SUSCRÍBETE

Protagonistas de Temporada Alta Iberoamérica

Redacción Godot

Foto superior: Laura Mastroscello

 

Entrevistamos a cuatro de los protagonistas de la extensión iberoamericana del Festival Temporada Alta: Claudio Tolcachir, Sergio Boris, Lautaro Perotti y Mariana Mazover, cuatro creadores argentinos que nos hablan sobre lo que supone para ellos y para el público de allí el salto al otro lado del océano de una cita con las artes escénicas tan consolidada aquí que allí ya va por la séptima edición, que se desarrollará hasta el 24 de febrero en tres capitales del sur del continente: Buenos Aires, Montevideo y Lima. Teatro, danza contemporánea y experimental, creación contemporánea, circo y nuevas dramaturgias procedentes principalmente de Cataluña, España, Francia, Italia, Alemania, Suiza, Finlandia, Israel, México y Colombia, además de las tres nacionalidades anfitrionas. Podéis consultar todos los detalles de la programación aquí.

 

Protagonistas de Temporada Alta Iberoamérica en Madrid

 

CLAUDIO TOLCACHIR.

Actor, director, dramaturgo y docente teatral.

Fundador y director de la sala y escuela Timbre 4 de Buenos Aires

 

¿Qué supone para la escena contemporánea argentina y de Iberoamérica en general este festival, puente entre dos culturas?

Este festival vino a ocupar un espacio que no existía porque presenta un cruce internacional, pero a la vez propone una cercanía y una participación activa de encuentro entre los artistas y el público muy íntima, año tras año. Los creadores que participan lo hacen con una convicción y un deseo de aportar al crecimiento de esta propuesta, que esto mismo le suma un valor personal a cada presentación y cada encuentro con el público, así como también la hermosa relación que se genera con los residentes voluntarios que trabajan dentro del festival.

 

¿Cuál es el secreto del éxito de esta fórmula?

Ante todo, creo que nació de un deseo muy puro. Una gran necesidad de hacerlo. Y fue creciendo porque para todos es un inmenso placer planificarlo y encontrarnos cada año. Por eso se fueron sumando teatros amigos de otros países y de otras ciudades. Porque este festival tiene el germen de por qué todos nosotros hacemos teatro. El deseo. Por supuesto la calidad de la programación y la seriedad del equipo de producción hace que este proyecto vaya cruzando fronteras.

 

¿Qué beneficios tiene asociarse a Temporada Alta de Girona?

El primer beneficio es que nosotros en Girona tenemos a nuestros amigos. Son compañeros y cómplices. Sería difícil embarcarse en esta montaña rusa si no lo hiciéramos con este nogal de amor y compromiso compartido. Pero además es tener de socio a uno de los festivales más importantes del mundo. Con toda su experiencia y su potencia a la hora de pensar propuestas y enlaces posibles. Temporada Alta tiene ese equilibrio perfecto de calidad, riesgo y capacidad de producción.

 

¿Cómo ha sido el crecimiento a lo largo de estos años?

Visible y emocionante. Se agregaron semanas, se sumaron países, creció la cantidad de público, se creció en la organización y en la comunicación. Se construyeron redes entre naciones. Se sumaron escuelas de dramaturgia. Cada año se inscriben más y más voluntarios para ayudar. En medio de un mundo que se derrumba estos pequeños proyectos de arte vienen a salvarnos y a darnos oxígeno compartido para que sigamos adelante.


 

Protagonistas de Temporada Alta Iberoamérica en Madrid

LAUTARO PEROTTI.

Actor, director, dramaturgo y docente teatral.

Fundador y co-director de la sala y escuela Timbre 4 de Buenos Aires

 

Supongo que Temporada Alta, para Timbre 4 y para ti en particular, tiene una importancia singular a la hora de darse a conocer en España y en Europa, ¿no?

