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Gemma Cuervo Max de Honor 2021

«Siempre he sentido que me querían y que me respetaban»

 

El Comité Organizador de los Premios Max de las Artes Escénicas ha otorgado el Max de Honor a Gemma Cuervo «por todo su desempeño en el campo de las artes escénicas». El comité, que ha resaltado su vasta trayectoria como intérprete y la ha reconocido como figura pionera, también ha destacado su labor como empresaria del teatro español, su compromiso con el repertorio teatral y amor profundo al teatro.

La intérprete catalana recibirá el galardón el próximo 4 de octubre de 2021 en el Teatro Arriaga Antzokia de Bilbao durante la ceremonia de entrega de la XXIV edición de dichos premios organizados por la Fundación SGAE. A lo largo de sus más de 60 años de carrera artística ha trabajado en la compañía de Adolfo Marsillach, en la de José Tamayo, ha montado su propia compañía junto al que fuera su gran amor, Fernando Guillén, y ha hecho cine y televisión.

Esta gran señora, memoria viva del teatro español, nos concede una entrevista, ni más ni menos que por videollamada, cargada de emociones y con una ilusión manifiesta que no disimula a lo largo toda la entrevista.

 

Un encuentro emocionado con Gemma Cuervo

 

Por Ka Penichet

Foto portada Luis Camacho / Fundación SGAE

 

(El teléfono da tonos, descuelga, me pregunta cómo me llamo y como si precisara de una presentación arranca ella la entrevista)

Cathaysa, hola. Soy Gemma, y para los que me quieren Gemmita.

 

 

Me gustaría decirte que te admiro profundamente y que parte de esa admiración me la inculcó mi abuela. Me siento muy emocionada porque si hoy pudiera contarle que te estoy entrevistando a ti, estaría muy orgullosa de mi…

Qué rica tu abuela.

 

Era muy fan tuya…

¿Y te ha dejado a ti que seas fan mía?

 

Claro que sí, es imposible no serlo.

Qué bien, me produce mucha alegría.

 

Primero que nada, quiero darte la enhorabuena por el Max de Honor, ¡ya era hora! ¿no?

Bueno, no lo sé, pero la verdad que me hace mucha ilusión que sea incluso ahora, no lo tengo en cuenta. Nada más que la felicidad que me trae el que me lo otorguen.

 

Parece que estás en racha. En diciembre la Federación Española de Teatro Universitario te concedió un premio que reconocía la trayectoria profesional, ahora eres madrina del Festival de Clásicos en Alcalá y ahora el Max…

Estoy encantada. ¡Ay, qué ilusión tengo! No lo puedes imaginar.

 

Hagamos un viaje en el tiempo y vayamos a tus inicios en el teatro, ¿qué o quién te despertó el amor a esta profesión?

Yo, de pequeñita, toda la vida decía: “llevadme al cine y al teatro”. Siempre ha sido así. Yo le decía a mi mamá o a mi tata que le dijeran al acomodador: “esta niña del plumier rojo, la vendremos a buscar dentro de dos horas que termina la película” (risas), y nunca fue así, pero yo lo intentaba para quedarme en el cine o en el teatro. Quería ver cosas que eran imposibles dentro de casa.

 

¿Qué dificultades has encontrado a lo largo de tu carrera?

Han sido más bien físicas que anímicas. Han sido dificultades de teatros que estaban mal cuando hacíamos tournée. Los pueblos estaban abandonados y hacía mucho frío, no nos cuidaban… Después de que nosotros lo evidenciábamos y de las nuevas generaciones que han ido mandando en los sitios, pues se ha remediado y, ahora ya son teatros habitables, tanto para el público como el actor, el director y el apuntador, bueno ya no hay apuntador.

 

¿Y como mujer?

Ninguna, se ve que les doy miedo (risas). Al contrario, he sentido siempre respeto y bonanza. Siempre he sentido que me querían y que me respetaban y que todo estaba bien.

 

Desde mi punto de vista, has conseguido ser Gemma Cuervo, a secas. Hoy en día, supone una lucha para muchas mujeres. ¿Cómo se consigue que no te etiqueten como “la mujer de…”?

