SUSCRÍBETE
Eva_Higueras_Godot_01

Eva Higueras y su teatro más personal

«Sueño con contar historias, con conmover a la gente, con hacerla pensar o reír. Sueño con poder vivir de lo que amo»

 

Eva Higueras es la impulsora de ofrecernos En el aire, obra que se estrena en el Teatro Lara.

Se trata de un texto original de William Mastrosimone, pero la versión que vamos a ver es una adaptación que hizo Miguel del Arco en 1998 y que ahora Antonio Hortelano ha vuelto a tamizar con gran acierto según nos cuenta la propia Eva. Jimmy Barnatán será su compañero de reparto y juntos nos invitan a acompañarles en este viaje sobre la fragilidad del ser humano.

 

En el aire con Eva Higueras

 

Por Sergio Díaz

Foto de portada: Eva Higueras. ©Javier Mantrana

 

¿Cómo llegas a este proyecto de En el aire? ¿Qué te sedujo de la obra para querer montarla?

Fue a raíz de un curso que hice con John Strasberg hace unos quince años. Buscando escenas para trabajar, otro actor, Josep Linuesa, me propuso hacer una de esta función, que él había interpretado en Barcelona. Me pasó el texto para leerlo y tuve un auténtico flechazo. Supe, casi inconscientemente, que algún día lo montaría.

Lo que me sedujo de esta obra fue algo que he podido poner en palabras mucho tiempo después. Porque la primera vez que la leí, como pasa tantas veces con hechos cruciales de la vida, no supe explicar exactamente lo que me atrapó. Ahora creo que fue la relación de estos dos seres maravillosos, inadaptados, tiernos, frágiles, diferentes, especiales… que tratan de comunicarse desesperadamente, que se necesitan desesperadamente… Y todos los temas de los que trata la función a mí me inquietan, en el buen sentido de la palabra. Me importan. Mucho.

 

 

En el aire fue la primera adaptación teatral que hizo en 1998 Miguel del Arco. ¿Has hablado con él? ¿Os ha contado cómo la llevó a cabo?

Sí, hemos charlado con él. Es un hombre encantador. Nos ha dado mucha libertad para crear nuestro propio universo, sin ningún tipo de condicionante, sobre todo para Antonio Hortelano, que la dirige. Por eso no hemos hablado apenas de su montaje. Pero imaginamos que esa obra de 1998 con Miriam Montilla e Israel Elejalde y bajo la dirección y versión de Miguel, debió ser maravillosa. Hubo otro montaje previo, con otra versión (llamada El quinto cielo), que hizo en 1985 José Pedro Carrión, fascinado también con la pieza. Tuvo una muy buena crítica de Haro Tecglen en El País.

 

¿Por qué habéis elegido la versión de Miguel del Arco y no directamente la de Mastrosimone?, ¿Qué diferencias hay entre ambas?

Hay unas tres o cuatro versiones de este texto en castellano y, al leerlas, no dudamos en que ésta, para nosotros, era la mejor. Hacer la traducción directamente del inglés no nos lo planteamos en principio, pues la versión de Miguel del Arco nos encantó. Tiene un lenguaje directo, actualizado, con giros y bromas adaptadas a nuestro contexto y a nuestro país. Y el título en castellano creo que es realmente acertado pues, The Woolgatherer, hace referencia a la “persona que vive fuera de la realidad”.

 

Ha pasado mucho tiempo desde 1998 y Miguel del Arco ha llegado muy lejos gracias a su talento. ¿En esta primera adaptación que hizo ya se veían atisbos de lo que ha llegado a ser?

Por supuesto. Yo creo que el talento de un ‘grande’ aparece ya reflejado en sus primeros trabajos. En este texto hay vida, está maravillosamente adaptado, modernizadas expresiones que podrían haber quedado antiguas (no olvidemos que Mastrosimone lo escribió en 1979)… La acción original se sitúa en EEUU, pero Miguel, para nosotros con gran acierto, la acercó a nuestra realidad.

 

¿Cuáles son los temas que aborda En el aire?

