Rocío Molina regresa a los Teatros del Canal con un homenaje a la guitarra. La bailaora traerá a la Sala Roja los espectáculos Inicio (Uno), el 25 y 26 de febrero, y Al fondo riela (Lo otro del Uno), el 27 y 28 de febrero. Son las dos primeras partes de su Trilogía sobre la guitarra.

 

Rocío Molina en los Teatros del Canal

 

Por Redacción

 

La bailaora Rocío Molina vuelve a los Teatros del Canal con los dos primeros espectáculos de su Trilogía sobre la guitarra, un proyecto aún en desarrollo que desanda el camino de la tradición del flamenco para volver a recorrerlo, recuperando, así, el acto creativo puro que reposa en el origen de este arte, y ofreciendo un pormenorizado estudio sobre la guitarra.

Se trata de dos montajes independientes que se potencian mutuamente, porque ambos son el resultado de una sola investigación en torno a la guitarra y su relación con los elementos esenciales del triángulo flamenco. El primero, Inicio (Uno), estará el 25 y 26 de febrero en la Sala Roja de los Teatros del Canal. El segundo, Al fondo riela (Lo otro del Uno), se podrá ver el 27 y 28 de febrero, en el mismo escenario. Ambos se estrenaron el pasado septiembre, en el marco de la XXI Bienal de Flamenco.

Trilogía, según expresa su creadora, “intenta callar el ruido para recuperar el sonido, silenciar lo sabido para que el movimiento resurja auténtico, vaciar de artificio para que lo esencial recobre el poder de llenar, olvidar lo aprendido para recordar lo presente”. La propuesta repasa términos que han intentado nombrar lo que el flamenco tiene de inefable, y que se han convertido, por ello, en conceptos definitorios de la disciplina a pesar de su imprecisión y semántica intuitiva: raíz, esencia, pureza… Y en este proyecto, la expresividad de la guitarra se irá desplegando de lo sencillo a lo complejo.

 

Inicio (Uno)

En este espectáculo de gran lirismo Rocío Molina se acompaña en escena únicamente del maestro guitarrista Rafael Riqueni, y ofrece con su baile un homenaje a la maestría de un instrumento cuyo recital no solo sacia la escena, sino que “auspicia en la artista un movimiento original (en su doble sentido: nuevo y ‘del origen’, primitivo), poético, tierno, surreal”, expresa la compañía de la bailaora.

En coherencia con una pieza que defiende la atención sobre el toque del maestro, la escena prescinde de ornamento y huye del exceso en pos de lo sencillo y la sensibilidad. “Y como la suficiencia de esta guitarra ilustra la abundancia de la que es capaz lo pequeño, lo cercano, la escena se sirve solo de la proyección de ingenuos paisajes, que en silencio hablan de la belleza de lo vivo”.

 

 

Al fondo riela (Lo Otro del Uno)

A Inicio (Uno) lo sigue Al fondo riela (Lo Otro del Uno), donde Yerai Cortés y Eduardo Trasierra entablan un diálogo que explora las posibilidades polifónicas de la guitarra, añadiendo, al estudio previo, los recursos que permite el dueto. Así, se exhiben los recursos contrapuntísticos, armónicos, rítmicos… La noción de diálogo impregna la escena hasta el punto de duplicarla sobre un suelo espejo, donde el espectáculo se acompaña también a sí mismo “habitando el enorme lago oscuro en que se convierte el escenario que, con su propio reflejo, ahuyenta su vacío”. Las guitarras se contrastan mutuamente: Trasierra es “onírico, sublime y trágico”; Cortés es “de una ingenuidad inteligente y bachiana”. Para culminar el proyecto, está previsto el estreno de una pieza posterior en la que la guitarra se relacionará con el cante, último vértice de la pirámide tradicional.

 

Sobre Rocío Molina

Rocío Molina, bailaora iconoclasta, ha creado un lenguaje propio que se sustenta en la tradición del flamenco pero reinventada. La artista respeta la esencia de este arte y la abre a las vanguardias. Así, a su talento y habilidades coreográficas suma la investigación conceptual, y teje alianzas con otras disciplinas como el cine, la literatura, la filosofía o la pintura.

Nacida en Málaga en 1984, Molina empieza a bailar con tres años, y ya con siete esboza sus primeras coreografías. Con diecisiete se gradúa en el Real Conservatorio de Danza de Madrid con matrícula de honor, y entra a formar parte del elenco de compañías profesionales con gira internacional.

Con veintidós años estrena Entre paredes, y a esa primera pieza la siguen otras creaciones propias que mantendrán el denominador común de buscar caminos transgresores en el flamenco: El eterno retorno (2006), Turquesa como el limón (2006), Almario (2007), Por el decir de la gente (2007), Oro viejo (2008), Cuando las piedras vuelen (2009), Vinática (2010), Danzaora y vinática (2011), Afectos (2012), Bosque Ardora (2014), Caída del Cielo (2016) y Grito Pelao (2018).

Desde 2014, es artista asociada al Teatro Nacional de Chaillot en París, donde estrenó en 2016 Caída del Cielo. En el Festival d’Avignon estrenó, en Julio 2018, Grito Pelao, que dirige junto con la cantante Sílvia Pérez Cruz y Carlos Marquerie. Sus obras se han visto en teatros y festivales internacionales como el Barbican Center de Londres, el New York City Center, el Esplanade de Singapur, el Festival Tanz Im August de Berlín… Ha colaborado con  figuras del flamenco nacional como María Pagés, Miguel Poveda, Antonio Canales e Israel Galván.

Cuando tenía veintiséis años, el Ministerio de Cultura le otorga el Premio Nacional de Danza por “su aportación a la renovación del arte flamenco y su versatilidad y fuerza como intérprete capaz de manejar con libertad y valentía los más diversos registros”. Y con veintiocho, Mikhail Baryshnikov se arrodilla ante ella a las puertas de su camerino del New York City Center, tras la representación de Oro viejo. También ha recibido el Premio a la mejor bailarina contemporánea (2019) y es premio especial (2016) de los Dance National British Awards, Premio Max 2019 (Mejor espectáculo de danza para Grito Pelao), 2017 (Mejor intérprete de danza y Mejor coreografía para Caída del Cielo) y 2015 (Mejor Coreografía por Bosque Ardora). Tiene el Premio Giraldillo a la mejor bailaora de la Bienal de Sevilla, Medalla de Oro de Málaga, etc.