El origen del festival tiene que ver sobretodo con el intercambio. Después de ir variar veces de Gerona, Temporada Alta, con distintos espectáculos comenzó a surgir la necesidad de profundizar el intercambio. Y hacer visibles funciones, creadores, dramaturgos, actores que no siempre teníamos el placer de conocer y disfrutar en Buenos Aires. Algo así como achicar la distancia entre España y Argentina

 

De vuelta, ¿qué supone desde hace 7 años ya para un creador la presencia de Temporada Alta en Argentina y otros países vecinos? ¿Y para los espectadores?

Lo que primero comenzó con la idea de compartir y disfrutar el intercambio. El enriquecimiento fundamental para los artistas de aprender, entender otras miradas y manifestaciones artísticas, y el inevitable enriquecimiento artístico que esto genera, fue rápidamente trasformándose en un evento cultural que el público argentino espera con ansias en medio del agobiante verano porteño. Un acontecimiento de encuentro que supera todas las expectativas.

 

Según tu experiencia, ¿qué le aporta la escena iberoamericana a la europea y la europea a la iberoamericana? 

Creo que estoy demasiado metido en este intercambio para verlo desde arriba y poder analizar técnicamente y definir esto. De lo que estoy seguro es que para mí es necesario, y que desde ya hace más de 10 años realizo esto y no sólo no pienso abandonarlo sino que siempre quiero más. Miro para atrás y veo que no soy el mismo, ni profesional ni humanamente, desde aquella primera gira a Barcelona/Gerona.


 

Protagonistas de Temporada Alta Iberoamérica en Madrid

SERGIO BORIS.

Actor, director y dramaturgo

 

¿Cuántas veces has estado en Temporada Alta en España y qué supone para un creador como tú un festival como este?

Tuve la felicidad de participar en Temporada alta como actor y como director. La experiencia de poder mostrar como director Viejo, solo y puto. Estar en Temporada alta es un lujo por todo lo que se vive ahí en relación al intercambio con el público, directores, actores, gente que piensa el hacer teatral y además ver otras obras de otros lugares que propugna el mismo festival. Y eso se agradece.

 

Alimentarse del trabajo de otros, de otras latitudes, ¿es más para saber lo que no se puede hacer, para ver que lo que uno quiere hacer está en el buen camino, para saberse acertado o equivocado o para ninguna de estas tres cosas?

Creo que  ver ciertos trabajos estimula por lugares inconscientes disparadores como para poder pensar la escena en todos sus procedimientos. No es nunca para hacer lo mismo sino para estimularse y pensar hacia adentro, hacia el lenguaje propio. Y este lenguaje propio, así lo siento y me gusta creer en eso, es una lucha contra la forma que genera fosilización.

 

Según tu experiencia, ¿qué le aporta la escena iberoamericana a la europea y la europea a la iberoamericana? 

Creo que la escena ibeoamericana y la europea son dos mundos teatrales diferentes.  Y si uno es más específico las diferencias es entre países periféricos y dominantes, ciudades y provincias, es decir lo propio de cada lugar. Pero lo interesante de esa diferenciación es que los aportes se producen. Creo profundamente en esa calidad de aportes y no en la mimetización de lenguajes.

He podido ver obras francesas, belgas, italianas y de otros países de Europa en festivales y también he dirigido una obra con alumnos del Teatro de Bordeaux (Estba) que se presentó en Avignon. Por esta experiencia creo que el aporte que más me interesó del teatro europeo fue ver una actuación técnicamente entrenada que cuando eso no se pone  adelante y está al servicio del relato es maravilloso. También ciertas ideas de puesta me interesaron aunque a veces no me guste que vayan en desmedro de la actuación que de esa forma se proletariza.

A grandes rasgos, a mi criterio, la escena iberoamericana, con la que me identifico como un lugar de pertenencia, aporta el caos, lo informe, la ironía de saberse perdedores y que cualquier discurso alto siempre lo contrarresta algo bajo. En síntesis, la mezcla entre el dolor y la ridiculez. Y todo esto que genera multiplicidad de planos a la vez es lo que el actor necesita como el aire para diluir el personaje en un todo que lo une.


