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Luis Luque

Luis Luque estrena ‘Las Criadas’ en Naves del Español

“¡Reventemos el teatro, reinventemos el teatro, pensemos el teatro!”

 

Luis Luque, por fin, puede estrenar esta versión de Paco Bezerra sobre Las Criadas de Jean Genet, del 9 de octubre al 8 de noviembre, en Naves del Español. Charlamos con él sobre lo que ha supuesto y lo que significa poner en escena este texto, cómo ve el futuro de las artes escénicas y cómo nos modifican los acontecimientos. Una conversación entre la risa, la melancolía y la confidencia, pero sobre todo llena de optimismo.

 

‘Las Criadas’, de Genet, en Naves del Español

 

 

Por José Antonio Alba

Foto portada: Esmeralda Martín

 

Luis, allá por marzo andabas en pleno desarrollo de la nueva dirección del Español y Naves del Español y con Las Criadas en las manos. ¿En qué situación te pilló el estado de alarma? ¿Cómo viviste el confinamiento?

Me pilló con dos semanas de ensayos y todo se vino abajo. Todo ha sido muy extraño, la sensación de perplejidad y de desconcierto. Ha sido un viaje casi de tratamiento espiritual, de calma y de aceptación. Me he basado en eso, pero sobre todo había una responsabilidad con los compañeros y compañeras, las compañías, no solo tenía que escuchar lo que me estaba pasando a mí, si no qué era lo que le estaba pasando a los demás. La responsabilidad de este puesto es pensar primero en el otro y la otra, sé que estoy en un puesto de responsabilidad pública y a eso me debo. Luego viene lo mío, que también es lo de los demás.

Tuve que tomar decisiones muy dolorosas, como prescindir de una actriz como María Pujalte, la nueva programación coincidía con su rodaje en Merlí y tuvimos que cambiar de actriz; con todo el dolor de mi corazón por María y al mismo tiempo dando la bienvenida con toda la alegría a Alicia Borrachero. Pero ya te digo que ha sido un cúmulo de cosas que he podido ir solventando con mucha calma y mucha aceptación.

¿Ha cambiado el montaje que tenías planteado cuando ibais a estrenar la primera vez a lo que finalmente veremos?

Todo. He tenido que cambiar todo el montaje. Lo he modificado porque soy un hombre distinto al de hace ocho meses. Siempre intento trabajar bastante conectado con el aquí y el ahora, tengo muchas ideas que trabajo en casa que luego pruebo, elaboro y plasmo en el escenario, pero esta situación emocional y física me ha hecho cambiar. El hecho de cambiar de actriz, me ha impulsado a empezar desde cero. Yo aprendí de Narros que cuando trabajas con un actor, trabajas con ese actor y trabajar a partir de ese actor; no le das las mismas notas a Alicia que a María, son dos actrices distintas, dos energías muy distintas.

Ya que estamos hablando de las actrices, háblame del elenco. Ana Torrent y Alicia Borrachero como las hermanas, Claire y Solange, y Jorge Calvo como La Señora.

Hay una elección ya en elegir a dos criadas de mediana edad en vez de dos criadas jóvenes. Hay una intención clara. La elección de Ana, con la que acababa de trabajar en Todas las noches de un día de Alberto Conejero, el encuentro entre su interpretación y mi dirección, ha hecho que quisiéramos repetir y que fuera el primero de los personajes que tenía muy claro. Ana tiene esa mirada delicada y épica al mismo tiempo, tiene una fuerza increíble en el escenario. Aquí quería que saliera esa oscuridad que el otro personaje tapaba, que salga como un borbotón y ella estaba muy dispuesta. Alicia, a la que conozco hace muchos años también, es una mujer muy de tierra, muy fuerte, y Solange necesita esos anclajes en la tierra. Los personajes, aunque son muy parecidos, quieren cosas distintas: Claire quiere ser La Señora y Solange quiere matarla, es como un mantra que tenemos en los ensayos. Luego la elección de Jorge Calvo, un hombre para hacer el personaje de la Señora viene de una especie de mandato de Genet, a él le gustaba que lo hicieran hombres y me pareció interesante convertirlo más en un monstruo que un personaje realista, de hecho no utilizo disfraces o una caracterización en la señora, va vestida de mujer, pero no tiene peluca ni elementos que podrían ser otro tipo de propuesta, en esta es el hombre transformado en mujer y vivido como mujer y como señora.

