SUSCRÍBETE

Las XL nos invitan a degenerarnos

Ya sabéis… todo eso que nos han dicho que somos por ser lo que somos, todo eso de lo masculino y lo femenino… todo eso puesto en solfa en el nuevo y esperadísimo nuevo espectáculo de Las XL, Degenérate mucho. Las XL son Marta Sitjà y Nía Cortijo, creadoras de un género teatral en sí mismo, donde priman el humor corrosivo y la crítica de todo aquello que huela a heteropatriarcal. Las XL se suben al escenario para mostrar lo peor de los valores tradicionalmente asignados a las personas según su sexo por aquello del binarismo, o sea: fuerza, control, poder y privilegios para ellos; emociones, belleza, delicadez y cuidados para ellas. Pues va a ser que no.

 

Por Álvaro Vicente / @Alvaro Majer

 

Hablamos con Nía Cortijo, el 50% de Las XL, que viaja a Madrid desde Granada, donde reside habitualmente, para hacer su función en los Luchana y vuelta a Granada. «Es lo que tiene trabajar y criar al mismo tiempo, que a veces es un desquicie. Pero bueno, lo voy llevando». A lo mejor esta circunstancia hasta «le viene bien» para sacar ideas para los espectáculos: «sí, es una fuente de inspiración constante, mi niña es una musa», dice entre risas. La escena sobre la maternidad y la crianza que hay en Degenérate mucho no tiene desperdicio. Buena, ninguna escena tiene desperdicio. «En este show, en realidad, tocamos el tema de la maternidad suavemente, porque es un profundo pozo en el que bucear, pero nos hemos quedado en una mirada ‘por encimilla’, porque da un poco de vértigo a veces».

 

¿Tendremos espectáculo dedicado exclusivamente a la maternidad en un futuro?

Sí, podría ser el tercer espectáculo, en plan trilogía. Éramos pocos y parieron Las XL (risas)

 

La verdad es que le dais a todo y le dais bien…

Sí, no dejamos títere con cabeza. Aquí hay manteca para todo el mundo.

 

Primero fue abandonarse (Abandónate mucho, primer espectáculo del dúo), ahora degenerarse… ¿esta evolución a qué responde?

No sabemos muy bien a dónde nos llevará esta evolución, porque de momento se trata de ir quitándose costras, estereotipos, de cambiar un poco los roles, el sentido y, bueno, aunque son palabras que tienen una cierta connotación negativa, nosotras le damos un poquito la vuelta. Y como en este show donde más vamos es al tema de la construcción del género, de cómo creamos nuestra identidad, lo de degenerarse va por ahí, sal de la casilla que te han asignado según tengas vulva o pene, sal de tu casilla, asómate y permítete ser. Degenérate en el sentido de romper el binarismo y también, por qué no, hay un componente de locura, de irreverencia, de vomitera, porque también hay hartazgo de muchas cosas.

 

¿El binarismo es como una dictadura para la identidad?

Sí, desde luego es un sistema dictatorial, aunque nosotras no es que critiquemos ese sistema, las personas que se encuentren a sí mismas y sean felices dentro de esa manera de categorizar la vida y la identidad, pues muy bien, nos parece estupendo. Lo que queremos es que no sea un sistema excluyente, en el que si yo no paso por el aro, se me margina, se me machaca socialmente, se me castiga, y me pongo la mochila del dolor y la fatiga. Nosotras lo que defendemos es que sí, muy bien el rosa y el azul, pero los que queramos disfrutar de otra gama de colores, no seamos estigmatizados por eso.

 

Ya. Es que yo ahora te pregunto: ¿qué tienes, niño o niña? Y ya solo esa pregunta, mentalmente, construye una serie de cosas.

Totalmente, y además yo esto lo vivo desde que estaba embarazada. Yo sé que la gente no lo hace con mala intención, y ahí es donde hay que poner conciencia, porque hay muchas cosas que estamos dando por naturales y por inocuas y en realidad llevan un paquete de veneno muy potente. O sea, te quedas embarazada y que la segunda pregunta sea ¿niña o niño? … Elefante, respondía yo. Yo qué sé… va a ser persona, y lo importante es que esté sana y ya está. Pero esta exigencia de identificarnos, de definirnos, de tenerlo todo colocado, este es un hombre, esta es una mujer, esto para ellas, esto para ellos según el aspecto que tenga… por favor, queremos ser personas, sin más.

 

Vuestro estilo se basa en cuatro verbos, según decís: reír, pensar, incomodar y evolucionar. Parece complicado, pero lo conseguís.

Eso esperamos. Esa es nuestra intención. En primer lugar reír porque creemos que desde ahí es mucho más fácil construir y liberarnos de tabúes y de miedos, y una vez que nos colocamos en ese lugar de risa, de distancia con respecto al conflicto, es más sencillo reflexionar positivamente y desechar lo que no nos gusta y comprar lo que sí nos gusta. Se trata de ir haciendo un autoanálisis que nos permita pasar pantalla y llegar a lugares más íntegros al fin y al cabo, donde vivamos con más felicidad.

 

¿Cómo ha sido la evolución de Las XL desde un primer espectáculo, Abandónate mucho, que se ha visto por toda España, hasta este segundo?

Ha habido una gran evolución, nos hemos complicado un poco más, pretendíamos tener un espectáculo de maleta, para facilitarnos toda la logística de viajes y producción, pero no ha sido posible. Se ha complicado todo en el sentido de que es mucho más teatral, tenemos más instrumentos en la parte musical, como actrices usamos muchos más recursos interpretativos, hay muchos cambios de vestuario, que son elementos en los que nos hemos apoyado también más para contar.