 

Protagonistas de Temporada Alta Iberoamérica en Madrid

MARIANA MAZOVER.

Actriz, autora y directora teatral

 

Qué supone para el teatro de tu ciudad al inicio de temporada, para los que os dedicáis a esto y para los espectadores, la llegada de Temporada Alta allí. ¿Qué autores conoces de la nueva dramaturgia catalana que estos días, o en los últimos años, se pueden ver en Latinoamérica?

Es maravilloso que una temporada empiece con un festival de la calidad de Temporada Alta, que como todo festival produce efectos multiplicadores en lo que deja sembrado en los creadores y en los espectadores, porque justamente el rasgo principal de un festival, y sobre todo en el caso de Temporada Alta, es la multiplicidad de propuestas artísticas en términos de lenguajes, temas, estéticas… Toda esa diversidad y esa heterogeneidad además se vive de un modo muy concentrado, en unas pocas semanas tenemos la posibilidad de ver tanto y tan bueno. Así que ese doble movimiento de la concentración y la multiplicidad de propuestas es muy fértil, tanto para los que hacemos teatro como para los espectadores, porque lo propio de un festival es ensanchar las miradas, porque se ven muchos modos de pensar estéticamente la creación y la relación con los espectadores. Siempre es un encuentro de culturas y de reconocernos en los puntos en común y en las diferencias, es muy ensanchador de los caminos y los territorios, así que, que comience a principios de año es como una luz en el camino para los que estamos desarrollando creaciones y para los espectadores, porque genera deseo de más. Es encantador, tiene algo de la magia de conocer a través del teatro otros mundos.

Respecto a la dramaturgia catalana, sobre todo vi todo lo que vino de Temporada Alta y algunas otras obras que pasaron por Timbre 4 como Nerium Park de Josep Maria Miró, que es un autor que me gusta mucho, Josep Maria Miró. También Alfredo Sanzol, que sé que no es catalán, pero vi La calma mágica y La respiración, y cuando pienso en dramaturgos contemporáneos, los asocio con esos nombres. En ese sentido Temporada Alta ha hecho un trabajo muy grande de difusión de la dramaturgia catalana y de los distintos lenguajes, lo vi casi todo, y estoy pensando en los torneos de dramaturgia, que yo estuve en el segundo año que se hizo, que tuve la oportunidad de charlar con los dramaturgos de esa camada, y el trabajo fue muy enriquecedor, a la vez que para ellos fue enriquecedor ver los modos de producción del teatro independiente de aquí.

 

Según tu experiencia, ¿qué le aporta la escena iberoamericana a la europea y la europea a la iberoamericana?

Creo que hay algo que tiene que ver con los modos de producción. No me arriesgaría a dar una respuesta que abarque toda Iberoamérica, pero en lo que respecta al teatro argentino, es un teatro muy marcado por las lógicas de producción del teatro independiente y me parece que ese aporte ha nutrido a la escena europea, que con el desembarco de muchas compañías y con ellas sus lógicas de producción, se ha contagiado y ha producido movimientos en la escena. Y por otro lado, me parece que lo más interesante que se produce tiene que ver con la amplificación de los lenguajes, que muchas veces uno vive los lenguajes más dominantes o las estéticas que se imponen, a veces por moda a veces porque generan algo tan nuevo y tan atractivo y tan impactante que se vuelven estéticas más dominantes, pero en ese sentido, cuando empiezan a aparecer los cruces entre las regiones, ese efecto de contagio es muy potente: cómo descubrimos a través de la circulación de obras extranjeras nuevos lenguajes, nuevas posibilidades para la escena, tanto para la dirección como para la actuación, incluso para los textos, porque muchas veces las dramaturgias locales van adquiriendo formas muy particulares, y el cruce con otras dramaturgias va produciendo también el encuentro con otras formas diferentes de narrar, de concebir el hecho escénico.

