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Sandra Marchena y su proyecto más personal

“Esta obra es una historia de empoderamiento y realización personal que nace de muy adentro”

Sandra Marchena es la dramaturga, directora e intérprete de Sincronía (una comedia amarga), una obra muy personal sobre las búsquedas vitales y creativas dentro de esta profesión y que podrá verse en Plot Point. Junto a ella en el escenario estará Manuel Regueiro y cuenta con el trabajo de Carmen Mayordomo como Ayudante de Dirección.

Esta mujer multitalentosa, muy conocida por haber dado vida a Rosina en la popular serie Acacias 38, nos cuenta cómo ha sido la gestación de este interesante proyecto.

 

Foto de portada: Nines Mínguez

¿Cómo descubres tu vocación artística?

Desde pequeña me flipaban las películas, a los 13 años ya hice una obra en la escuela y no se me daba mal. En el instituto me apunté a Arte Dramático, pero era muy tímida y me tocó actuar con una chica que era muy extrovertida y entonces como que me bloqueé y estuve años sin hacer nada. Ya a los 20 años conseguí superar eso que tenía ahí y lo retomé porque quería dedicarme a esto.

A partir de ese momento empecé a estudiar en escuelas de teatro paralelamente a que trabajaba en otras cosas y fui avanzando. Estudié en una escuela en mi ciudad, Trams Expresió Sabadell, luego ya salté a la de Berty Tobías en la que estudié el método Lecoq, un método que siempre procuro aplicar a todos mis trabajos.  En ese tiempo también formaba parte de una compañía amateur que se llamaba Viéndolas venir, que tenía muy buen nivel.

 

También estudiaste en Madrid con Cristina Rota, ¿no?

Sí, cinco meses solamente, pero me gustó mucho. Lo que pasa es que yo ya tenía 28 años y me había formado en Barcelona de forma intensiva y ya no me veía cuatro años más en la escuela. Fui la única persona de primero que actuó en La Katarsis del tomatazo haciendo un monólogo y estoy muy agradecida porque aprendí mucho en esos cinco meses y además me ofrecieron quedarme allí con ellos con una beca, pero les dije que no porque yo ya quería trabajar.

 

Y empezaste a trabajar… como monologuista, donde tienes una carrera muy destacada.

Así es, con el monólogo este que tenía de La Katarsis me apunté a un concurso de monólogos y lo gané, luego fui a Paramount Comedy donde Ricardo Castella, que era el encargado de seleccionar los textos le gustó lo que yo le presenté y fui grabando monólogos y ya tiré por ese camino haciendo un montón de bolos y actuaciones. Entre medias paré de hacer monólogos porque me salieron cosas en televisión como grabar la serie La señora. Y cuando se acababa lo volvía a retomar y ya fue la etapa de El Club de la Comedia, donde quedé finalista en 2011, e hice la gira con María Juan y Ana Morgade en Las Noches de El Club de la Comedia Woman. Luego ya me llegó la posibilidad de trabajar en Acacias 38 y paré lo de monologuista y me enfoqué en la serie diaria. Los monólogos, además, es que llevan mucho trabajo, aunque la gente piense que no y grabando una serie diaria, más la formación que estaba llevando a cabo se me hacía imposible compaginar todo.

 

La verdad es que además de Acacias 38, todo lo que aparece en internet sobre ti es acerca de tus monólogos. Podrías haber hecho una carrera tremenda por ahí también…

Pues puede ser, siempre lo he pensado. En aquel momento aún las RRSS no eran lo que ahora son, no había ese efecto amplificador que a lo mejor me habrían hecho conseguir más reconocimiento del que tuve, pero bueno, fui tomando decisiones según venían las cosas.

Pero tengo pensado retomarlo si todo va bien en el futuro. Tengo un monólogo que me hace mucha ilusión mostrarlo de nuevo. Lo hice solo una vez y el público tuvo ataques de risa y fue algo muy liberador y gratificante, pero ahí quedó. Así que a ver si pronto lo puedo mostrar, aunque ahora sea un mundo muy distinto a cuando yo lo hacía y cuando te bajas de ese barco es difícil volverte a subir también, pero espero encontrar mi hueco.

