El lento naufragio de la estética es una reflexión sobre el oficio del teatro en un monodrama de un acto enteramente interpretado por el argentino Gonzalo Funes, que también firma el texto.

 

Por Francesca Todeschini

 

¿Qué es el teatro si no una convención, un acuerdo mutuo entre actor y espectador dentro del artificio escénico, ese artificio que tanto placer nos procura? Como decía Nietzsche, “esta suerte de desvío de la Naturaleza es el alimento más sabroso para el hombre”.

 

Nuestro protagonista es el técnico de una humilde sala de teatro: el que barre, el que limpia, el que corre, el que escucha desde la sombra los aplausos que se llevan otros. Un personaje melancólico, incapaz de percibir la belleza en la realidad que le ha tocado vivir, pero no por eso insensible a ella. «No hay que tomar como modelo a la vida, porque la realidad de la vida representa un universo poco poético». Alrededor de sus experiencias cotidianas él va tejiendo emocionantes relatos: el de un bufón, el de un pendenciero, el de un amor perdido (uno de los momentos de mayor belleza y ternura es el tango bailado con una escalera disfrazada de mujer). Estos relatos le permiten dar vida a lo vivido, hasta el punto que el mundo onírico se vuelve realmente tangible, y realidad y sueño se confunden. Los juegos performativos incluso van cogiendo más fuerza que la realidad misma en que él se encuentra. Jugando a ser un domador de pulgas como el gran Charles Chaplin, él se reconoce y se gusta.

 

La recuperación del gusto estético va de la mano con la definición de su identidad y con su voluntad de producir acción para escaparle a la miseria, a la asfixia que produce el quedarse a mirar la vida de otros desde las bambalinas. En el desajuste entre la realidad y su fantasía se insinúa la acción. ¿Lo soñé o estaba actuando? Dentro de este contexto, la referencia que se hace a Bertold Brecht es reveladora. Brecht (1898 – 1956), poeta y dramaturgo alemán, fue promulgador de un teatro didáctico, es decir un teatro que, lejos de ser puro entretenimiento o reproducción y repetición de la realidad, entrara en conflicto con esta, con el fin de transformarla. Se perfila la idea de un arte como gran posibilitador de la vida.

 

Funes nos conduce a través de sus sueños y reflexiones con increíble maestría. Su increíble fuerza expresiva nos tiene enganchados de principio a fin. Dirige la función Mai Rojas. Juntos demuestran que con pocos y sencillos elementos escénicos se puede hacer un gran teatro. Un teatro que utiliza la imaginación como elemento que completa lo sugerido, una forma de participación que cuenta siempre con la inteligencia y la fantasía del espectador.

 

La función se representa en la Sala Artespacio Plot Point

 

'El lento naufragio de la estética': el arte en defensa de la vida en Madrid