 

Las Criadas
Alicia Borrachero y Ana Torrent son ‘Las Criadas’ en esta versión. Foto Jesús Ugalde

 

Cuando se habla de Las Criadas, las lecturas e interpretaciones se disparan por mil caminos diferentes: Juegos de espejos, roles sociales, lucha entre clases sociales… ¿En qué has querido incidir tú?

Yo aquí estoy en lo emocional, en qué me habla la obra a mí. Yo siempre digo que si la obra no le pasa al creador por dentro, podrás hacer un buen trabajo de oficio, pero no habrá nada tuyo ahí. Mi denuncia es la falta de cariños, de caricias, de cuidados y de amor. “Nadie nos quiere, quien va a querer a la mugre” dicen. Eso te lleva por caminos de oscuridad, de negrura y de locura.

¿Por qué Las Criadas?

Porque es una de mis obras favoritas del repertorio del S. XX, tiene algo que ver con el que está debajo, el oprimido, el maltratado, y tiene que ver con el alma, con los recovecos oscuros, esos personajes me gustan.

Mi madre y mi padre fueron criados, no así, pero sí que servían y limpiaban en casas. Yo creo que de alguna manera siempre he querido matar a alguna señora (Risas) Esa cosa buenista de “Las clases populares son muy buenas y los ricos son muy malos” ¡No! Hay hijos de puta en todas partes, esa visión paternalista y simplista de buenos y malos, de norte y sur, derecha e izquierda, lo detesto. Explotaría ya esos conceptos. Tiene que ver con eso… ¡con un asunto familiar! (Risas)

Todos de algún momento hemos querido matar a nuestra “Señora”, sea quien sea.

Sí, todos hemos pensado alguna vez en que alguien se despeñara por un terraplén… un ligero codazo para que caiga por las escaleras… Es cierto que todos hemos tenido ese tipo de fantasía o pensamiento. Quien lo lea dirá: “Yo no” (Risas)

Seguro que a quien lo lea le ha venido automáticamente una imagen o un momento en el que lo ha pensado.

Sí, sí, todos lo hemos pensado alguna vez. “¿Por qué hago Las Criadas?” ¡Porque quiero matar a mi señora!… ¡Ahora no! Que tengo varias jefas por arriba y lo mismo se creen que me las quiero cargar (Risas)

Fuera bromas, tiene algo que ver con la mirada hacia arriba. La gente se va a identificar con lo emocional, con esa falta de cariños, con no haber sido tratadas bien, con ser odiadas, con sentirse feo. Todo se basa en la falta de amor, que es una frase muy grande, pero es muy concreta. La versión de Bezerra es genial porque eleva la poética de Genet y la entiendes y la llena de esa amargura que tienen los personajes.

La versión de Paco Bezerra, ¿es una versión libre o se ha ceñido al original de Genet?

Él es muy respetuoso. Como es autor, siente ese respeto hacia la autoría. En este caso primero hizo la traducción, porque le gusta trabajar con traducciones originales, y dentro de la traducción hemos hecho algún pequeño cambio, pero no es muy sustancial, hay algo de aclarar las imágenes poéticas, aclarar en qué momento están los personajes porque en las versiones originales me perdía y lo que hemos hecho ha sido un ejercicio de elevar la poesía para que pueda ser más compartida con los demás, que no sea tan críptica, que no esté tan oculta.

¿Cuántos montajes lleváis Paco y tú trabajando juntos?

Creo que ya son ocho montajes. Vamos a hacer 10 años trabajando juntos. Nos conocimos en 2009, pero la primera vez que trabajamos juntos fue con La escuela de la desobediencia en el 2010.

¿Cuál podría decirse que es vuestra seña de identidad?

No tengo ni idea, no soy consciente de ese sello. Trabajamos mucho por el impulso planteándonos si tenemos algo que contar o que, de alguna manera, nos divierta o nos escueza internamente. La injusticia nos escuece siempre y hablamos de ello; los que están fuera de la ecuación son interesantes siempre, los outsiders, las criadas, los pobres, los demonios, el oprimido. No es que hagamos teatro social, pero sí que estamos conectados con la problemática de nuestra realidad. Aparte de que estamos chalados (Risas) y nos gustan los códigos de terror y los monstruos, también lo religioso está ahí… La verdad que no lo había pensado.