 

Algo muy distinto es que ahora hay un montón de cómicas estupendas y maravillosas con un montón de éxito que son muy divertidas y no me resisto a preguntarte por el tema de La Chocita del Loro. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Pues sí, es un tema complejo. Es lo que dices, cada vez hay más cómicas maravillosas que arrasan en todos sus proyectos y sin embargo siguen sucediendo este tipo de cosas y en muchos ámbitos de las Artes y a todos los niveles sociales. Es una lástima que las mujeres sigamos teniendo que enfrentarnos a según qué cosas, que por el hecho de ser mujeres tengamos que tener más obstáculos en nuestro camino que los hombres, por mucho que haya quien diga que no existen esas desigualdades.

Sobre el tema de La Chocita tengo bastantes sensaciones encontradas y me da mucha tristeza lo que ha ocurrido. Primero las declaraciones de Fran (Carretero, gerente de La Chocita) y luego su repentino fallecimiento, porque Fran fue una persona que apostó mucho por la comedia. A mí me impulsó mucho para que, por ejemplo, hicieran un programa sobre mí en Espejo Público, me programó mucho en La Chocita… pero creo que en un momento determinado Fran dejó de confiar en las cómicas y no sé muy bien por qué. Es complejo ya te digo. Al igual que no comparto para nada las opiniones de Florentino Fernández, el talento no es exclusivo de hombres o de mujeres, no funcionamos como colectivo, cada persona tiene el suyo, lo que hay que hacer es dar las mismas oportunidades a hombres y mujeres para que puedan desarrollarlo.

Pero es maravilloso ver la cantidad de mujeres que hay haciendo cosas increíbles, como hemos dicho antes. Ahí están Susi Caramelo, Henar Álvarez, Carolina Iglesias, Victoria Martín, Virginia Riezu, Eva Soriano… por citar sólo unos ejemplos a las que el talento se les cae a cada paso que dan.

 

 

¿Son muy diferentes los códigos que utilizas cuando te subes a un escenario a interpretar un texto dramático (sea comedia o no) o un monólogo?

Sí, son cosas distintas, pero en mi caso, ambas parten de lo mismo. Para mí, al subirte a un escenario o incluso en la televisión y el cine tienes que tener una tensión física, un estado de alerta para estar despierta y puedas resolver cualquier tipo de situación que se te presente. En ambos casos no puedes ir sin esa energía, creo yo. Pero en los monólogos cómicos, de stand-up, puedes improvisar más, claro, porque no tienes un compañero al que dar el pie. Y luego, cuando estás conectada con lo que cuentas y el público también es una magia muy curiosa y muy bonita.

 

Eso pienso yo, que debe haber esas diferencias, que en una obra dramática no sé si el intérprete percibe esa energía de la misma manera durante la función. Quizá cuando se acaba y el público aplaude sí lo sientes.

De la misma manera yo creo que no, también son lenguajes distintos.

 

¿Consideras que la formación es algo fundamental para dedicarse a las Artes Escénicas?

Sí, claro, aunque no se puede generalizar tampoco, seguramente haya grandes talentos innatos que hagan un trabajo sin formación previa, pero creo que hay que formarse siempre de todas formas, que de una manera u otra te va a ayudar. Por ejemplo, yo lo he visto muy claramente en la escritura. Escribe bastante el inconsciente, pero si te formas encuentras la manera de enlazar mejor los diálogos, de ordenar las escenas, a veces si acotas tu libertad puedes transmitir más certeramente lo que quieres. Y actuando pasa parecido. Yo hice un curso con Andrés Lima y aprendes muchas cosas de su forma de dirigir que es a través del juego, a través del descubrimiento, del sentido común del texto. Otro profesor o profesora te aporta otras cosas… Es muy importante también para hacer los personajes distintos, para encontrar matices en las interpretaciones, porque si interpretas solo en base a tu naturaleza y no has ido a ninguna escuela quizás lo hagas todo de una manera uniforme.

 

Sobre todo esto me viene a la mente una frase que leí en una entrevista que le hicieron en ctxt a Paco de la Zaranda en la que decía que «No soporto el teatro en el que sale a escena el actor y no el personaje».

