La actriz y directora Leticia Dolera eleva su voz en defensa del feminismo siempre que puede, y no solo en el terreno cinematográfico, ya que ahora publica el libro ‘Morder la manzana’ (Editorial Planeta), donde combina la teoría con el relato de historias personales sin renunciar a la ironía y el humor

 

 

Por Pere Francesch Rom/@PereFrancesch

 

 

¿Cuál es el objetivo de Morder la manzana?

He intentado hablar de feminismo de forma sencilla, amena y con un poco de humor, porque es un movimiento político y social y una teoría política muy necesaria en la sociedad actual. Me parecía importante aclarar algunos conceptos, hacer más próxima la teoría feminista y la historia de la lucha feminista, donde también nos han acompañado muchos hombres. Es importante saber qué pasó antes para saber cómo conseguimos todos los derechos que tenemos ahora.

 

 

También incluyes historias personales en el libro…

Sí, he combinado teoría con historias personales y momentos con mis amigas de forma ficcionada. La teoría está muy bien para entender las cosas, pero para ponerte realmente en la piel de alguien, lo mejor es una historia, ya sea contada a través de una historia de teatro, de un libro o de una película. Es muy interesante porque el libro, además de mujeres, lo leerán hombres y lo entenderán todo mucho mejor al ponerse en la piel de una mujer leyendo estas historias.

 

 

¿Cómo surge la idea de escribir este libro?

Surge de mi compromiso con el feminismo. Lo empecé a escribir en un momento en el que en los medios de comunicación se estaba generando un poco de caos sobre el feminismo. Leí declaraciones sobre el tema de compañeros y compañeras de profesión o del mundo de la música, y se publicaron titulares fuera de contexto que generaban mucha confusión. Cuando tienes un altavoz también tienes una responsabilidad y yo podía aprovechar este altavoz que me da mi profesión para acercar y poner en orden las ideas de la teoría feminista.

 

 

Una de las máximas del libro es que feminismo no es lo contrario de machismo, que no son antónimos.

Es que no son antónimos, está claro. El machismo mantiene la idea de que el hombre es superior a la mujer por naturaleza y el feminismo se basa en la idea de que hombres y mujeres son iguales. Desde el machismo se ha intentado desprestigiar el movimiento feminista vendiendo el enfrentamiento de las mujeres contra los hombres, y no es así. Esto es muy importante que quede bien claro. Estamos en contra de un sistema llamado patriarcado, que perpetúa la desigualdad porque genera desigualdad, violencia y muerte.

 

 

Primero cine y ahora literatura. ¿Cuál es el mejor altavoz, en tu caso, para llevar a cabo estas reivindicaciones?

A mí lo que me gusta son las historias, que son el mejor vehículo para tender puentes de comunicación y empatía entre las personas. Creo que el relato y la ficción tiene este poder tan mágico porque te llegan directamente a la parte emocional y puedes entender mejor las cosas que si te dicen “esto es así”. La ficción tiene ese poder y por eso me gusta tanto dedicarme a contar historias, porque son un puente para la empatía. Con el feminismo era importante también añadir un poco de historia y teoría al libro para un público más ‘mainstream’.

 

 

Carla Simón con Estiu 1993, Elena Martín con Júlia ist o tú misma con Requisitos para ser una persona normal, sois directoras de cine reconocidas por vuestro trabajo… Aún así, todavía queda mucho por hacer para tener mayor representatividad en el sector.

Que a mí o a una determinada directora nos haya ido bien y hayamos podido hacer películas no es representativo de nada. No se trata de que como a mí me va bien, el resto también lo puede conseguir, sino que se trata de que todos y todas tengamos las mismas oportunidades y se nos juzgue de la misma forma.

 

 

El subtítulo del libro es La revolución será femenina o no será. ¿El mejor lugar para impulsar esta revolución es la cultura? Porque desde la política y el poder judicial… no parece que estén por la labor de impulsar un cambio revolucionario.

Yo creo que tiene que ir todo de la mano, pero es cierto que la cultura tendría que ir por delante. Tradicionalmente, la cultura ha sacudido las conciencias y ha puesto las realidades sociales sobre la mesa. Por eso, en el ámbito cultural tenemos que exigirnos no acomodarnos en el relato hegemónico, sino contar historias que remuevan. El dramaturgo Juan Mayorga dice que el espectador de teatro -y esto se puede aplicar a cualquier tipo de espectador o de lector- tiene que ser valiente, porque acercarse a una historia tiene que ser un reto y esa historia hará que no salgamos igual que cuando entramos, hará que abandonemos nuestra zona de confort.

 

 

También es cierto que, últimamente, en el mundo de la cultura, salir de la zona de confort puede comportar la censura, como ha sucedido en ARCO, o la cárcel directamente, como en el caso del rapero Valtonyc.

Siempre tenemos que defender la libertad de expresión, aunque sea una expresión que vaya en contra de lo que nosotros pensamos. Defender la libertad de quien piensa igual que tú es relativamente fácil. La censura no es nada buena y, precisamente, el arte está para incomodar y remover. Y no es coherente que alguien vaya a prisión por rapear, me parece una locura y creo que deberíamos salir todos a la calle. 

 

 

Leticia Dolera: “El feminismo no es un enfrentamiento de mujeres contra hombres” en Madrid