«Hoy en día A.K.A. es mucho más política de lo que era cuando se escribió»

 

A.K.A. (Alsa Known As), regresa a Madrid del 26 de enero al 7 de febrero. En esa ocasión, recala en el Teatro del Barrio con una cara nueva: Lluís Febrer. En mitad de la pandemia se presentó al casting para sustituir a Albert Salazar, que ya se había alzado con varios premios de teatro que le reconocían como mejor intérprete masculino. Tomar el relevo de un monólogo de esta envergadura y dada su juventud, supuso que tuviera que enfrentarse a un reto bastante grande al que supo adaptarse con mucha precisión.

Con él y con Dani J. Meyer, autor de la obra, tuve un encuentro para charlar sobre cómo había abordado este desafío en su carrera. Lluís, afronta el papel con gran valentía y después de haber podido disfrutar de su interpretación me atrevería a vaticinarle una gran carrera artística. Me siento una privilegiada de poder asistir al descubrimiento de una gran profesional, al que, desde luego, no le perderé la pista en sus trabajos venideros y solo espero que corra mucho y rápido la voz para que nadie pierda la oportunidad de asistir al crecimiento de un gran artista.

 

Teatro del Barrio acoge la nueva temporada de A.K.A.

 

 

Por Ka Penichet

 

¿Qué significa para ti interpretar este papel en un teatro tan activista como el Teatro del Barrio?

Lluís Febrer: Creo que es super importante que existan espacios como el Teatro del barrio y encima esté en Lavapiés, que es un barrio que lucha muchísimo, donde hay mucha inmigración y creo que viendo la situación política actual y, sobre todo, de la Comunidad de Madrid, quizás es buen momento para programar A.K.A.

Daniel J. Meyer: Cuando yo escribí A.K.A. era un tema latente pero no era un tema imprescindible. Hoy en día hacer A.K.A. es mucho más política de lo que era. A nivel mundial, es necesario condenar a la extrema derecha, sobre todo en el último año y medio se ha vuelto necesaria y combativa. Ir al Barrio es como el nexo natural, es una gente que programa teatro de calidad, pero con una conciencia muy clara sobre lo que es el teatro social y sobre la implicación política que tiene el teatro y cómo hacer activismo a través de teatro y, esta obra, en parte, lo hace. Aparte de ser una obra comercial hoy en día y que ha ganado muchos premios, es expresamente combativa.

Lluís Febrer: Además, con el auge de los movimientos identitarios, con la aparición de la extrema derecha y de la búsqueda, como en esencia de lo que es la nacionalidad y el origen.

Daniel J. Meyer: El auge de la gente idiota porque si eres racista o machista, no es de ideología, es de gente corta, no hay margen. Una persona que mira a los ojos no puede ser ni machista, ni homófobo, ni racista…no puede.

 

 

Lluís, ¿con qué idea preconcebida ibas de A.K.A. cuando la viste la primera vez como espectador y cómo saliste de la función?

Lluís Febrer: Yo fui a A.K.A. muy engañado (risas). Fui a ver un monólogo sobre el amor adolescente y de golpe me encontré con una obra política y reivindicativa. No me lo esperaba en absoluto, creo que he sido uno más, de los que se sorprendieron con esta propuesta. Me sorprendió muchísimo la importancia del trabajo que hacía Albert Salazar, del peso que tiene el actor. Creo que no es nada habitual encontrar una obra que la lleve exclusivamente un actor tan joven, creo que hay una idea de que la gente joven no está preparada aún o no tiene tablas suficientes como para aguantar un monólogo de una hora y cuarto y me gustó muchísimo ver que sí se estaba dando una oportunidad y que funcionaba. Había visto muchos monólogos de actores muy maduros y asentados. Albert era un actor que era una cara nueva. Y yo soy una cara nueva en la industria. Estoy empezando. Y que me den esta oportunidad es un regalo. Creo que hay actores jóvenes muy preparados.

 

Una vez que formas parte del montaje, ¿te ha dado Albert Salazar algún consejo?