Claro, es que es sí. Es que es muy necesario tener otro punto de vista, de alguien que sepa, por supuesto, ya que te da herramientas para mejorar tu técnica y ser mejor y como dice el gran Paco, que en cada trabajo se vea al personaje y no al intérprete. Y también es muy importante el trabajo físico, porque el cuerpo tiene que estar entrenado para que hable también, para que una de tus herramientas de trabajo esté al día.

 

Y por eso el método Lecoq es tan importante

Sí, para mí mucho (risas).

 

¿Cómo se llevan los momentos sin trabajar en esta profesión?

Pues como se puede. Hay momentos de bajón y rachas de pensar en dedicarme a otra cosa, pero yo siempre lo he intentado de una forma o de otra. Hablando de nuevo de la formación, yo estaba en un momento largo de no haber hecho nada y me apunté a un curso de cámara con Juan León y a partir de ahí me empezaron a llamar de varias cosas, una de ella fue la prueba de Acacias 38. Así que nunca se sabe.

 

¿Y en qué momento te das cuenta de que vas a poder ganarte la vida como actriz?

A mí no me importa trabajar en lo que sea y si lo tengo que hacer porque en esta profesión se me han cerrado las puertas lo haré, porque también me gusta comer, claro, pero si te digo la verdad yo siempre he tenido un plan A  y otro A, no había plan B. Escribir y actuar son dos cosas que yo necesito, que hago indistintamente y me encanta y he luchado para poder vivir de esto (y sigo luchando cada día, claro).

 

Siguiendo con tu trayectoria, nos habíamos quedado en Acacias 38. ¿Qué te da hado esta serie?

Este proyecto me ha dado personas que he conocido muy buenas, eso lo primero. Y a nivel actoral me ha dado una libertad increíble. Estoy muy agradecida a los guionistas que confiaron en mí y que dejaron mi personaje lo llevara un poco yo, partiendo de sus excelentes guiones, sin duda, pero me dejaron esa libertad para hacerlo a mi manera. Los directores también hacían un trabajo maravilloso… muchas cosas buenas la verdad. Me llevo experiencias personales muy fuertes, me he conocido más, he aprendido mucho… También ha habido momentos en los que me he sentido un poco alienada porque es tan alto el ritmo de trabajo que no tienes tiempo de estar por ti y para ti. Así que en resumen hay de todo, cabe todo en esos años en Acacias, 38. Ha sido la experiencia más dura pero también la más bonita que he tenido en mi vida, pero con diferencia.

 

Hay que decir, que siempre que hablo con actores y actrices que como tú lo recalco, que grabar una serie así es durísimo.

No te lo puedes ni imaginar. Además de todo el proceso que conlleva el rodaje (viajes al plató, estudiar, maquillaje, peluquería, vestuario) quieres hacer arte en muy poco tiempo, así que o te subes al carro de una producción así o te amargas.

 

Y hay mucha presión, además, a nivel de tiempos de grabación, presupuestos…

Sí, está todo eso que acabas de decir y además está el tema de que te relacionas con muchas personas y las relaciones personales son maravillosas, pero también es de lo más complicado de gestionar en esta vida y aquí había mucho control por parte del equipo, en tema horarios y demás, pero bueno, es parte del trabajo.

 

Y sobre las relaciones personales, el ego, algo propio de cada persona, pero que en una profesión exhibicionista como la vuestra quizá tenga más peso, ¿ha generado problemas?

Yo pienso que hay tantos egos como tipos de personas. Entonces está el actor o la actriz que sabe que si tú brillas él o ella también va a brillar, luego hay perfiles más inseguros que quizá no adopten tanto esa actitud, pero la verdad es que en una serie diaria como Acacias no tienes tanto tiempo para chupar plano, bastante tienes con llevar a buen término tu trabajo, y aquí estábamos a lo que estábamos, no he detectado yo problemas de este tipo. El ego de cada uno también se aprecia cuando no estás actuando. Ves que hay gente a la que le gusta estar más en la pomada, gente que se esconde más, gente que se cuida de arrimarse a quien debe y gente que sigue su camino sin prestar atención a esas cosas. Pero bueno, que cada uno actúe como cree que debe hacerlo, no seré yo quien diga lo que está bien o mal.