Se trata de que podamos afirmarnos en la multiplicidad de teatralidades y expresiones artísticas que hacen la permanencia del teatro, porque así el teatro ha ido y sigue transformándose históricamente y ensanchando sus propios límites. Eso es lo más importante, que nos podemos aportar mutuamente. Igual que nos permite el acceso a problemáticas muy singulares, porque hay obras muy ligadas a problemas territoriales de sus países de origen, y en ese sentido se produce ese plus respecto a la posibilidad de entender desde una mirada distinta de lo que llega por un medio de comunicación, cómo están atravesándose las realidades sociopolíticas en otros países, donde encontramos puntos de comunión, y por eso sentimos una identificación tan grande muchas veces con materiales que provienen de países remotos.

 

¿Nos podrías recomendar nombres de dramaturgos argentinos emergentes que todavía no se conocen en Barcelona o Europa?

No sé si ya estuvieron por ahí o si son conocidos allá, pero pienso sobre todo en Maruja Bustamante, que es una de las dramaturgas y directoras más atractivas, potentes y singulares que tenemos. Pienso en el trabajo de un grupo de actrices que hacen creación colectiva, que se hacen llamar Piel de lava… ellas quizás ya han estado por allá. Y después otros nombres como el dramaturgo Nacho Bartolone o el grupo Cabeza, que es un grupo de escritura feminista, que está haciendo un trabajo muy atractivo.

 

En relación a todo esto, ¿cuál es el papel del teatro hoy en día en la sociedad?

No sé si el teatro, pero en el teatro independiente, los teatros que construimos, las obras que levantamos, los elencos que funcionan bajo las lógicas del teatro independiente, creo que nos seguimos pensando como un espacio de resistencia, un espacio que es capaz de resistir al avance en nuestro país del neoliberalismo y seguir pensando en otros modos de existir, de asociarnos, de vincularnos con los otros, y otros modos de narrar, de desplazar los modos dominantes de circulación de las significaciones sociales, de la construcción de sentidos, y poder construir otros lenguajes, otros modos de narrar, otras aproxiamaciones poéticas a los temas que nos conmueven y nos importan.

Esto se liga también con la función del teatro en términos de si es posible que transforme o no la sociedad, de cómo recoge el latido social el teatro, y pienso que, por lo menos en Argentina, en Buenos Aires, estamos transitando una época muy fértil vinculada con el movimiento feminista, por cómo estamos interrogando, cómo ocupamos los lugares, cómo producimos las mujeres, cuál es nuestro lugar, nuestros lenguajes y nuestra mirada en la creación. El teatro es un arma de transformación social y de diálogo con la coyuntura social y política y me gusta pensar que esto sigue siendo así. Lo vemos en nuestro país sobre todo en los aspectos que tienen que ver con la perspectiva de género y feminista, no solo en relación al feminicidio, que es uno de los temas más acuciantes que tiene en agenda el feminismo, porque en lo que va de año murieron casi una mujer por día a manos de varones…

Más allá de ese tema puntual, que es solo un ejemplo de todo esto, creo que con todo este ejercicio de resistencia tan fuerte frente al avance del neoliberalismo que recorta los subsidios, que ahoga al teatro independiente con clausuras, con todos los mecanismos que tienen a su alcance, se vuelve a confirmar el hecho mismo de existir, de que vaya bien, que la gente siga yendo al teatro, porque es un esfuerzo muy grande llenar las salas acá hoy con una crisis económica espeluznante. Creo que esos dos factores juntos, lo político y esa dimensión más vinculada con lo cultural, con la transformación del paradigma cultural del patriarcado y la resistencia al avance neoliberal en todas las áreas, vuelven a mostrarnos esa necesidad de pensar y sostener que el teatro tiene una función, la función también del encuentro, de producir encuentros verdaderos entre creadores y espectadores y la posibilidad de conmover, de vincularnos desde la emoción, de reconocernos en los deseos de narrar y de escuchar narraciones, y de ir encontrando explicaciones y sentidos, porque en definitiva el teatro es eso, tratar de aproximarnos a nuestras preguntas sobre nuestra existencia.

 

 

Comparte este post