Por Neus Molina/@NeusMolina

 

Calígula es una de las grandes piezas dramáticas de Albert Camus. Basada en la historia del emperador romano descrita por Suetonio, Calígula es en realidad una serie de obras dentro de una única pieza. El protagonista se encuentra cara a cara con el vacío tras la muerte de su hermana/amante y somete a sus súbditos a una serie de terribles demostraciones de aquello que él considera la verdad absurda: que los hombres mueren y son infelices. Mario Gas dirige un montaje que trata temas recurrentes en la obra del autor francés de origen argelino como el absurdo existencial, la alienación metafísica, el sufrimiento y la lógica del poder. Pablo Derqui se vuelve a poner en la piel del temible emperador, sin duda uno de los grandes personajes de su carrera.

 

Mérida, el Grec, temporada en Barcelona y ahora Madrid ¿No es agotador interpretar un personaje tan complejo?

Cansa, sí, y después de cada función, se nota el desgaste. Pero uno no se puede agotar delante de un personaje como este. El personaje mismo, de hecho, no se agota nunca. Es uno de esos contados referentes del teatro moderno que captan partes esenciales del alma humana. Por eso, cada noche es un intento diferente. No se agota, no. Por lo tanto, no agota.

¿Calígula, como Hamlet, es un gran reto actoral?

¡Y tanto! Un reto y un regalo. Uno se va conociendo como actor sobre todo gracias a los personajes que intenta defender. Y este es un gran salto en ese sentido. Da miedo, claro. Pero, sobre todo, motiva.

¿Cómo se prepara uno para empatizar con alguien tan destructivo?

Básicamente, siguiendo la partitura con la que el autor lo ha construido. No se trata de inventar nada. Interpretar es intentar entender. Y, sobre todo, hacer entender. Esta ha sido la guía, de la mano de Mario Gas: intentar hacer llegar lo más claramente posible la potencia del texto.

¿Habías trabajado antes con él? ¿Cuándo se empezó a fraguar este proyecto?

Mario Gas es un maestro. Ya me dirigió hace unos años en La muerte de un viajante y también hemos compartido trabajos como actor. Siempre nos hemos entendido bien y, de tanto en tanto, nos perseguimos. Este texto hacía mucho tiempo que le rondaba.

Guerras, deportaciones, refugiados, injusticias, dolor… ¿Crees que Calígula puede tener vigencia en un momento donde parece que estamos abocados al absurdo existencial?

Es evidente que sí. Vivimos una época muy complicada. Tanto por los problemas que nos afectan como por su particularidad. Pero Camus quiso tratar aspectos muy vigentes hoy día. Si bien el contexto de las guerras mundiales era muy diferente, el peso de la existencia, la condición del individuo frente al colectivo, los límites del poder y de la libertad, el papel cada vez más relativo de la moral… todo aquello todavía hoy sigue ahí.

¿Conocías a los otros actores del montaje? Porque siendo Calígula un monólogo, su contrapunto es básico…

Los conocía, sí, aunque no había tenido la suerte de trabajar con todos ellos. Es un lujo inmenso tenerlos cerca, de verdad. No puedo imaginar este montaje sin Anabel Moreno, Ricardo Moya, Pepe Ferrer, Pep Molina, Borja Espinosa, Bernat Quintana, Mónica López y David Vert.

Llevas una temporada que te caen personajes muy malotes: ¿cuándo harás de bueno?

Jajaja… algún día.

 

CALÍGULA

Teatro María Guerrero

Del 4 al 30 de diciembre