 

Estar tantos años saliendo por televisión te hace una cara reconocible para el público. ¿Cómo convives con la fama?

Sí que lo he sentido en algunos momento, ese reconocimiento. No a niveles de otras compañeras, claro, pero sí que me han reconocido y me han parado, sobre todo antes de ir con mascarilla (risas). Y los primeros años no lo llevaba muy bien, me daba bastante pudor y unos nervios muy raros, pero no era nada en contra de la persona que me paraba, era simplemente que no estaba acostumbrada, pero luego lo he ido llevando mejor y está muy bien, claro, es muy de agradecer que guste tu trabajo.

 

En tu caso, tu personaje era alguien querido para el público. ¿Lo has sentido así?

Yo siempre he tratado de dar lo mejor de mí misma al personaje. También me han ayudado mucho las compañeras y compañeros de reparto, todo el equipo que había detrás y la verdad es que sí que he sentido que mi personaje ha llegado al público. Rosina era uno de esos personajes que podía caer mal, pero que al final le acababas perdonando porque en el fondo tenía buen corazón. Creo que a los espectadores lo que les gustaba era ver un personaje que odiaba, se celaba, tenía envidias… todas esas pasiones que normalmente tenemos que tener sujetas con las riendas para que no se desboquen, pero que si no las sacamos te terminan por oprimir interiormente. Así que era una buena oportunidad para ver un personaje así que sacaba su parte oscura. Y yo creo que a la gente le gustaba verse identificados en Rosina.

 

¿Te gustaría que te llamaran para hacer otra serie diaria?

Sí, porque desde que se terminó el rodaje me ha dado tiempo a descansar un poco, no mucho porque estoy metida en más proyectos, pero lo suficiente, porque ya lo necesitaba y es que pasa factura tantos años. Ahora mismo no me veo seis años y pico como he estado metida en la piel de Rosina, pero a lo mejor una temporada por qué no, siempre y cuando sea un personaje interesante. Pero vamos, que estoy abierta a lo que venga, pero lo digo desde ya por si alguien me escucha, y es que me encantaría hacer un thriller (risas).

 

¿Qué tipo de actriz eres?

Para mí el texto es primordial, eso lo primero. Luego intento buscar cosas mías del personaje o cosas mías que le puedan ir bien a lo que pueda sentir o hacer el personaje, pero luego hay cosas que te sorprenden y sacas cosas que a lo mejor no esperabas y eso es maravilloso, cuando la emoción te asalta. Yo siempre lo hago lo mejor que puedo, claro, como intentamos todas.

 

Y ahora te vamos a poder ver sobre las tablas, aunque ya has trabajado antes en varios montajes. Uno de los mejores títulos, en mi opinión, de una obra de teatro fue Descansa de lo tuyo, bonitaQué pelo más guay! de Sexpeare estaría a la misma altura).

Jajaja. Gracias, me encanta que te guste el título.

 

Es una obra escrita e interpretada por ti que pudimos ver en el Teatro Infanta Isabel. Una obra también muy personal sobre la profesión de ser actriz. ¿Cómo fue ese montaje?

Pues a ver, me genera sensaciones encontradas hablar de esa obra. Por un lado creo que invertí demasiado dinero para lo que se necesitaba (risas), se me fue un poco de las manos. Y también yo estaba en un momento personal complicado. Fue una experiencia positiva en general y además en el Teatro Infanta Isabel me trataron muy bien, pero si tengo que destacar alguno de mis trabajos pasados me quedo con Ojalá te hubiera conocido vivo, que para mí es mi título favorito de obras escritas por mí (risas), también en el sentido que no me arruiné (risas), que fue muy divertida y yo estaba en un mejor momento personal. De hecho la he revisado hace poco porque a lo mejor la publico.

