Tal y como anunciábamos en la primera entrega, nuestro reportaje por el Día Mundial de la Danza se componía de dos partes: la visión macro en Que la crisis nos pille bailando (I) y la micro, que leeréis a continuación.

¿Qué vais a encontrar en las siguientes líneas? Una compilación de testimonios de distintos profesionales del sector, entre los que se encuentran la dramaturga y directora Ana Fernández-Roldán y la coreógrafa y bailarina, Ana Martínez, de la compañía Barraquita a Escena; el músico, bailarín y director de la compañía Vladimir Tzekov, Manuel Bonillo; la bailarina, coreógrafa, docente y creadora de The Colectivo, Victoria P. Miranda; el bailarín, coreógrafo y director del Ballet Nacional de España, Rubén Olmo; y la bailarina, coreógrafa, cineasta y directora del Festival Madrid en Danza 2021 y de los Teatros del Canal, Blanca Li.

Hablaremos de su día a día, de cómo ha influido la pandemia en sus rutinas y del futuro que le ven a la danza en nuestro país, entre otras cosas.

Así que, sin más dilación, os dejo seguir leyendo, pues se abre el telón (y el corazón).

 

El cuerpo se mueve, la precaria situación de la danza se estanca

 

Por Yaiza Cárdenas/ @yaizalloriginal

 

La danza permite contar historias y provocar emociones con el instrumento más primitivo que existe: el cuerpo humano. En nuestro país es realmente heterogénea, contando con gran variedad de estilos y, cada vez más, de formatos, que la cohesionan con otras disciplinas como el audiovisual o la poesía. 

A pesar de ello, los profesionales del sector no cuentan con todo el apoyo del que dispondrían en otros países europeos y, aunque su futuro es incierto, siguen apostando por su vocación y recorriendo la carrera de fondo que supone este arte, cuyo público es mayoritariamente femenino. 

El COVID-19 ha rematado este sector, ya maltratado, repercutiendo tanto en la programación como en la forma de hacer espectáculos, pero también ha sacado a relucir la fuerza, la generosidad y la creatividad de sus profesionales que, durante el confinamiento, nos siguieron entreteniendo, esta vez desde sus casas, mediante actividades y festivales virtuales.

 

Una sintonía diferente

No contenta con la definición que me daba la RAE sobre el término “bailar”, decidí crear la mía propia. Bueno, en verdad no es así, más bien yo solo he tejido las distintas ideas que me han dado los profesionales que han hecho posible esta parte del reportaje. Personas de carne y hueso que aman lo que hacen y luchan día a día para hacer de esta “acción de ejecutar movimientos acompasados con el cuerpo” su medio de vida.

Bailar es, según ellos, “la manera más pura de expresarse y transmitir emociones. Es tener conciencia de tu cuerpo y de que este en sí mismo es una entidad política que ejerce relaciones de poder. Es una forma de contar las vivencias y pensamientos. Es un placer increíble, una sensación de belleza, de poesía, alegría y energía que llena el espíritu. Es una celebración de la vida”.

Y es que, ¿qué diferencia a la danza del teatro? Manuel Bonillo, director de la compañía Vladimir Tzekov, lo tiene claro: como ventaja, que de primeras está liberada del texto y, como inconveniente, que a veces está más cerca de la forma de vida de un deportista de élite que de un artista y eso provoca tensiones a la hora de generar contenido. 