 

Jorge Calvo Las Criadas
Jorge Calvo interpreta a La Señora en esta versión de ‘Las Criadas’. Foto Jesús Ugalde

 

Me hablabas que la puesta en escena está muy basada en la poética, ¿qué me puedes contar? Genet da muchas indicaciones de cómo debería ser, ¿las habéis seguido o habéis partido desde una idea original?

Siempre es “¿Qué cuenta la función? ¿Qué imágenes evoca?” y a partir de ahí empiezo a construir. No sé porqué, pero a mí me rechinaban las cofias, creo que no puede ser un ejercicio realista cuando no hablan de una manera realista. A Genet le acusaron de que las criadas no hablan así y él dijo “A mí sí. Yo cierro los ojos, las oigo y me hablan de esa manera”. La Criadas de Genet hablan de un modo poético, por lo tanto, el espacio tiene que ser una propuesta poética. No puede ser un dormitorio de una señora lleno de flores y ya está. Eso no es una propuesta poética. Estoy obsesionado por despojar de la escena todos los objetos que no se utilicen, creo que con nombrarlos ya existen, estoy en esas dinámicas ahora.

Estoy trabajando con el blanco, con el azul klein, sobre lo pulcro, lo limpio, lo diáfano, la ausencia de aristas, un sitio monocromático como un lugar infernal, un lugar donde ellas tienen que limpiar sobre el blanco. El ejercicio de trabajo con Mónica (Boromello) ha sido poético, no queremos hacer espacios realistas. El imaginario del público es riquísimo, provócalo, agítalo, pero no se lo des mascado porque entonces, el ejercicio que hacemos es un ejercicio burgués, no poético y la poética siempre te va a pedir algo más, te va a pedir que te impliques, te va a conmover, lo vas a rechazar ¡eso es una implicación! y creo que en escena hay que hacerlo. Luego lo termino con un dispositivo cinematográfico puesto con el audiovisual y la videoescena forman parte de una forma de expresión que está muy alambicada con el arte en vivo. Durante la obra están insertadas varias secuencias rodadas como si fuera cine, ofreciéndonos una visión que está fuera del escenario, una serie de falsos directos.

En el horizonte vemos que también vas a atreverte con una versión de Marat-Sade, ¿qué nos puedes adelantar?

Estoy terminando el reparto, va a ser un elenco grandísimo. Va a ser una diatriba entre los ideales o la carne: “¿Me convierto en un revolucionario y arraso con todo, porque el mundo está como para arrasarlo, o sigo con los parámetros del marqués donde ya está por encima de todo eso y hablar de la unidad individual?” Es una obra de tensiones y me interesa muchísimo. Es una de mis obsesiones de muy jovencito. Voy a hacer la versión de Narros, el texto que hizo Miguel es de una vigencia tremenda. Aún está a mitad del abordaje porque pensaba que iba a estar libre, pero ahora estoy con Las Criadas y al mismo tiempo estoy trabajando el Marat.

Creo que en el Teatro Español debemos recuperar los grandes montajes de elenco, hay que dar trabajo, no podemos hacer montajes solo de dos y tres actores, ese también es el esfuerzo de la casa.

¿Cuál crees que es el futuro de las artes escénicas tras la pandemia?

Creo que vamos a salir muy reforzados, con más armas. El futuro es la presencia, la unión, el sentirte que formas parte de algo, siento esa vibración. Ahora estamos llenos de miedo y queremos estar en nuestras casas y que pase esta pesadilla, pero veo el futuro bastante positivo. En el 2008 lo veía peor, a no ser que la crisis económica que venga sea tan devastadora que tengamos que volver a ese teatro de guerrilla y de resistencia. Yo espero que no. Te digo que soy muy positivo porque veo el Español lleno, veo las ganas, todo lo que hemos hecho.

Ahora llega también el audiovisual y nos sirve como plataforma de difusión, de investigación, por ejemplo. Todos esos debates de “eso no es teatro”, bueno, pues reventemos el teatro, reinventemos el teatro y pensemos el teatro. Yo creo que el teatro es muy amplio, creo que las artes escénicas, la danza, la música, el texto, las artes vivas, todo va a venir con mucha fuerza porque hay necesidad de ello, tanto de hacerlo como de experimentarlo.

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