 

Las XL nos invitan a degenerarnos en Madrid

 

Manejáis muchos lenguajes: el clown, el teatro musical clásico, el cabaret, esa desfachatez de la comedia que le habla directamente al público sin cortapisas… 

Hemos usado un poco el mismo esquema que en el primer show, porque queríamos ser fieles a las claves de la propuesta anterior, pero está todo vestido con mucha más filigrana, hay más despliegue en todos los sentidos, lo que nos está implicando más trabajo, claro, pero estamos muy contentas, porque con la expectativa que había teníamos cierto temor a no dar la talla, y en los bolos que ya hemos hecho, vemos que la gente responde. Parece que hemos conseguido ser fieles a nosotras mismas y darle un plus.

 

Y que el éxito no rebaje el elemento subversivo, porque sois muy punkis y eso hay que sostenerlo.

De hecho, en este nuevo espectáculo hay varios posicionamientos a los que tanto Marta como yo, después de sesudas reflexiones, hemos llegado. Y no nos hemos cortado a la hora de ponerlos en escena, sabiendo que van a generar polémica, pero es que hay que visibilizar y el conflicto también es interesante: si yo pienso esto, por qué no lo voy a compartir, siempre sabiendo que estamos en un contexto de humor y de fiesta, y espero que se entienda desde ahí… aunque bueno, quien se pica, ajos come.

 

Es que estamos en unos tiempos en los que hay que ser tan correctos… no sacar los pies del tiesto, no hacer demasiada pupa por si alguien se ofende… esto no trae nada bueno, ¿no?

No, no, y nosotras todo esto de lo correcto nos lo pasamos por el forro, las cosas por su nombre. Además, que la respuesta que estamos recibiendo del público, lo vemos todos los días, nos da la razón. Que no nos estamos inventando nada, no estamos sacando las cosas de quicio, es que son bofetadas que la vida misma nos va dando y el que no quiera verlas, es su problema.

 

Mientras no os pongan el autobús de Hazte oír…

¡Hostia, qué pelotazo sería! A mí me encantaría. Me encantaría infiltrarme ahí en el lado oscuro y empezar a hacer terrorismo directamente (risas)

 

Dejemos a los trogloditas a parte. Sí quería preguntarte, a raíz un poco de esa escena que tenéis sobre las adolescentes, el twerking y tal, sobre esa controvertida idea de la feminidad que se mueve entre la idea de libertad, de hacer lo que una quiera con su cuerpo, y lo que significa cumplir el patrón de gustos masculinos o machistas más bien…

Nosotras en esa escena, básicamente, de lo que queremos hablar es del mito de la libre elección, de cómo en nombre de la libertad se cometen las esclavitudes más asombrosas. La raíz de esa escena viene de ahí y luego es verdad que dentro del movimiento feminista incluso hay mucha gente que está reivindicando este tipo de danza como elemento de empoderamiento femenino, y ahí ponemos un poco el dedo en la llaga. Lo que planteamos en esa escena es eso, cuestionarnos de dónde surge nuestro deseo, por qué nos gusta lo que nos gusta, y hasta qué punto somos libres en esa elección. Si tu haces un análisis de tu deseo y has llegado a la conclusión de que te pone las pilas mover el culo, pues oye, me parece maravilloso, cada una tiene legitimidad absoluta para hacer lo que considere. Pero a nivel de discurso, presentar este modelo como modelo de mujer liberada, cuando hay muchas mujeres jóvenes que a lo mejor no han tenido ese tiempo de reflexión y que ese sea el patrón, a mí me da como miedito. Y sé que es un debate sesudo y que se puede argumentar un montón de cosas desde todos los puntos de vista, pero nosotras nos posicionamos en este lugar de cuestionamiento del deseo, porque yo me pongo tacones porque a mí me encanta, y me pongo el wonderbra y me aliso el pelo y me opero y sí, todo lo que haga falta, pero hay que cuestionárselo, porque de lo contrario las mujeres seguiremos siendo carne de cañón.

 

Toda esta irrupción de la derecha más rancia otra vez en la escena política, que a mí me parece también una respuesta a la defensiva contra el imparable e irrevocable ascenso y fortaleza de la lucha feminista, se traduce en el intento de crear como grados de feminismo, donde hay feminismos que se toleran, inofensivos, y otros radicales que están fuera de las lógicas, que son lógicas patriarcales normalmente. ¿Qué crees que buscan?

Bueno, son armas del patriarcado y del neomachismo para desactivar el movimiento. Como dice Miguel Lorente, un pensador muy interesante que recomiendo leer, esas armas patriarcales cada vez se disfrazan más para decir lo de siempre. Y frente a eso hay que volver a la esencia: feminismo es igualdad, estamos hartas de decirlo, pero es que interesa generar malentendidos, interesa que no esté claro de qué estamos hablando para difuminar toda esa fuerza que nos ha de llevar a la revolución feminista.

 

Bueno, también se están dejando de disfrazar, cada vez van más de cara, lo cual creo que habla bien del feminismo, que les ha obligado a sacar lo peor de ellos mismos para mantener esta lógica de enfrentamiento, y el feminismo está en un lugar inamovible, se pongan como se pongan los cavernarios de Vox y sus voceros. 

Esta gente, concretamente, no se caracteriza por su capacidad de empatía, de acercamiento, de comprensión, de bajarse de la burra. Aunque lo del feminismo liberal de los otros… ¿eso qué mierda es? ¿De qué estamos hablando, señoras, señores y señoros?

 

Comparte este post