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Leyre Abadía y su pasión por la palabra

«Creo que la aceptación de lo que eres, dónde y cómo estás es algo necesario y reconfortante para sentirte realizado y en paz».

 

Por Sergio Díaz

 

Leyre Abadía es la autora, directora e intérprete de Veranillo de un minuto, una obra deliciosa e intimista en la que reflexiona sobre la importancia de la educación, sobre la fuerza de los sueños y sobre el poder de las palabras… y también de los silencios.

 

¿Cómo te surge la idea de llevar adelante Veranillo de un minuto?

Tras un curso que realicé con Pablo Messiez llamado ‘Correspondencia’ donde, entre otros muchos ejercicios, realicé una improvisación sobre la idea de escribir una carta cuando eres niña a tu yo futuro. Dado que la respuesta del público fue muy positiva, me lancé a escribir un monólogo sobre ello.

 

¿Lo que cuentas en la obra te pasó a ti? ¿De niña tuviste que escribir una carta a tu yo futuro imaginando tu vida?

Sí, me paso a mí y la escribí con 15 años como ejercicio en clase de Literatura.

 

Tu vocación para ser actriz comienza muy temprano. ¿En esa carta ya lo plasmaste? ¿Esa carta ha reflejado cómo se ha desarrollado de verdad tu vida?

Muy temprano, desde que tengo uso de razón. Sí, en esa carta estaba escrito. Esa carta fue, en un primer momento, decepcionante, porque acerté en todo, pero con el paso de los años, me he dado cuenta de que es maravilloso haber logrado plasmar con quince años el lugar donde soñaba estar y haber acertado.

 

Sin embargo, la mayoría de las personas no alcanzan sus metas. Eso también está en tu obra. Puede ser complicado este ejercicio de mirar hacia atrás y ver en qué nos hemos convertido, ¿no? Pero es algo muy necesario también. ¿Lo crees así?

Así es, hay que mirar atrás para comprender donde estamos y aceptar donde hemos llegado, de momento. Creo que la aceptación de lo que eres, dónde y cómo estás es algo necesario y reconfortante para sentirte realizado y en paz.

 

Y soñar con ser actriz y poder cumplirlo habrá merecido la pena, pero ¿es tu situación laboral como lo soñaste de niña? ¿Querrías cambiar algo?

Acepto mi situación, pero no me conformo. Por eso mismo, voy creando proyectos propios que me dan la mayor satisfacción profesional y personal que nunca hubiera podido imaginar.

 

¿Quiénes son María, Sofi y Eli? ¿Has tomado como referentes a algunas compañeras de clase que tuvieron que realizar el mismo ejercicio que tú? ¿o son distintos modelos personales sobre cómo abordar un hecho como el que planteas?

Son personajes ficticios, no me he basado en ninguna compañera.

 

Leyre Abadía y su pasión por la palabra en Madrid

 

No sé si mantienes contacto con esas amigas/os de clase que escribisteis la carta, ¿habéis hablado de ese momento en el que la carta retornó a vosotras/os? ¿Sus vidas son como las describieron 10 años atrás?

Este montaje lo hice para el instituto donde estudié y en el Teatro Gayarre de Pamplona, así que ahí vinieron muchos alumnos que leyeron su carta y me contaron sus experiencias.

 

Nunca es fácil levantar un proyecto escénico, pero aún más hacerlo sola, porque tú diriges, produces, interpretas los tres papeles de la obra… Imagino que habrá sido un proceso laborioso y difícil. ¿Qué es lo más complicado de todo?

Así es, aunque para la dirección, pedí ayuda a mi amiga Mamen Camacho para que me guiara porque si no, el vértigo de enfrentarme al público sin tener una visión y guía externa hubiera sido demasiado grande.

