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Reflexión escénica sobre el Alzhéimer

«Las enfermedades neurodegenerativas y las mentales tienen un punto de tabú que aún está presente en nuestra sociedad»

 

Hablamos con Ricardo Barrul Martín un joven tenor, director de escena y neuropsicólogo que debuta como dramaturgo con Codex Memoriae en el OFF Latina. Una propuesta escénica muy arriesgada que auna todos los conocimientos de las distintas disciplinas en las que se ha formado. La pieza relata una reflexión escénica que nos acerca a la realidad de las personas con Alzhéimer.

El conocido cómico Agustín Jiménez es el protagonista del montaje, demostrando su versatilidad en escena al alejarse de los registros a los que normalmente nos tiene acostumbrados. Virginia Estéban (Actriz y Soprano), Clàudia Bosch (Bailarina de Danza Contemporánea), María Silvera (Clavecín), Marta Leiva (Piano), Mª Victoria Leiva (Violín) y Miguel Jiménez le acompañarán en escena en esta propuesta original, poética y visualmente llamativa.

 

Códex Memoriae en OFF Latina

 

Por Ka Penichet

Foto portada: Ricardo Barrul Martín

 

¿Cómo surgió montar una pieza como esta?

La historia de Codex Memoriae es bastante curiosa, tan curiosa como el año que acabamos de dejar.  De formación soy cantante de ópera, también he hecho dirección de escena y tengo la carrera de psicología. Siempre tuve ganas de sumergirme en el fascinante mundo de la dramaturgia. De repente, la vida se nos paró con toda esta situación pandémica y yo me vi en mi casa pensando cuánto iba a durar todo esto. Con los teatros cerrados, no podía desarrollar mi ocupación artística en el escenario y fue una manera de canalizar esta situación para mí. En este periodo que duró el confinamiento, que fueron como dos meses largos y a mí se me hicieron como tres años, salieron tres textos teatrales. Codex Memoriae fue el primero. Inicialmente, este texto era una propuesta para un grupo de música, del que yo formaba parte, que está radicado en Teruel. Era una propuesta escénica para ellos, para estrenarla en verano, pero esta situación desgraciadamente se nos alargó mucho, el estreno se canceló como muchos otros proyectos y, de repente, me vi pasándole estos textos a una serie de compañeros de profesión que me dijeron que debería animarme a reunir un pequeño elenco para montarlo. Surgió como esta especie de efecto bola de nieve, a la que se fue uniendo talento y el OFF Latina apostó por nosotros.

 

 

 

¿El texto tiene algún componente autobiográfico?

Se unió un factor muy personal en el que alguien muy allegado estaba pasando por el último estadio del alzhéimer y falleció justo cuando las cosas estaban más difíciles en la pandemia, en abril. No nos pudimos despedir de esta persona. Fue una situación muy extraña. A partir de esta reflexión, sobre la enfermedad personal, se fue empañando todo el proceso de dramaturgia de creación de este espectáculo. Esta propuesta tiene ese punto de partida, pero no es autobiográfica, trata el punto de vista del enfermo desde un punto de vista muy poético y también el de los cuidadores.

 

Desde tu punto de vista, ¿consideras que es una enfermedad que está visibilizada?

Creo que en estos últimos años se hacen muchos esfuerzos. Desde distintos tipos de asociaciones y organismos se da visibilidad y mucha información acerca de este tipo de enfermedades. Pero las enfermedades neurodegenerativas o las enfermedades mentales tienen un punto de tabú que aún está presente en nuestra sociedad. Nos falta conocimiento sobre cómo detectar estos casos, de cómo enfrentarnos a ellos y el Codex es una reflexión sobre esto, a través de la figura de Alfonso (Agustín Jiménez), que es un hombre de 75 años. Hay una cosa que a mí me llama muchísimo la atención que no pasa mucho en casos de alzhéimer, pero sí en un porcentaje y es que, en un estadio avanzado pueden tener alucinaciones sobre todo audiovisuales. Están experimentando algo que no es real, pero para ellos sí que lo es. Alfonso es un anciano que empieza a tener estas alucinaciones, que están encarnadas en unos personajes que son alquimistas y que tienen una pugna con él y su cuidadora que es su hija Zoraida. Hay un intento de hacer cómplice al público que es el que ve a los personajes que son las alucinaciones y están presentes en toda la obra.

 

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En estos momentos, en las salas de cine se está proyectando una adaptación del texto de Florian Zeller, The father, interpretado por Anthony Hopkins y Olivia Collman, ¿te has inspirado en textos similares?