Manuel Bonillo es, además de filólogo, un creador escénico formado en musicología, música, canto lírico y danza contemporánea que fundó en Granada la compañía Vladimir Tzekov, con su posterior Laboratorio de Acción Escénica, que surge con el propósito de generar un espacio de formación y encuentro entre la creación y la audiencia. Formó parte de Visita guiada a una sesión de BDSM dentro de la programación de Teatro Confinado que organizó vía Zoom La Abadía durante el confinamiento domiciliario. Me cuenta que esta idea, que utilizaba la danza como una de las vías de exploración, viene de una propuesta para Clásicos en Alcalá donde les propusieron hacer un proyecto con textos clásicos españoles. “Dije bueno, pues más clásico que un texto de la Inquisición no hay nada, y cogimos un texto de la Inquisición e hicimos un espectáculo que era a la vez un autillo de fe, una sesión de BDSM y un espectáculo teatral, intentando comparar que las tres cosas tienen una estructura común: la del dispositivo de poder asimétrico. Hay alguien que tiene el poder y alguien que no, consensuado”.

 

Situación de la danza
Imagen de la ‘Visita guiada a una sesión de BDSM’

 

Del ballet clásico, estilo con más público en España, a estos nuevos géneros hay un mundo. Un mundo lleno de posibilidades en el que, tal y como indica la reputada bailarina y coreógrafa Blanca Li, hay que educar al público. “El problema es que la gente necesita crear su propio criterio, ver cosas muy diferentes, entender que la danza es cada vez única como un espectáculo de teatro. La danza es miles de cosas, miles de formas, y casi cada autor es una danza diferente. Entonces, lo que tiene que entender el público, y eso lo entienden cuando empiezan a ver mucha danza, es que es como cuando vas a ver teatro: vas a ver una obra y tú sabes que esa obra te gustará o no, pero eso es independiente de que el teatro te pueda gustar o no gustar. El público de danza lo crea la danza y ¿qué es lo que hace que pueda haber más público? Programar más danza”, afirma.

Por eso se muestra preocupada cuando le comento que, personalmente, echo en falta más espectáculos de danza contemporánea o urbana en JOBO, el bono joven cultural de los madrileños. “Pues eso hay que cambiarlo, haces muy bien en decírmelo”. Y, a continuación, sucede uno de los momentos más bonitos que he vivido haciendo el reportaje. Blanca coge un post-it de su mesa y, preguntándome más, apunta lo que le digo. 

Sé que puede parecer una tontería, pero para mí esto realmente marca la diferencia y me da esperanza en el futuro artístico de nuestro país. Cuando, como público, sientes que te escuchan, que los que tienen poder intentan hacer algo por mejorar las cosas, sientes una paz indescriptible al ver reflejada verdadera pasión en lo que hacen.

 

¿Quién ampara a los artistas?

Los bailarines, junto a otros profesionales dedicados a la cultura, se enfrentan a situaciones realmente complicadas que los políticos no sólo no solucionan, sino que en ocasiones son quienes las crean.

Es una realidad que los cambios en la política española conllevan, a su vez, cambios en la gestoría de los teatros, que rompen con todo lo anterior, destituyendo profesionales sin ninguna justificación, cancelando contratos y cambiando por completo los proyectos artísticos establecidos con anterioridad. Esto afecta directamente a los artistas que, de un día para otro, ven cancelados proyectos que tenían cerrados y suponían un trabajo para los próximos años. La vulnerabilidad laboral y la inestibilidad está a la orden del día. 

 

Situación de la danza
Blanca Li.

 

Al preguntarle a Blanca Li su opinión al respecto y cuál había sido la situación en los Teatros del Canal, me explica que ella conoce bien esas situaciones y por ello “he respetado todos los contratos desde el momento cero en que llegué a este teatro”, afirma. “Guardé totalmente la programación cerrada por la directora anterior. Para mí, primero, todas esas compañías son fabulosas y, luego, yo soy artista. Sé lo importante que es saber que, si tú tienes cuatro espectáculos firmados, cuentas con ese dinero y con ese trabajo. Yo como artista jamás podría hacer algo así”.

Ahí está la diferencia, supongo. En la pasión y el respeto por la profesión. 

Una pasión que se refleja muy fervientemente en compañías de nueva creación como Barraquita a Escena, compañía de danzateatro que trata de aunar el mundo del pensamiento y el de la danza.