Esta obra habla de los sueños, de los castillos que creamos en el aire para poder vivir. Habla de la muerte, de la locura, de la fragilidad del ser humano, de la urgente necesidad de encontrarse con el otro y ser comprendidos. De las corazas que nos creamos para sobrevivir. Y de que a pesar de las diferencias y del miedo a ser dañados, o incluso destruidos, podemos acercarnos a alguien y rozarnos el alma. La obra de Mastrosimone es pura belleza salpicada de barro, como la vida.

 

La incomunicación es uno de esos temas que se aborda también en la obra. Estamos una época hiperconectada y mostramos nuestra vida sin reparos en RRSS, pero quizá, en el fondo, ¿nos cuesta más que nunca hablar de las cosas que nos preocupan?, ¿O quizás es querer escuchar al otro lo que verdaderamente nos falta?

Yo creo que precisamente esta hiperconexión e hiperexposición nos hace, en el fondo, más herméticos. En las RRSS mostramos el lado más amable de nuestra vida, incluso un lado demasiado amable y demasiado maravilloso. No deja de ser un puro escaparate. Pura mentira. Pura máscara. Vivimos ávidos de ‘likes’. Y claro que nos cuesta más que nunca hablar de lo que nos preocupa. Y claro que nos cuesta escuchar al otro. Y sobre todo, mirar al otro. Creo que ahora nos miramos menos, en el más profundo sentido de la palabra mirar. Ahora el ego, el monumento al ‘yo’, ha cobrado su gran protagonismo. Por eso es necesario un texto así, descarnado, duro, bello, real, desnudo, valiente…

 

¿Qué está aportando la mirada de Antonio Hortelano al montaje?

Aun a riesgo de parecer exagerada o subjetiva, Antonio, como director, me ha sorprendido con letras mayúsculas. Yo ya le admiraba como actor, pero no podía imaginar que tuviera tantísimo talento en esta otra faceta. Su mirada lo aporta TODO. Para empezar, tiene un sentido brutal del lenguaje cinematográfico que, aplicado a la escena, para mí es de una modernidad que no es fácil ver en el teatro. Su sentido del ritmo interno, del plano, del foco (hacia dónde y cuándo llevar la mirada del público)… son increíbles. Es minucioso y a la vez nos da libertad. El hecho de que sea actor también es estupendo porque comprende mejor nuestros miedos, nuestras corazas, y puede ayudarnos desde ese lugar. También hace que tengas confianza en ti y eso te permite jugar más, atreverte… Él no persigue ‘intenciones’ sino estados de ánimo, como en la vida. Dar intenciones al texto es interpretarlo y él quiere llevarnos más lejos, quiere que saltemos sin red… ¡pero sabiendo que no nos vamos a dar un batacazo! Quiere que rastreemos caminos no conocidos. Para mí, como actriz, está siendo un viaje apasionante. Trabajar con un director así es estupendo. Yo no dejo de repetirle que tiene que dirigir más, que dirigir mucho. Es fascinante. Podría hablar horas sobre la ‘mirada’ de Antonio Hortelano. Ojalá Jimmy y yo sepamos estar a la altura de su mirada.

 

Jimmy es Jimmy Barnatán, tu compañero de reparto. ¿Qué nos puedes decir de él?, ¿Ya le conocías de antes?

Pues debo reconocer que no le conocía, a pesar de que goza de gran popularidad. Es cantante, actor y escritor. Y maravilloso en las tres facetas. Como cantante es brutal, su estilo es inconfundiblemente americano (ha pasado muchas temporadas en Nueva York y sigue yendo y tocando allí) y su voz, potente y rasgada, es una de las más singulares del panorama nacional. Yo aquí le he descubierto como actor, y aunque Antonio ya me adelantó que era maravilloso, he podido comprobarlo con creces. Es un actor intuitivo y con una capacidad de transmitir verdad apabullante. A mí me desarma, en el buen sentido, en el escenario. Sólo tengo que mirarle al profundo verde de sus ojos y ya tengo medio trabajo hecho. Hacemos una pareja singular y yo creo que con mucha química. Espero que podamos juntos llevar al espectador a esos lugares increíbles a los que estamos yendo.

 

En_el_aire_Godot_01
Eva Higuera y Jimmy Barnatán, protagonistas de ‘En el Aire’

 

¿Qué simbolizan las grullas dentro del texto?

