Por Álvaro Vicente

 

Un viaje a las entrañas de la violencia machista

 

Si en enero los alemanes Rimini Protokoll nos adentraron en el laberinto de las guerras y los negocios de armas, este mes Los Teatros Canal acoge otra experiencia instalativa con la violencia machista como telón de fondo. Otro laberinto de espacios en los que se entra en grupo reducido y se ‘disfruta’ en soledad. Se ‘disfruta’ entre comillas porque los que la han visto (se estrenó en el festival Temporada Alta de Girona) no dicen haberlo pasado bien precisamente. Pero claro, si te muestran datos y relatos en crudo sobre la violencia machista, el nudo en el estómago y la indignación están asegurados, a poco que se tenga un poco de sensibilidad. Una iniciativa de Álex Rigola muy necesaria en estos tiempos de negacionismo y de repunte machofascista.

 

El director catalán asegura que se trata de una instalación/espectáculo que tiene la intención “de empatizar con todas las víctimas potenciales de la violencia machista, es decir, con todas las mujeres. ¿Y cómo podemos empatizar? Mostrando lo que hay, todo junto, porque por separado no tiene la misma incidencia. Una noticia de un diario, la ves, haces un gesto de preocupación o de dolor, pero pasas la página y lees las últimas novedades sobre el Barça”. Para montar este dispositivo han hecho falta más de seis meses de exhaustiva documentación y se propone como un viaje, un recorrido por 11 salas en el que se entra con unos auriculares, a modo de guía. Por ahí escuchas voces de mujeres que han sido maltratadas, por ejemplo, y otras formas de narración según la sala en la que estás. “La intención es que, cuando salgas, digas: hay que hacer algo”, concluye Rigola. Que cada uno tome conciencia y actúe en consecuencia. La frialdad objetiva de los datos puede desmontar cualquier absurdo en esta era de la posverdad.