles pueden vivir de su profesión e ingresan más de 12.000 euros anuales. Además, más de la mitad debe complementar su vida laboral con sectores como la hostelería o la docencia, al no llegar a los 3000 euros anuales con su trabajo sobre los escenarios.

Y todo esto antes de la pandemia. Antes de las limitaciones de aforo. Antes de que millones de personas perdiesen sus trabajos eliminando lógicamente el dinero que esas familias pudiesen dedicar a la cultura. Antes de que teatros como el Kamikaze tuviesen que verse obligados a echar el cierre…

Los que podemos, no abandonemos a este sector tan mágico como golpeado. Este último año nos ha quitado ya demasiadas cosas y personas mágicas que nada nos podrá devolver. No dejemos que nos arrebate también la pasión.

Se abre el telón y una niña asfixiada en un cuerpo de mujer recobra algo de aire recordando a su abuela.

The show must go on.