Pienso que pueden simbolizar muchas cosas… Pero creo que principalmente el ansia de libertad. Son aves de una belleza estilizada y plumas muy ligeras, capaces de volar larguísimas distancias. Tampoco es casual el hecho de que se emparejen de por vida.

La grulla es considerada el ave más antigua de la tierra, hay pruebas fósiles de hace más de 60 millones de años. Ya en la mitología griega y romana, interpretaron el baile de las grullas como el amor a la alegría y la celebración de la vida. La grulla se consideró como un ave de Apolo, el dios del sol, que trae la primavera y la luz. La luz… Fundamental en esta obra. Los japoneses se refieren a ella como “el pájaro de la felicidad” y los chinos como “grulla celeste”. Sus alas de largo alcance se cree que son capaces de llevar las almas al paraíso, y a la gente a niveles más altos de elevación espiritual.

 

La protagonista de la obra a la que tú das vida es una chica frágil, con un mundo interior complejo. ¿Qué te ha interesado de ella?, ¿Desde dónde has trabajado para meterte en su piel?

Lo que me interesa de ella es precisamente esa complejidad de su mundo interior. Yo estoy de acuerdo con eso de que “cuando leemos, en realidad NOS leemos”; así, creo que cuando un personaje nos fascina es porque conectamos con él de una manera profunda y, a menudo, nos parecemos a él más de lo que pensamos. Yo puedo entender a esta chica soñadora, frágil, vulnerable, especial. Comparto con ella muchas inquietudes, muchas obsesiones… Para meterme en su piel estoy trabajando mucho desde mí, realmente no me pilla tan lejos su mundo interno.

 

Háblanos un poco de Camerino Nº5, obra que has estado representando en OFF Latina hasta hace nada. Es también un proyecto muy personal, ¿no?, ¿Cómo te nace llevarla a cabo?

Pues sí, es el proyecto más personal que he hecho nunca, por muchos motivos. Para empezar, porque lo he escrito yo. Y lo ha dirigido un actor inconmensurable, que es además, mi ‘socio’ de vida: César Sánchez (la dirección la firma bajo el pseudónimo de Don Luqui).

La idea nació de un deseo profundo, el de representar un papel que es muy poco probable que me dieran nunca: el Marco Antonio de Julio César, de Shakespeare. Esta idea fue tomando forma en mi cabeza y pasó tiempo hasta que la escribí. A la vez me interesaba hablar de la profesión de actor, y pensé que sería estupendo que una actriz en su camerino, antes de interpretar el papel con el que siempre soñó, fuera dando vida a otros muchos hitos femeninos de la historia del teatro. Y qué mejor interlocutor que el espejo en el que se maquilla cada noche, cómplice de años de carrera. Testigo de sus miedos, alegrías, penurias, sueños…

César, con 50 años de teatro encima, conociéndome profundamente, me ha guiado con mano maestra dejándome volar.

 

Esta obra que has construido es un viaje por la historia del teatro universal. ¿Por qué has ido eligiendo estos personajes para recitar sus diálogos?

Porque son todos personajes que, por un motivo u otro, me atraen poderosamente. Con ellos transito por casi todas las grandes pasiones humanas. Son quince en total; fascinantes, pero muy diferentes todos ellos entre sí. Y eso es un regalo para cualquier actriz. Además, como inicial propuesta de dirección, aunque no sea algo evidente para el espectador común, la interpretación de cada personaje la abordamos desde el estilo de la época en que fue escrito. Por ejemplo, Electra habla desde la máscara hierática del teatro griego, me sumerjo en María Estuardo desde una interpretación más romántica, o abordo a Sonia de Tío Vania con un estilo más naturalista…

 

Has situado la obra en la época de Catalina Bárcena, una actriz muy importante en nuestra historia escénica, pero que cuenta con poco reconocimiento. ¿Qué te atraía de su figura como para situarte en la obra dentro de su compañía?

Realicé sobre ella un trabajo de Doctorado, hace ya unos años, e investigué a fondo su recorrido vital y profesional. Quedé prendada de su figura y quise rendirle también, con esta función, un pequeño homenaje. A ella, y a tantos otros actores y actrices que han quedado sumergidos en el olvido. Catalina forma parte de una generación de actores brillantes que, en su época, llevaron mucha modernidad al teatro. Ella incluso viajó a Hollywood y trabajó en el cine (allí y en nuestro país).