 

Pero imagino que haber podido plasmar en el escenario una historia como esta, tan tuya, te llenará de satisfacción como creadora…

Como he comentado antes, este montaje me ha llenado de felicidad y me ha regalado grandes momentos. Lo siento como si fuera parte de mí. Disfruto tanto haciéndolo…

 

Llevas ya un tiempo mostrando este trabajo. Has llevado tu obra a Argentina e imagino que a otros muchos lugares. Es una obra muy universal, que habla de cosas que nos pasan a todos. ¿Qué feedback recibes del público cuando sale de ver la obra?

Muy bueno, la verdad. Por eso me he animado a retomar la obra tras estrenarla hace un tiempo. Parece ser que se emocionan, ríen, reflexionan, salen conmovidos, o eso dicen jajaja.

 

Además de reencontrarte contigo misma, ¿has querido hacer en esta obra un homenaje al profesor que te propuso ese ejercicio?

Por supuesto. Mi personal homenaje al gran profesor de literatura, Mariano García. Es el profesor que todos alumnos debieran tener una vez en la vida, porque te daba libertad creativa, te ayudaba a pensar, y sobre todo amaba su profesión y la materia que impartía. Además, con él vine por primera vez a Madrid, ya que nos trajo a toda la clase de 4º de la ESO a ver La casa de Bernarda Alba en el teatro María Guerrero, después de trabajar la obra, minuciosamente, en clase. El viaje de ida y vuelta desde Pamplona lo realizamos en el día. Llegamos, literalmente, muertos, pero sin duda, ese fue uno de los viajes más significativos y emotivos de mi vida. Casualmente, diecinueve años más tarde, mi primera actuación, con otro proyecto propio, escrito por Carmen Losa, La esfera que nos contiene fue en ese mismo teatro, en el María Guerrero. Me emociono solo de recordar el día que pisé el escenario de ese teatro, pero esa vez como actriz. Cierto es que actué en la sala pequeña del teatro, La Princesa, pero para mí es igual o más grande que la sala principal.

 

La esfera que nos contiene, ese otro proyecto que comentas, es un homenaje a las maestras y maestros de los primeros años del siglo XX. La educación y los que la imparten es un tema que te interesa… ¿Habría que reivindicar aún más las figuras de los educadores en este país?

Claro que sí. El progreso y el desarrollo de una sociedad se basa en la educación de esta. El aprendizaje, bienestar, estimulación, etc. de las personas más importantes que uno puede tener, sus hijos, dependen en gran parte de los educadores. Son grandes por su esfuerzo, por su amor y entrega y hay que otorgarles el papel que se merecen, protagonistas de unas de las épocas más importantes de la vida de todos y cada uno de nosotros. La educación debe adaptarse a los cambios, por ello, reivindico incorporar de manera más significativa el trabajo de la inteligencia emocional en las aulas.

 

La obra trata sobre el poder de la palabra. ¿Qué poderes tienen para ti las palabras?

Todo. Y mucho más ahora que mucha gente se siente más cómoda con los mensajes, y la interpretación de estos es muy subjetiva. Sin embargo, escuchar las palabras de alguien no deja lugar a dudas. Es tan bonito decir y expresar con palabras lo que uno siente, necesita, valora de los demás, etc. Es tan importante decirlo como escucharlo.

 

¿De dónde viene la expresión ‘Veranillo de un minuto’? ¿O es hacer spoiler?

Jajajaja, efectivamente. Hay que ir a la sala Plot Point para descubrirlo.

 

Leyre Abadía y su pasión por la palabra en Madrid

 

Ireala Teatro es la compañía teatral que tú has fundado. ¿En ella puedes llevar a cabo esos proyectos o esas historias que más te interesan como actriz?

Sí, desde ella voy generando proyectos, que, como digo, satisfacen mi necesidad de actuación y me hacen sentir realizada como actriz.

 

¿Tenéis algún proyecto entre manos para presentar próximamente?

Sí, estamos trabajando un nuevo proyecto en el que no estoy sola. Me acompañarán dos grandes mujeres que prefiero no desvelar sus nombres, porque estamos en el inicio del proceso de trabajo, pero que son tan buenas profesionales como grandes personas.

 

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