Por eso, cuando descubrí su primer espectáculo Querida Carmen, Querida Elena entre la programación del Abonoteatro, no pude resistirme a comprar mi entrada. Las fotografías de Alejandro López me transmitieron esa fuerza y pasión que, tal y como comprobé posteriormente, la compañía formada al completo por mujeres demuestra al ponerle voz a escritoras españolas tan importantes como Carmen Laforet o Elena Fortún.

“Empecé a adaptar los textos, dedicándole meses sin saber si obtendría los permisos”, me cuenta la psicóloga, escritora y directora de la compañía, Ana Fernández-Roldán.

“Yo solamente contemplaba la parte del teatro y un día mi compañera Ana me dijo <<yo quiero hacer esto, pero yo soy bailarina>>. Eso me hizo un clic en la cabeza. Cada una tiene su campo y hemos intentado mezclarlo”, explica.

 

Situación de la danza
‘Querida Carmen, Querida Elena’.

 

Bailando hacia la multidisciplinariedad 

Esto me hizo reflexionar de nuevo sobre la idea de multidisciplinariedad que ya había comentado con Manuel Bonillo. Para él y su compañía, la danza surge como una manera de entrenar el cuerpo y tener consciencia corporal, pero nunca la han visto como una disciplina separada.

No obstante, sean entendidas como disciplinas distintas o como una parte más a trabajar del espectáculo, lo que está claro es que la danza cada vez está más presente en espectáculos que la aúnan a otras ramas como el teatro, la poesía o cosas más extremas como el BDSM.

Pero claro, ¿cómo se venden estos espectáculos menos tradicionales o de compañías más pequeñas? La respuesta está en las redes. Las nuevas tecnologías cada vez se utilizan más como medio para llegar a la audiencia porque te conectan con gente de todas partes y, lo más importante, son gratis, algo que las compañías más humildes deben tener muy en cuenta a la hora de organizar sus recursos. “Yo no tengo ninguna red personal, pero la compañía, Vladimir Tzekov, está en Instagram, Facebook y hace dos años empezamos en YouTube, donde yo salgo y hago una especie de meta personajes”, cuenta.

 

Situación de la danza
Manuel Bonillo.

 

La bailarina, coreógrafa y docente, Victoria P. Miranda, coincide en la importancia de las redes sociales como medio de promoción. “Nos ayuda muchísimo el tener un showreel, tráiler o vídeos, subirlos enseguida a las redes y promocionar dónde vas a ir a dar clase o dónde vas a estar. La gente que te conoce lo comparte y entonces te promociona también”, afirma.

Lo más importante es, no obstante, apuntarte a todo y hacer muy bien tu trabajo, ya que esto crea relaciones de confianza con gente del sector que lo tendrá en cuenta si el día de mañana busca algo que tú como profesional le puedes ofrecer e influirá también en el ‘boca a boca’. 

La importancia de este medio de difusión primitivo es algo en lo que coinciden todos los entrevistados. Y es que, aunque el mundo avance, hay cosas que nunca cambiarán y no hay mejor publicidad que alguien que vaya a tu espectáculo y le hable bien del mismo a sus conocidos.

Aun así, también se debe tener en cuenta el dossier artístico. “Nosotras íbamos con la idea y nos dimos cuenta de que eso no funcionaba. Invertimos en hacernos buenas fotografías y crear un dossier del espectáculo. Aprendes a base de ir haciéndolo mal”, comentan Ana Fernández-Roldán y Ana Martínez, investigadora escénica, coreógrafa y bailarina de Querida Carmen, Querida Elena. “Es muy importante que en las escuelas de danza e interpretación se enseñe esto. Nosotras no teníamos ni idea y hemos hecho un máster en Artes Escénicas”, recalca.