También me encanta como actriz, rodearme de cosas ‘reales’ en la medida de lo posible: vestuario y atrezzo son fieles a la época (principios del siglo XX) y el texto está lleno de nombres y circunstancias que realmente ocurrieron. Incluso la función ‘transcurre’ en una fecha concreta: el 25 de mayo de 1917.

 

Camerino_numero_5_Godot_01
Eva Higueras en ‘Camerino Nº5’

 

¿Qué diferencias hay, a nivel de energía, de piel, entre hacer un monólogo dramático o una obra con otros intérpretes acompañándote?

Pues la diferencia, para mí, es que el vértigo es mucho mayor en la soledad escénica. Aunque, también, paradójicamente, lo es la libertad. Estás sola en el escenario para bien y para mal. Careces de la mirada del otro, que siempre te ancla al momento presente, y tienes, creo yo, que usar más la imaginación para “construir” una realidad. Pero también cualquier cosa es posible… Estás solo y puedes volar, inventar, improvisar en el caso de algún ‘accidente’ u olvido. Para mí hacer este monólogo es un reto y, aunque siempre, antes de cada función, las mariposas del estómago vuelan deprisa, al terminar, exhausta, siento una gratificación difícil de poner en palabras.

 

¿Sientes más responsabilidad al trabajar en proyectos que han nacido de ti?

Yo creo que un poco sí, pero no tanto por el resultado, como porque tengo que abarcar mayor responsabilidad y eso me estresa. Al producirlos, hay muchos aspectos que debes controlar y gestionar, y cuando sólo trabajo de actriz, me centro en eso, que es lo que me apasiona. Pero claro, cuando genero proyectos, sola o en compañía, no me queda más remedio que dedicar parte de mi energía a esas labores de producción.

 

¿Qué recorrido esperas que tenga Camerino Nº5?

El recorrido con el que sueño es seguir haciéndola. Mucho y en  muchos teatros diferentes. Mi sueño mayor sería hacerla en la Sala pequeña de un Teatro Nacional. La obra la estrené en el 2013, hace ya ocho años, y ha recorrido distintos espacios en Madrid; Teatro Lagrada, El Umbral de la Primavera, la Lola Membrives del Teatro Lara, ahora el OFF Latina… Pero como es una función que puedo hacerla siempre, hasta con 90 años, si la energía me lo permitiera, al terminar una pequeña ‘temporada’ yo pienso que la dejo dormir, y que en cualquier momento puede volver a despertar. En cualquier momento, Florita puede volver a su Camerino Nº 5.

 

¿Esta obra es una declaración de amor al teatro?

Por supuesto, es mi GRAN declaración de amor al teatro. Escribiendo esta obra he querido dar la mano a todos aquellos actores que no llegaron tan alto como querían, a los que tuvieron que irse sin rozar siquiera algo de luz, a los que se conformaron con la misma frase hasta el infinito, porque no pudieron o no supieron hacer otra cosa, a los que lucharon por encontrar su sitio y se les negó, a los que dieron su vida por la profesión que amaban, a los grandes que se quedaron pequeños y a los pequeños que soñaron con ser grandes, a los que tiraron la toalla cerca ya de la meta de esta maldita y sublime carrera de fondo, por mero instinto de supervivencia, a los que día a día supieron aguantar y no perdieron la fe nunca, a pesar de los reveses… He querido darles la mano a ellos y a mí misma, que sigo aquí, intentando avanzar entre la espesura… y seguir amando apasionadamente, hasta el fin, la profesión de cómico.

 

¿Cómo te hace sentir estar cumpliendo tu sueño de ser actriz?

Si me paro a pensarlo, cosa que no suelo hacer mucho, me siento profundamente feliz, agradecida a la vida. Porque yo no sueño con la gloria, como dice Nina en La gaviota. Yo sueño con vivir muchas vidas, dentro de mi propia vida finita. Sueño con poder vivir de lo que amo. Sueño con contar historias, con conmover a la gente, con hacerla pensar, o sólo reír, con sacudirla o entretenerla… Da igual. Yo, como Florita, siempre sueño. Y no quiero dejar de hacerlo.

 

Toda la cartelera de obras de teatro de Madrid aquí

Comparte este post