8 de marzo. Qué celebramos y qué reclamamos

 

 

CELEBRAR

 

La primera respuesta que me vino a la mente es nada. Sin embargo, y tras el sosiego de estos días, me he dado cuenta de lo erróneo de mi primer impulso. Hay mucho que celebrar, porque no hacerlo sería no honrar la memoria de aquellas que nos precedieron. Walter Benjamin plantea la posibilidad de redención en el presente. Para mí celebrar este día, supone «coger de la mano» a todas aquellas que no pudieron hacerlo, aquellas que… obligadas al silencio, no pudieron expresar sus palabras. Hay que celebrar el camino andado. Camino de muchas… Hay que celebrar el esfuerzo, la lucha, de todas las personas que han puesto de su parte en el camino hacia la igualdad. Obviamente, la igualdad no es todavía efectiva. Pero el camino andado, la posibilidad de un espacio común de solidaridad entre nosotras, y la posibilidad de alzar nuestra voz juntas como compañeras, eso sí es motivo de celebración.

 

DENUNCIAR / RECLAMAR

 

No quiero detenerme a enumerar todas las situaciones en las que la desigualdad se hace patente, así que voy a centrarme en una anécdota. Hoy, tras leer unas octavillas en la Universidad, le he preguntado a mis alumnos qué les parecía que el hombre, en su lucha por la igualdad, adoptara un papel secundario. (Las octavillas daban una serie de pautas sobre cómo apoyar la lucha feminista desde ese lugar) Sólo un estudiante se ha mostrado contrario a mi planteamiento (al menos uno que haya alzado la voz) y a mí me ha interesado profundamente su respuesta. El estudiante planteaba que no concebía la diferenciación de sexos a lo que yo le he respondido que esto no tenía que ver con la orientación sexual sino con el género en sí. He vuelto a hacer otra pregunta: ¿a cuántos de los hombres de la clase les habían tocado sin su consentimiento por la calle? A ninguno. En mis dos clases de hoy. A ninguno. Les he hablado de que he sufrido agresiones sexuales. Antes nunca se me hubiera ocurrido mencionarlo públicamente. Sin entrar en detalles, sé que muchas mujeres de la sala se han sentido como yo. La respuesta cae por su propio peso. El agravio se produce hace muchos años y desde muchos ámbitos y aunque no es mi deseo fomentar el desencuentro, (soy yo de la opinión de que «para hazañas como ésta, cuantos más, mejor») es importante que los hombres entiendan que deseamos hablar nosotras, sin paternalismos, tener voz…  Estoy segura de que a nadie se le ocurriría hablar de «el punto de vista negro» desde un lugar protagonista sin pertenecer a esa raza. Sin embargo, ¿por qué se permiten en la gala de los Goya hacer chistes sobre nuestra falta de representación? No señores, no es mi intención generar más distancia pero entiendan, que es el momento de que nos dejen hablar a nosotras. No necesitamos que nos guíen, ni que se erijan como directores de temas que nos conciernen. Sólo necesitamos que nos acompañen desde el amor, que hagan lo posible desde su lugar de poder porque la injusticia sea reparada. Esto no les excluye de la causa, sino todo lo contrario. Gracias por estar ahí. Gracias por entender que las mujeres tenemos voz y que somos las protagonistas de esta historia. Lo siento, no puedo hacer chistes sobre esto. Para que se produzca el humor debe de haber distancia y a día de hoy seguimos siendo violadas, maltratadas, menospreciadas y asesinadas. Yo deseo que exista el día en que verdaderamente podamos hacer humor de esto. Ese día reiré con ustedes, señores. Pero hoy reclamo un espacio y les pido, que no consientan que el sistema haga un producto de esta causa. Les pido solidaridad y compasión. La compasión es sufrir con el Otro. Señores, somos el otro. Acompáñennos en nuestro sufrimiento. Ayúdennos con esta pesada carga. Gracias.

 

 

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