 

Me refería más en concreto a Perdona bonita porque me pareció muy divertida y en ella hablabas de muchas cosas de la profesión que desde fuera no conocemos

Sí, la verdad es que esta profesión da mucho juego para esas cosas, sobre todo si lo tratas bien, con autocrítica pero con humor. Sin embargo se corre el riesgo de parecer pesada analizando una y otra vez la profesión de interpretar, pero es que hay muchos temas interesantes que tratar en ella.

 

Desde fuera se tiende a pensar que todos y todas los que salís por la tele estáis forrados. Pero quizá, para la mayor parte del gremio esto sigue siendo, salvando las distancias y el contexto, como El viaje a ninguna parte (obra muy de actualidad estos días). ¿Cómo es vivir de esta profesión?

Yo creo que es una mezcla de las cosas, pero luego está el ideal de vida cada uno y lo que se quiera de la profesión. Si sólo piensas en lo que puedes ganar tú personalmente a nivel crematístico se puede convertir en un camino muy duro y muy esclavizante. Si ese es tu pensamiento, ¿Dónde está el crecimiento?, ¿Dónde está la sorpresa? Yo tampoco creo únicamente en trabajar por amor al arte, pero no todo es dinero, hay muchas otras cosas, muchos otros matices que te pueden llevar por caminos interesantes también. Yo creo que cada oportunidad que surge te puede servir para poner cosas en juego. No todo es dinero, todo ayuda a conformar una carrera. Por ejemplo, volviendo a Descansa de lo tuyo, bonita ya te he dicho que fue una producción ruinosa en términos económicos, pero gracias a eso me llamaron para hacer La señora. Una cosa siempre puede llevar a otra.

 

Y todo ese camino nos lleva hasta aquí, hasta la obra que presentas ahora en Plot Point. ¿De dónde viene Sincronía?

Yo empecé a escribir el germen de esto porque quería acercarme más a una persona especial para mí, quería transmitir cosas con mis palabras, conocer a esa persona más en profundidad. Luego ya todo se me fue de las manos y ese pequeño esbozo se convirtió en algo más grande que me iba permitiendo también conocerme a mí mientras y así tomó forma. Así nació, de algo muy muy personal.

 

Pero cuando empezaste a escribir ya pensaste que podía ser algo publicable

A ver, tanto como lo que ha pasado no, no nació con esa idea. Pero una vez inmersa en el proceso de escritura ya me di cuenta de que quizás… y yo que soy una mujer cabezota, cuando vi las posibilidades del texto, empecé a hacer cursos de dramaturgia, a leer más que nunca, a ver más teatro que nunca… una cosa casi enfermiza y encima trabajando en Acacias. Al final he conseguido sacarlo adelante porque me he esforzado mucho y al final ha ido llegando todo un poco rodado, primero el libro, luego la lectura dramatizada, luego la obra.

 

¿Y cómo fue tomando forma?

Hubo una persona que me ayudó mucho al principio, Joaquín Santamaría, que me revisó el texto varias veces, el grupo inicial que estaba en el montaje también me ayudó, la lectura dramatizada sirvió para ir puliendo cosas también y ahora la obra es mucho mejor que cuando salió, e incluso la nueva edición del libro no será lo mismo, con lo cual el editor me matará, porque hay que cambiar muchas cosas. Yo creo que los textos siempre están vivos, hasta cierto punto, claro, porque en algún momento hay que dejarlo como está, pero considero que el proceso de destruir y crear es muy enriquecedor en los ensayos. Creo mucho, como Sanchis Sinisterra, en el trabajo de escena, en la escritura desde la escena y eso creo que es algo que me viene de cuando hacía monólogos, porque esa era mi metodología de trabajo entonces.

 

Los compañeros de viaje desde esa primera vez han cambiado. ¿Qué nos puedes decir de ellos y ellas?

Al principio estaban Gonzalo Trujillo como actor, Xoan Forneas de ayudante de dirección, Ismael Ceballos, que siempre hace los vídeos conmigo y Verónica Sainz. Pero ahora los que están son Manuel Regueiro como actor, Carmen Mayordomo como ayudante de dirección, Marita Zafra, que me ha ayudado con el movimiento, Carlos Lourido como técnico e Ismael, que sigue. Carmen y Manuel llevan unos tres meses en el proyecto. Gonzalo no pudo acompañarme en este viaje así que llamé a Manuel, con quien había trabajado en Acacias y sabía que podía dar bien el personaje y a Carmen yo la había dirigido en Ojalá te hubiera conocido vivo y ella es una pasada y aporta muchísimo, además de su talento, también mucha alegría. Entre todos me están aportando mucha frescura y cosas que no me había imaginado. La verdad es que gracias a todos los nombres que te he dado puedo estar aquí ahora.