Para nada, además fue muy curioso porque las personas que habían leído el libreto que yo hice, de repente me enviaron varios mensajes preguntándome por la película interpretada por Anthony Hopkins sobre el alzhéimer. Es cierto que uno de los temas que trata es la relación de la cuidadora con un anciano con esta enfermedad. Es verdad que hay un planteamiento similar pero la película se trata desde un punto de vista muy realista. Mi propuesta estética es poética, con música en directo, los alquimistas que son esas alucinaciones… además esta obra, que tiene distintas capas, cuenta también varias de las leyendas que hacen referencia a la ciudad de Teruel. Alfonso, a través de esas alucinaciones tiene esa idea delirante de que han apresado a su mujer que se llama Estrella y él la quiere liberar. Esa pugna casi épica está en un segundo plano mostrando la leyenda de la fundación de Teruel, de Alfonso que es Alfonso II, la hija se llama Zoraida, los alquimistas representan al asentamiento árabe, la estrella es la estrella mudéjar… Hay una cierta carga simbolista que evidentemente te devuelve una propuesta estética que no tiene nada que ver con la película.

 

A la hora de escribir el texto decidiste narrar en prosa para el presente y verso para el evocar a recuerdos del pasado, ¿a qué se debe esta decisión?

Para contar esta historia para mí eran muy importantes los recursos lingüísticos. Aquí, hay dos planos temporales: el presente y el pasado que hace referencia al mundo de las alucinaciones que tienen una especie medievalizante. Este recurso te cambia la atmósfera de escena a escena.

 

Cuentas con un elenco variopinto, con actores como Agustín Jiménez, que se le suele identifcar como un gran cómico, hasta profesionales de la ópera…

La incorporación de Agustín se dio porque lo conocía de antes y había leído el texto. Es cierto que es más conocido por su faceta de cómico, pero es un actor excelente. Yo me quedo embobado viendo cómo se ha podido meter en un papel tan difícil y comprometido que es una delicia verlo, y, además, verlo en un registro tan diferente. Es muy de valorar en un artista esa versatilidad y ese despliegue de herramientas profesionales. Y después para cada uno de los profesionales, el Codex ha sido un espacio de crecimiento con una evolución muy natural para cada uno en la que, por ejemplo, tenemos una violinista, que es uno de los personajes que es un músico excelente, o, por ejemplo, una pianista con una carrera internacional pero que nunca había hecho un rol escénico en el que jugar a un personaje. Ahí hemos descubierto otras nuevas facetas, es una visión muy poliédrica que espero que guste.

 

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¿Encontraste dificultades técnicas para adaptar el sonido a una sala de pequeño formato?

No, justamente la sala del OFF Latina es muy agradecida. Cuando la vimos, la verdad es que nos enamoramos porque ya sólo esos ladrillos vistos te daban la atmósfera y, además, tiene unas grandes posibilidades de sonido. Nadie ha amplificado en esta sala, la propia sonoridad de la sala es suficiente y en ese aspecto, hemos tenido pocos problemas. Quizás, hemos tenido que adaptarnos más al tamaño del espacio porque está pensada para un escenario un poquito más grande, pero estamos muy contentos.

 

Acostumbrado a trabajar en espacios más amplios como auditorios con montajes de dimensiones mayores, ¿por qué decides apostar por un espacio pequeño?

Porque justamente creo que la historia es proclive a este tipo de espacios. Es una visión muy poética, no es una estética de lo sublime con una gran escenografía que podemos ver por ejemplo en grandes óperas. Aboga por vestir a la obra a través de la propia actuación, el movimiento, la música…además, para generar toda esta atmósfera de algo vulnerable. De algo que es afín a lo que cuenta la obra. Es una propuesta más íntima que lo que yo me plantearía hacer en un escenario de otras características.

 

¿Te gustaría acercar público de salas de pequeño formato a otras ramas de las artes escénicas como la ópera, por ejemplo?

A mí me encantaría acercar en general público al teatro. Necesitamos más cultura que la cultura de ir al teatro y además, en esta situación en la que nos hemos visto envueltos que nos hemos tenido que separar los unos de los otros. El teatro, como entorno seguro que es, nos devuelve esa sensación de lugar para reunirnos entre nosotros y con nosotros mismos. Y me encantaría que espectáculos de lírica o de una poética como la que tiene Códex Memoriae se programaran también en espacio más pequeños, más alternativos… para acercarlos más a la gente.

 

 

 

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