 

Matriculándose en la inestabilidad

Y, aun así y a pesar de la mala situación laboral del sector, las matrículas en danza aumentan. Aunque obviamente influye que es un sector 100% vocacional y que la libertad y plenitud que se siente bailando se puede comparar a pocas cosas para la gente que ama esta rama, hemos llegado a la conclusión de que el auge de aplicaciones como Tik Tok también puede influir en esto. La pandemia y el confinamiento también podría influir en el futuro de los estudios de danza. “Durante los tres meses que estuvimos confinados había muchísimas cuentas en Instagram de compañías, bailarines y escuelas que ofrecían clases gratis. Eso, sumado a la necesidad de moverse y expresarse estando encerrado, puede que haya influido en que la gente se plantee estudiar o hacer algo más académico con la danza”, reflexiona Ana Fernández-Roldán.

A pesar de su alto nivel de formación, el futuro para los bailarines es muy incierto.

Al preguntarle sobre cómo ve el futuro de la danza en nuestro país, Manuel Bonillo se imagina, desgraciadamente, un futuro precario como en el resto de las artes escénicas “porque estamos en ese ‘sigamos resistiendo’”.

“Ahora mismo vivimos toda la compañía en una casa en plan ‘supervivencia de guerrilla’. Ahí lo hacemos todo: la comida, ensayamos, preparamos todo… No hay una infraestructura para cogerle un alojamiento a los actores que residen habitualmente en otras ciudades. De hecho, el único que vive en Madrid en la actualidad soy yo. El otro miembro de producción ha traído de su pueblo comida de su madre para comer. Así se abaratan los costes de la producción”, cuenta.

Situación de la danza
Victoria P. Miranda.

Explica que el trabajo de artista siempre se ha compaginado con otras profesiones y que, de hecho, él está preparándose a día de hoy las oposiciones para ser profesor de Filosofía y poder tener cierta estabilidad.

Las creadoras de Barraquita a Escena tampoco ven claro poder vivir de ello a pesar de su ilusión. “Intentaremos hacerlo a largo plazo, sin perder la esencia, pero a día de hoy lo compaginamos con otros trabajos”, dicen. “Yo creo que las dos apostamos mucho por la compañía, pero ambas pretendemos compaginarlo con la enseñanza. Yo estoy haciendo el doctorado para enseñar desde la universidad y ella quiere hacer también el doctorado para enseñar desde el conservatorio”, me explica Ana Fernández-Roldán. 

Tampoco ayuda el hecho de que, para las pequeñas compañías, todo es más difícil. “Si tú tienes dinero, te puedes rodear de un equipo al que puedes pagar y te ayuda con la gestión o difusión, por ejemplo. Cuando eres una compañía pequeña o bailarina independiente es todo un poquito más autodidacta”, afirma Victoria P. Miranda.

 

Retraso ‘Made in Spain’

En cuanto a la situación respecto a otros países con los que nos gustaría codearnos, vamos con retraso. Es verdad que en Centroamérica o Sudamérica la situación es mucho peor, sí. También que en otros países europeos, como Bulgaria, todavía es más difícil que en España acceder a ciertas ayudas públicas y, tal y como recuerda el director de la compañía Vladimir Tzekov, “aquí todavía se puede pensar y luchar en vivir de esto, cosa que en otros sitios es mucho más complicado”, pero todavía nos queda mucho camino por recorrer. 

Según Victoria P. Miranda, nos encontraríamos en una posición semejante a la de Portugal o Grecia, quedando muy por detrás de los sistemas de países como Alemania o Suiza. 

“Yo me tuve que ir porque sabía que no podía vivir de la danza aquí. Prácticamente todos los bailarines y coreógrafos se han ido de España porque aquí es muy difícil vivir de eso”, dice al respecto Blanca Li. 