 

Sincronía es una comedia amarga como la defines en el subtítulo. ¿Dónde está la comedia y dónde la amargura?

Me ayuda mucho para poder contestar a esta pregunta las cosas que dijo Carmen Soler en la presentación el libro, así que voy a hacer mías sus palabras. Es una obra en la que la ternura y el amor están muy presentes de una forma muy clara toda la obra, pero también hay un conflicto latente entre ambos personajes que es lo que genera esa amargura. La comedia está en la personalidad de ambos y en su forma de hablarse y replicarse durante toda la obra. Hay muchas salidas de tono que son entre abruptas y divertidas.

 

Los dos personajes son intérpretes, viejos conocidos del pasado que se reencuentran en el presente. ¿Entre una pareja de artistas que crees que les puede separar más, entender la vida cotidiana de forma distinta o entender el arte de forma distinta?

Para mí son cosas que van muy de la mano. Suele haber un paralelismo entre el compromiso emocional y el vocacional. Si en una pareja de artistas uno se lanza y el otro no, o uno cree y el otro no, eso no tiene visos de acabar bien.

 

¿Qué esperáis provocar en el público?

Robando otra vez las palabras de Carmen, yo creo que Sincronía es una historia de empoderamiento y realización personal. Más allá de que vean en el conflicto que hay de pareja cosas que les pueden recordar a sí mismos me gustaría también que, como individuos, les ayudara a reflexionar sobre su propio camino vital y artístico. Parece muy pedante y grandilocuente, pero si consiguiera un poco eso ya me daría por satisfecha.

 

¿Tú crees en las segundas oportunidades?

Buff, qué difícil me lo pones (risas). Quiero creer, pero ambas partes tienen que tenerlo claro si no al final es engañarse de nuevo. Pero si las dos personas quieren comprometerse el uno con el otro, ¿por qué no?

 

La lectura dramatizada en Nuevo Teatro Fronterizo fue el 5 de marzo de 2020, justo antes de la pandemia. Con toda la ilusión con la que estabas preparando este proyecto y pasó lo que pasó, ¿pensaste en algún momento que no lo ibas a poder remontar?

Intenté mantener la ilusión, pero hubo momentos en los que pensé en tirar la toalla, claro, porque aparte de los momentos tan duros que estábamos pasando todos pues bolos que había ya contratados de la obra se cayeron, no era el momento para hablar con ningún teatro con toda la incertidumbre que había. Y, además, como la obra toca temas un poco duros para mí a nivel personal, tanto que a veces me cuesta incluso estudiarla, pero bueno, como soy cabezota como te comentaba antes pues seguí adelante con todo.

 

Sobre esto que comentas, de lo duro que resulta esta obra a nivel personal, imagino que no te resultará fácil salir del personaje cuando lo interpretes.

Pues el día del estreno me lo vuelves a preguntar esto, a ver cómo me siento, porque yo es algo que también me estoy planteando. Yo intentaré hacerlo lo mejor que pueda y disfrutaré de los buenos momentos, pero hasta que no lo viva ya en las funciones propiamente dichas no lo sé seguro. Yo es que soy muy emocional y estas cosas me afectan, pero vamos que una es una profesional ante todo y seré capaz de sobrevivir a cada función sin problemas (risas).

 

Siguiendo cronólogicamente, nos habíamos quedado en la pandemia, muchos ‘noes’, muchas puertas cerradas, pero te confirman la edición del libro y llega la beca de Plot Point gracias a su proyecto de apadrinamiento. ¿Cuéntanos un poco qué es esto?

