La compañía Nao d’Amores comparece por octava vez en el Teatro de La Abadía, su casa madrileña, esta vez con una obra trágica del siglo XVI sobre el mal gobierno: Nise, la tragedia de Inés de Castro, a partir de dos piezas escritas por Jerónimo Bermúdez. Ana Zamora dirige, como es habitual, una obra que lleva el sello inconfundible de la compañía segoviana, donde la música de Alicia Lázaro juega un papel importante y el elenco, comandado por Natalia Huarte y José Luis Alcobendas, da lo mejor de sí mismo.

 

Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer

 

Nao d’Amores, no nos cansaremos de repetirlo, es fundamental en la historia reciente del teatro español por lo que ha contribuido a recuperar, reconocer, poner en valor y hacer contemporáneas las obras que inauguran nuestra dramaturgia nacional, las tardomedievales y renacentistas. La compañía que comanda Ana Zamora, con sede en Segovia, llega a La Abadía por octava vez, ahora ya como compañía asociada oficialmente, porque aunque este teatro ha sido siempre su casa madrileña y han estado allí apadrinados desde el principio, la nueva etapa que ha inaugurado Carlos Aladro ha querido dejar negro sobre blanco esta colaboración asegurada para los próximos años, ojalá muchos.

 

En esta ocasión, los de Ana Zamora se atreven con una tragedia renacentista, género que hasta ahora no habían tocado. “Comedia sé hacer, églogas sé hacer -dice la directora medio en broma- y en esta obsesión por no repetirnos queríamos adentrarnos en este género un tanto frustrado, porque no se proyecta en el tiempo, este intento de hacer una tragedia a la hispana con inspiración clásica en el Renacimiento. No queríamos hacer solo un ejercicio formal tampoco, porque luego las dos obras que hemos elegido y fusionado en el montaje, a nivel de contenido son la bomba, comportan una vía de reflexión política que nos viene muy bien y nos hace mucha falta”.

 

Truculenta y sanguinaria

Esas dos obras de las que habla Zamora son Nise lastimosa y Nise laureada, ambas atribuidas a Jerónimo Bermúdez, aunque hay dudas en esa atribución entre los filólogos, pues existen diferencias notables de estilo entre ambas. Sea como sea, en base a ambos textos se ha construido una dramaturgia unitaria que permite profundizar en la visión del mal gobierno a través de una de las historias más conocidas de la tradición hispanolusa, la leyenda de Inés de Castro, amante del infante don Pedro de Portugal, asesinada en aras de la política del bien común y coronada, después de muerta, como reina de nuestro país vecino. De Jerónimo Bermúdez, comenta Ana Zamora, “no se sabe mucho. Es un monje del siglo XVI que edita los dos textos en 1577 bajo seudónimo, porque evidentemente hay una crítica política detrás. Forma parte de un grupo de autores del XVI que intentan dar forma a una tragedia española, en el que están Lupercio Leonardo de Argensola y Cristóbal de Virués. Es lo que los filólogos llaman tragedia de horror. No tienen tan presente la idea de lo obsceno, lo que los clásicos sacan de escena ellos intentan probarlo a ver qué pasa. Era un reto entonces y es un reto todavía, porque hay que buscar una poética escénica que lo sustente, ten en cuenta que la obra termina con la extracción de los corazones de los alevosos en vivo y en directo”.

 

Lo político por encima de lo romántico

Se han contabilizado hasta 400 obras de diversas disciplinas que se han ocupado de la leyenda de Inés de Castro. “Normalmente -sigue Zamora- se ha puesto el acento en la historia romántica, en la relación de Inés y Pedro de Portugal y su amor imposible, pero se trata claramente de un crimen de Estado para controlar una idea de gobierno. Bermúdez en una de las obras critica la falta de control político y en la segunda lo contrario, la tiranía, el exceso de poder y su utilización nefasta”. Está lo político tan por encima de lo romántico en esta ocasión que los amantes no se encuentran en ninguna escena. “Yo no he tratado de buscarle una conexión visual, plástica con la contemporaneidad, pero claro, todo el rato está cuestionando, estamos en un momento en el que la idea del rey vicario de dios en la tierra empieza a flaquear, ya están por ahí las ideas de Maquiavelo… y todavía no estamos en ese momento en el que los grandes autores del Siglo de Oro se ponen a los pies del rey, sin ningún atisbo de crítica. Aquí todavía se pueden permitir, y lo hacen, hablar de lo que debe ser un buen rey y un buen gobierno”. En definitiva, una obra que nos sigue hablando de tú a tú 500 años después y con una mujer fascinante como motivo y motor, que no es simplemente una damisela enamorada.