Y, aunque tal y como explica es una forma de vida que se elige a sabiendas, sí que es cierto que en otros países cuentan con medidas que ayudan a paliar la inestabilidad a la que se enfrentan los profesionales del sector. “En Francia existen los ‘intermitentes del espectáculo’, un estatuto creado como una especie de paro específico para los artistas. Este sistema hace que, si tú trabajas una cantidad de horas mínimas cada año, tengas una especie de salario fijo todo el resto del año. Es decir, que puedes tener períodos de mucho trabajo y períodos en los que no tienes trabajo, pero tú sigues cobrando el mismo salario que estabas cobrando mientras trabajabas. En Alemania u Holanda tienen otros sistemas parecidos. Hay muchos países donde se ayuda muchísimo a los creadores y a los artistas. Creo que es algo de lo que podríamos aprender en España”, añade.

Esto ayudaría a que los artistas españoles no tuviesen que irse a otros países europeos donde se les apoye más. No les podemos dejar ir. Tienen demasiado talento como para que cometamos ese crimen.

“Los bailarines de danza española son los más preparados del mundo. La nueva generación viene pisando muy fuerte y no solo son grandes bailarines, sino también grandes creativos, que montan sus propios proyectos desde muy jóvenes”, afirma Rubén Olmo, director del Ballet Nacional de España. ¿El motivo? “Aquí no existen tantas grandes compañías como había antes, ni vacantes suficientes en compañías institucionales donde ellos puedan desarrollarse”.

 

El paréntesis de los festivales

A pesar de ello, en nuestro país contamos con iniciativas positivas que ayudan a estos artistas, como el Circuito Danza a Escena, promovido desde 2010 por INAEM y La Red Española de Teatros, Auditorios, Circuitos y Festivales de titularidad pública. 

Este proyecto incrementa la presencia de la danza en las programaciones de los espacios escénicos de titularidad pública, financiando el 50% de los cachés de los espectáculos seleccionados en el circuito.

Situación de la danza
Cartel de Madrid en Danza 2021.

No podemos olvidar tampoco la importancia de los festivales dedicados a este arte, que traen un poco de esperanza y visibilidad al sector, como el Festival Madrid en Danza (que ya va por su 36ª edición), el Festival Grec de Barcelona, el proyecto danZálava de Vitoria-Gasteiz, el Festival Marbella Todo Danza, el zaragozano Trayectos Danza o el ciclo Danza en la Villa, recuperado después de ocho años por el Teatro Fernán Gómez y que está teniendo lugar del 14 de abril al 2 de mayo. 

Victoria P. Miranda confirma la oportunidad que estos festivales suponen para compañías emergentes. “Antiguamente estaba muchísimo más cerrado. Ahora están abriendo mucho las puertas a gente nueva. Creo que ahora realmente hay muchísima más cabida para todo”, celebra, aunque resalta también el valor de los festivales callejeros, que acercan el arte a sectores de la población que no están acostumbrados a ir al teatro.

Uno de los festivales más importantes del sector en nuestro país es Madrid en Danza que, en esta edición, ha programado unos  50 espectáculos de compañías tanto nacionales como internacionales.

Como no podía ser de otra forma, aprovecho mi charla con Blanca Li para preguntarle qué ha supuesto para ella encargarse de la dirección artística de este festival en tiempos de pandemia.

“Programar un festival así me encanta porque es una manera de reunir a la familia de la danza. Esta es la primera vez que lo hago y estamos en un contexto muy complejo. Dentro de eso, hemos intentado hacerlo lo más bonito posible y que la gente tenga muchas cosas que descubrir”, afirma. “Me hubiera gustado que fuera todo más festivo, que hubiera un espacio donde las compañías se pudieran juntar y tener un poco más de interacción y de contacto, pero no es el momento”, confiesa con un pequeño sabor agridulce.

No obstante, y tratando de ser positivos, las restricciones consecuentes del COVID puede que nos estén haciendo valorar más lo que tenemos en nuestra tierra. “Yo creo que es el año ideal para ver y descubrir la diversidad de danza que tenemos en este país, la riqueza de coreógrafos, de creadores, de formas, que incluso a mí me ha sorprendido”.