Bueno, yo era Gemma Cuervo y Fernando Guillén era mi marido, no era yo la mujer de Fernando Guillén. Él era mi marido y yo era su mujer. No nos etiquetaban así. Nos querían mucho, te puedo decir que cuando entrábamos en un restaurante a cenar o comer, la gente se ponía de pie y nos aplaudían. Es una anécdota bien bonita.

 

Gemma Cuervo Max de Honor 2021 en Madrid
La actriz Gemma Cuervo, Premio Max de Honor 2021. Foto: Luis Camacho / Fundación SGAE

 

Fuiste testigo de cómo la censura ponía el ojo sobre las artes escénicas, ¿guardas algún recuerdo?

Teníamos una compañía que en algunos momentos nos arruinaron una obra, pero tampoco nos metieron en la cárcel, no hicimos méritos para ello. Nunca nos suspendieron ninguna función. Había un censor que se paseaba por allí, para ver si podía hacer o no, y parece que lo entendía.

 

La vida de un artista tiene un camino irregular, a veces estás arriba otras abajo… ¿cómo recuerdas tú los momentos más bajos?

Normalmente acojo las horas ni muy arriba, ni muy abajo. Cuando estoy arriba no lo acepto como que se acaba el mundo y cuando estoy muy abajo tampoco. Hago un entrevelado de una cosa y otra. Soy bastante práctica en la vida, no sé explicártelo mejor.

 

Por eso te ha ido tan bien…

Sí, es verdad, realmente me ha ido muy bien. También yo no daba problemas, no tenía exigencias de actriz de antes. Tenía exigencias que no lo eran sino la necesidad de que los ensayos fueran regularmente perfectos para poder presentar al público un espectáculo que no se podía hacer a medias o mal. El público necesita ver cosas muy bien hechas, con mucha ilusión, y yo siempre tenía esa necesidad. Por eso, siempre estaba rodeada de gente muy importante con capacidad de pensar que primero había que hacerlo muy bien y ser un espectáculo encomiable y no una mediocridad.

 

¿Sientes, que a lo largo de tu carrera artística, te haya quedado algún papel por hacer? 

No, no tengo esa espinita. No, hija no, no he tenido tiempo. Además, tengo tres hijos, a los ocho días ya estaba trabajando.

 

¿Has interpretado algo con tus hijos, Cayetana o Fernando?

Interpretar juntos, no. Ellos tienen su carrera y yo tengo la mía y no hemos coincidido.

 

¿Hay alguna decisión de la que te hayas arrepentido con el paso del tiempo?

Cuando me ha ido bien cambiar de compañía lo he hecho. A Adolfo Marsillach le sentó fatal, eran tres días nada más, pero yo necesitaba estar en la compañía de Tamayo. Luego, lo entendió y me llamó otra vez para hacer cosas importantísimas en el teatro con él.

 

Gemma Cuervo Max de Honor 2021 en Madrid
Gemma Cuervo posa sobre el escenario del María Guerrero junto al cartel de esta edición del los Premios Max. Foto: Luis Camacho / Fundación SGAE

 

Recuerdo que hace casi diez años coincidí contigo en una función de El malentendido en Matadero interpretada por tu hija Cayetana, y me emocionó la admiración que, en ese momento, demostraste por su trabajo…

Es que yo tengo una admiración muy fuerte por ella. Es una niña que vale muchísimo, que es muy buena compañera, muy buena persona y llena de cosas dulces para estar con ella. Es un regalo que, si somos cristianos, me ha dado Dios y si no, pues la naturaleza o mi cuerpo. Con mi hijo Fernando me pasa igual, cuando lo veo en escena, lo veo como un compañero y no como madre e hijo.

 

Yo me levantaré con la misma admiración a aplaudir cómo recoges esa merecida manzanita…

Pues entonces, ¡ay, por favor! no te olvides nunca de cuando estemos allí de acercarte a mí, darme un beso y decirme quién eres y recordarme que hemos estado hablando hoy.

 

(Un nudo en la garganta termina secuestrando las palabras que tenía pensadas para despedirme de ella y sólo atino a decirle: “Qué bonita eres, Gemmita”).

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