Salva Bolta dirige este montaje con dramaturgia de Sergio Martínez Vila que, tomando como punto de partida la figura de San Juan de la Cruz, nos invita a formar parte de un rito iniciático para tratar de comprender lo que supone vivir una experiencia mística en escena.

Sergio Jaráiz, Darío Sigco y Carlos Troya son los oficiantes de este mágico rito teatral contemporáneo lleno de movimiento, poesía, palabras y silencios que tratarán de hacernos vivir una experiencia mística y que podamos comprender así la unión espiritual entre cuerpo y alma.

 

Mística Teatral

 

Por Sergio Díaz

Foto portada: Luz Soria

 

En estos tiempos extraños, y siento que repitamos tanto esta frase, los mensajes que nos han ido llegando desde muchos frentes distintos era el de apreciar lo que teníamos, valorar los momentos, dejar de correr y pararse, el slow life… cosas de este tipo que quedan muy bien como reclamo publicitario. Pero luego la vida te va poniendo en tu sitio y si no corres a veces no llegas. Y si no llegas pues todo se complica…  aunque tengo claro que este planteamiento de partida es ya un error y no me gusta vivir así, pero es lo que me toca. En el teatro también pasa lo mismo. Es un reflejo de la vida y en estos últimos años hemos visto cómo en muchas ocasiones las experiencias escénicas son como comida basura, una vivencia de usar y tirar, muy sabrosa por todos los aditivos que lleva pero que no aporta nada más que calorías vacías. Frente a eso hay excepciones, fuertes excepciones, que nos ofrecen vivir otras experiencias mucho más nutritivas, sanas y espirituales. Como esta.

 

Experiencia mística

Esta propuesta que llega ahora a la sala Francisco Nieva del Teatro Valle-Inclán es un interesante proyecto que cuenta con la dramaturgia de Sergio Martínez Vila y la dirección de Salva Bolta. El también dramaturgo y director Juanma Romero Gárriz ejerce esta vez de ayudante de dirección y es el encargado de contarnos qué es lo que el equipo artístico ha pretendido al poner en marcha este proyecto. “Salva (Bolta) quería hacer una propuesta escénica sobre la mística de San Juan de la Cruz, sobre cómo podría llevarse eso a escena, lo cual ya es algo de partida muy complicado porque, al menos para mí, el presupuesto de la mística es que es algo inefable y los grandes poetas místicos lo que intentan es, con las mínimas palabras posibles, expresar algo inefable, que en sí ya es una paradoja. Pues queremos abordar qué tipo de paradojas se pueden dar en escena. Y para ello Salva contactó con Sergio Martínez Vila, que yo creo que es alguien que conoce muy bien la mística. Y ambos tomaron el camino de no limitarse a la poesía de San Juan”. Y es que aunque el título de la obra –Noche Oscura– lleve el nombre de uno de los poemas escritos por Juan de Yepes y Álvarez (San Juan de la Cruz) la pieza no es un recorrido por su vida ni una puesta en escena de sus poemas… es algo mucho más interesante (siendo ya la vida de este poeta místico de un interés muy considerable). “La función -prosigue Juanma- intenta que el espectador capte el aroma de lo que puede ser una experiencia mística, que por supuesto tampoco es algo que pueda reproducirse en una hora de función. La vía mística es un proceso largo de contemplación, de entrega… nada que ver con el ritmo de vida que tenemos ahora. Así que la pretensión no es que salgamos de la función todos convertidos en místicos, sino captar el aroma de lo que supone el misticismo, y no sólo de San Juan, también de Santa Teresa y de todas las tradiciones espirituales que lo han expresado de la misma manera, ya sea sufí, hindú, pagana…”.

 

Rito contemporáneo

Es casi como un regreso a los orígenes del teatro. Antes de que incluso tuviera ese nombre. Se trata de volver a vivir la experiencia escénica como un rito. Una experiencia iniciática individual y muy personal pero compartiendo una misma energía que sale del escenario. Y para ayudarnos en ese viaje, en ese rito iniciático, contamos con la presencia de tres actores (Sergio Jaráiz, Darío Sigco y Carlos Troya) que en este caso no dan vida a ningún personaje concreto. Son tres oficiantes que nos van a guiar para que seamos capaces de deshacernos de nuestro prosaico envoltorio de piel y elevarnos hacia la espiritualidad. “Salva está trabajando con los actores en una propuesta muy de carne. Lo que tiene en común la función con la obra de San Juan y de Santa Teresa es que vamos a intentar hacer algo donde la carne y el tránsito de lo carnal a lo espiritual va a estar muy presente en escena. Pero todo de una forma muy contemporánea ya que la obra va a tener por un lado un lenguaje muy de performance y por otro va a estar salpicada por una serie de monólogos ideados por Sergio. Teresa Martín Ezama ha creado unas proyecciones muy potentes que se alternarán con citas de San Juan y otros místicos. Y también es muy importante el movimiento en escena, -un movimiento que nos ayuda a entrar en trance en muchas ocasiones, como ocurre por ejemplo en el sufismo- y para eso Iker Arrué ha creado unas coreografías maravillosas” concluye Juanma Romero Gárriz.

Sin duda esta obra llega como caída del cielo, y es que es un momento perfecto para vivir una experiencia espiritual, para repensarnos a nosotros mismos y descubrir al mismo tiempo, la esencia más pura del teatro. Y de la vida.