 

El COVID y la danza

Como es evidente, la pandemia ha repercutido en la organización de festivales y exhibición de los espectáculos, pero también en la forma de ensayar y crear. 

Rubén Olmo me explica que, aunque la pandemia no ha cambiado la estricta rutina de la compañia, sí que han tenido que añadir medidas para cumplir con los protocolos anti-covid remitidos por el INAEM. “Por ejemplo, el uso de mascarillas en todo momento, una estricta limpieza y ventilación entre ensayos y la implantación de pruebas de detección de anticuerpos antes y después de cada gira. También se han aplazado las visitas de grupos de escolares a los ensayos en la sede”. Además, tuvieron que retrasar algunas de las giras programadas en Las Palmas de Gran Canaria, San Petersburgo, Pamplona y Águilas con el espectáculo Invocación estrenado en el Festival de Jerez justo antes del confinamiento.

 

Situación de la danza
Ensayo de ‘Invocación’, del Ballet Nacional de España.

 

Por su parte, Manuel Bonillo me cuenta que las restricciones dependen mucho del espacio, pero, por ejemplo, su compañía, que va a actuar ahora en Alcalá, ha tenido que firmar unos ocho documentos entre los que se encuentran un curso de prevención de riesgos laborales, la documentación sobre el COVID o distintas responsabilidades. También ha influido en la estructura del espectáculo. “Como tenemos una cantante lírica que tiene que cantar sin mascarilla, hemos tenido que medir y reformular la situación espacial del escenario, porque tiene que estar a más de tres metros y medio del espectador”.

 

El futuro y las representaciones virtuales

Hablo con ellos también de los espectáculos virtuales, ya que han sido un punto de unión y visibilidad durante el confinamiento. Rubén Olmo desarrolló, junto a su equipo, iniciativas para seguir difundiendo la danza española a través de las redes sociales. “Para celebrar el Día de la Danza creé una coreografía, junto al director de la Compañía Nacional de Danza, Joaquín de Luz”, afirma. “También organizamos talleres en streaming (#BNEenMovimientoPerpetuo), participamos en la gala del Día de la Música representando distintas coreografías y grabamos, junto con algunos bailarines del BNE, un vídeo bailando cada uno desde su casa, proponiendo a nuestros seguidores que hicieran lo mismo. La acogida fue increíble y nos llegaron vídeos desde Japón, China, Ucrania o México”.

 

Situación de la danza
Rubén Olmo. BNE

 

Queda demostrado que las plataformas virtuales han hecho mucho por el sector mientras estábamos encerrados. O, más bien, los profesionales han hecho mucho para que su arte no quede en el olvido mientras los ciudadanos no podíamos salir de nuestras casas. Queda la incógnita de si, una vez pase todo esto, los espectáculos virtuales se van a mantener o desaparecerán. 

La opinión de Manuel Bonillo es firme, “se quedarán, pero no con la intensidad con la que estaban antes”. Además, tal y como comenta, la digitalización de talleres y shows facilita la asistencia de personas de distintos lugares del mundo, sin que la posición geográfica suponga un límite.

Un ejemplo de ello lo tenemos en la fundadora de The Colectivo. Durante el confinamiento, Victoria P. Miranda formó parte de manera virtual del festival Ciclo Dos de Uruguay. “Me llamaron para participar y estuve bailando online desde mi casa con gente de diferentes lugares”, explica.

No obstante, no se muestra muy partidaria de que las actuaciones virtuales se mantengan en el tiempo. “Los online nos han sacado en este momento de un lugar y de una situación complicada, pero el directo es el directo, y que no nos lo quiten nunca”, reclama.

Barraquita a Escena, por su parte, piensa que seguirán presentes de una forma u otra, pero insiste también en que los espectáculos virtuales no terminan de transmitir lo mismo que los presenciales. “La gente tiene ganas de hacer cosas y de volver a tener contacto”, afirma Ana Martínez. A lo que su compañera, Ana Fernández-Roldán, añade que “también es importante tener en cuenta que audiovisual y teatro tienen códigos distintos”.