Pues un día vi la convocatoria del proyecto de apadrinamiento de Plot Point y me decidí a enviarlo. Además, era una convocatoria muy sencilla, porque hay procesos de estos en los que tienes que cumplir un montón de requisitos para participar, que si haber ganado un premio, que si haber sido publicada, que si tener no sé cuántas exhibiciones, tanto que dices, si tengo todo esto casi que no necesito una beca (risas). Yo cumplía con todo, así que se lo envié. Y para mi sorpresa me llamaron, fui a explicarles mi proyecto, me dijeron que les había gustado mucho y aquí estoy. La verdad es que he conocido una gente maravillosa en Plot Point, Carlos De Matteis y Marina Skell, los gerentes del espacio, me están tratando de una forma increíble. En este caso tenemos mucha suerte, yo y los otros tres proyectos que han seleccionado, porque te dan una cantidad de dinero para poder llevar a cabo la producción, te dejan muchas horas de ensayo en su espacio, te dejan estrenarla la obra en su sala y luego te la programan durante un tiempo… oro todo esto y estoy muy agradecida.

 

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Por lo que me cuentas, este tipo de iniciativas son muy necesarias.

Sí y tanto, ojalá hubiera más iniciativas como el apadrinamiento de Plot Point. En Madrid el espacio es dinero, a veces tienes que pagar por ensayar para poder montar una obra, algo que no se hace de un día para otro. Así que si te dejan el espacio para ensayar es genial, el dinero que te dan igual y formar parte de esto te permite mostrar tu trabajo en una sala que tiene tanta trayectoria detrás, lo cual te da repercusión. Así que es muy de valorar que ayuden así a las compañías y a los creadores y creadoras para poder empezar un proyecto sin sentirte tan sola.

 

En Sincronía eres la dramaturga, actriz y directora. ¿Cómo te diriges a ti misma?

Ser directora y también actriz es difícil porque a veces cuesta un poco concentrarse, pero para ello a veces pido tiempo para replantearme alguna parte de la puesta en escena o intención, poniéndose Carmen Mayordomo como actriz o revisando ciertas partes con ella y Manuel y volvemos a ponerlo en pie, viendo lo que de verdad es adecuado para la historia o para los personajes. Yo creo que los personajes son la suma de las reacciones que tienen, eso me ayuda mucho para buscar coherencia, más debatirlo con Carmen, cuya ayuda es muy buena porque lo puede ver desde fuera también aportando alguna idea en cuanto a la puesta. También me sirve de vez en cuando estar sola en el espacio, en ese sentido vi claro dejar la escenografía lo más minimalista posible, casi casi buscando el espacio vacío.

Lo que me gusta mucho es que pongo muchas cosas en juego en cuanto a mi papel de directora y también en el de actriz, es una conjunción dura, pero muy enriquecedora creo, con sus dificultades, claro, en ese sentido me gusta mucho guiarme por un manual de dirección que me está ayudando muchísimo: Notas del director, de Frank Hauser y Russell Reich y aplicar algunos recursos del libro o que he ido aprendiendo de cuando he sido dirigida o de otras veces que lo he hecho.

 

Y ese camino, en el que desempeñas roles diferentes (directora, dramaturga, directora), ¿Cuál crees que será la huella más profunda que dejes o por cual te gustaría ser más reconocida?

A nivel de teatro yo me veo un poco como una cantautora (risas), porque son todo proyectos muy personales, que nacen de muy adentro. Hay días en los que pienso que no voy a volver a dirigir porque hay situaciones que se me hacen muy cuesta arriba, pero luego se me pasa porque en el fondo me encanta. Tengo esta forma de ser y tengo que vivir con ella. En el fondo mi condena es también mi salvación, intentar crecer en según que cosas, aunque me cueste, es algo que yo elijo porque si no no me metería, entonces en vez de una tortura yo le doy la vuelta y me lo tomo como un proceso de aprendizaje, como algo que me va a ir empoderando a pesar de las dificultades que puedan surgir. Entonces, a tu pregunta, yo voy a seguir desarrollándome en todas las facetas que pueda. Aunque he de confesar que como dramaturga sí me gustaría alcanzar cierto reconocimiento y ojalá pueda empezar sucediendo con Sincronía, porque hay tanto trabajo detrás…

 

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