Lluís Febrer: Hablé con Albert después de los ensayos, y la verdad es que me habló mucho más de Montse y de Dani, de cómo son, de cómo trabajan, de lo que me iba a encontrar de cada uno, que de la obra. También es verdad que le sorprendió que estaba muy tranquilo. Yo salí de los ensayos muy tranquilo, viendo que la obra funcionaba, que el texto funcionaba y que el trabajo de Montse funcionaba. Yo le comenté a Albert que mis nervios eran quizás no bajar el listón, A.K.A. tiene muy buena reputación, es una obra premiada, que ha gustado mucho y mi responsabilidad de alguna manera, era no bajar de ahí. Esos eran mis nervios. Albert me comentaba que sus nervios eran distintos, iban más por el miedo de si eso iba a funcionar, si iba a gustar, si se iba a entender…yo con todo eso iba seguro. Me recomendó muchísimo que jamás fuera a hacer la obra sin descansar, de reseca, habiendo dormido poco, que me iba a pasar factura segura.

Daniel J. Meyer: Eso es imposible. Tú piensa que él antes de ponerse delante del público, hace un pase completo. Además de hacer un calentamiento físico, hace un super trabajo para meterse en el papel. Ten en cuenta que con Albert estuvo un año de ensayos y con él fue un mes. Montse le decía que estábamos haciendo un proceso de cortocircuitarse su cabeza, porque tenía que saberse la partitura perfecta para después descontrolarla y que le arrastrara un torbellino. Montse y yo flipábamos mucho porque hacer ese trabajo en un mes, era una burrada. Lluís se lo ha currado cantidad. Sellar esto en un mes, es muy difícil.

 

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El equipo que conforma ‘A.K.A.’ son Montse Rodríguez Clusella, Lluís Febrer y Daniel J. Meyer

 

Qué diferencias notas sobre el personaje como espectador y cuando ya el personaje transita sobre ti.

Lluís Febrer: Yo creo que uno es actor 24h al día y cuando fui a ver A.K.A. salí envidioso. Pensé que, como intérprete, tendría que ser una experiencia increíble. Yo quería experimentar eso, y ahora, es así. Entendí la historia la comprendí, empaticé con Carlos como público, pero yo creo que cuando eres actor y vas a ver una obra de teatro también estás en el trabajo que te están enseñando. Sabes qué están trabajando, qué están haciendo y esa visión no me la quité como público. Ahora, sí que es verdad que cuando empecé a conocer al personaje, me llevé muchísimas sorpresas. Es un regalo de personaje que pasa por muchos estados. No es que hagas el personaje en una situación concreta, es que estás explicando la vida del personaje: quién es, cómo es su vida, cómo son sus amigos, cómo es su familia, cómo se mueve, lo que piensa, lo que le gusta… No es sólo que lo sepas para luego ubicar el personaje en un contexto, es que tienes que conocer a Carlos porque cuentas cómo es Carlos y eso es genial. Hay algo de entender a Carlos, el mundo de Carlos, las personas que están en su mundo y cómo se relaciona él con esas personas.

 

¿En qué cosas crees que no tienes nada que ver con el personaje?

Lluís Febrer: Creo que Carlos tiene una inocencia que creo que yo no tengo tanto. Carlos hasta que no le han hecho daño claramente, intenta entender y comprender al otro, sin culpabilizar. En la obra no está enfadado con nadie en ningún momento y como Lluís me parecía muy fácil caer en ese juego. Creo que eso es lo que más me separa de Carlos y, en los ensayos, me llevaba a enfadarme. Eso es una de las cosas más guais que tiene Carlos y creo que quizás eso es lo que más me aleja si yo, como Lluís, viviera esta experiencia probablemente no la viviría de la manera en que la vive Carlos.

Daniel J. Meyer: Tanto Montse como yo le insistimos mucho en que no se enfadara porque ser adulto le llevaba a eso. Si él no se enfada, el que se enfada es el público.

 

A lo largo de tu vida, ¿te has sentido juzgado injustamente por algo?

Lluís Febrer: Yo creo que lo que me ayudó a entender las injusticias que vive el personaje o los prejuicios que lleva encima Carlos fue mi orientación sexual. Muchas veces me he sentido etiquetado rápidamente, no como homosexual, al contrario, como heterosexual. Me he sentido muy juzgado. En mi caso, ha sido como un proceso extraño porque yo siempre he estado muy cómodo con mi orientación sexual, entonces, verme señalado como heterosexual me obligaba a mi a quizás colocarme en ese estado, a reprimir quizás mis impulsos más femeninos, intentar seguirle el rollo a esa gente. Al no identificarme rápidamente, sentía la obligación de tener que explicarlo porque yo no quería que me percibieran como heterosexual. Yo tenía muy clara cuál era mi orientación y me sentía con la obligación de remarcarlo y de señalarlo y decir, “No, no, no…yo no”.  A Carlos le pasa igual, se le percibe de una manera y se ve con la obligación de señalar que no es de esa manera.