 

La presencia femenina en las butacas españolas

Situación de la danza
El equipo de ‘Querida Carmen, Querida Elena’ de Barraquita a Escena: María de la O Molina Guillén (Arriba Izda.; Bailarina Elena), Ana Fernández-Roldán (Arriba Dcha.; Directora de la obra), Rebeca García Pérez (Abajo Izda.; Lectora) y Ana Martínez Belmonte (Abajo Dcha.; Bailarina Carmen).

Aprovecho la oportunidad de encontrarme con las fundadoras de una compañía de mujeres para hablar del público español y de cómo la mujer duplica al hombre en asistencia a espectáculos de danza.

“La danza siempre ha estado muy encasillada a la mujer y al final las consumidoras son las mismas que practican danza. En mi experiencia personal, las que me han acompañado a ver espectáculos de danza siempre han sido mi madre y mi hermana. A mi padre siempre me ha costado mucho llevarlo, al igual que a mis amigos. Eso también está marcado por la educación”, opina Ana Martínez. 

El director del Ballet Nacional de España está de acuerdo con esta idea. “Desgraciadamente, siguen existiendo los estereotipos de que el hombre va al fútbol y la mujer, al teatro. Al igual que a los bailarines masculinos se los identifica automáticamente con la homosexualidad y los niños que quieren estudiar danza sufren acoso por parte de sus compañeros”, denuncia.

La educación lo es todo y afecta a todos los ámbitos de la vida. Establece un público, pero también un creador. En los colegios españoles la presencia femenina en la creación brilla por su escasez y, como sociedad, deberíamos prestarle más atención a esto. 

“Creo que Carmen Laforet es la única escritora española que yo he estudiado en el colegio y hay muchísimas mujeres que han hecho muchas cosas y no se han valorado tanto. Tal y como leí una vez, para que una mujer se reconozca en la historia ha de ser excepcional, mientras que a un hombre no se le exige ese nivel de perfección”, explica Ana Fernández-Roldán.

Excepcionalidad que ha conquistado Blanca Li, logrando cosas tan increíbles como ser la primera mujer coreógrafa en la Academia de Bellas Artes de Francia, consiguiendo entrar en esas posiciones tan altas reservadas, a menudo, a los hombres. “Hay pocas mujeres directoras, en el medio del arte hay poquísimas. Primero es muy difícil llegar a la dirección para una mujer, pero luego también es difícil que una mujer en la dirección sea respetada igual que un hombre. El trato que hay en muchos casos a un director o una directora no es el mismo, a todos los niveles”, sentencia.

La bailarina recalca también la importancia que supone para las niñas que la mujer exista en todos los ámbitos de la vida. “Si las niñas no tienen modelos, no ven a mujeres en puestos de trabajo reservados a hombres como puede ser la dirección de una orquesta, no piensan que ellas podrían ser directoras de orquesta. Si ven a una mujer dirigir, pueden soñar con eso”.

 

Sigamos bailando

Al final, la vida está compuesta de sueños que, poco a poco, se pueden ir consiguiendo. Estos y otros muchos profesionales que, aunque parezcan de goma, están hechos de hierro, se sobreponen a las dificultades del día a día sin que ni siquiera la falta de oxígeno provocada por realizar un entrenamiento de alto rendimiento con la mascarilla pueda frenarlos. Nada puede frenar a los dibujantes del aire, que siguen y seguirán luchando de manera presencial, virtual y como haga falta. Así que ayudémoslos de la única manera que está en nuestra mano: consumamos danza. Seamos el semáforo en verde que necesitan los números rojos de la cultura.

 

Situación de la danza

 

Gracias a todos los artistas que habéis hecho posible este reportaje y a todos los que, día a día, os dejáis el alma en el escenario. 

 

Feliz Día Mundial de la Danza.