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Pilar Almansa 3

El año de las luces de Pilar G. Almansa

“Tenéis que leer y conocer a Galdós, porque Galdós es infinito”

 

Nuestra colaboradora dirige Galdós: Sombra y realidad, un homenaje a Benito Pérez Galdós, escrito por Ignacio del Moral y Verónica Fernández. Es una producción del Teatro Español en el que se busca ilustrar la figura y el trabajo del gran escritor, cuando celebramos el centenario de su muerte, con una función que entremezcla aquellas de sus grandes novelas que tienen nombre de mujer. La obra está interpretada por Marian Aguilera, Carmen Conesa, Amparo Fernández, Jesús Noguero, Diana Palazón, María Ramos y Ainhoa Santamaría.

Pilar nos cuenta cómo ha sido redescubrir a Galdós y nos anima a volver a hacerlo a nosotros, porque nos asegura que merece mucho la pena.

 

Pilar G. Almansa nos redescubre a Galdós en el Teatro Español

 

 

Por Sergio Díaz

Foto de portada: Carlos Núñez de Arenas

 

Esta obra es una producción del Teatro Español ¿Cómo llegas a este proyecto?

Llego a este proyecto porque Luis Luque va a ver tres de las obras que yo tenía en cartel la temporada pasada (Cama, Mauthausen y El Buen hijo). Le pasó los vídeos de dos de mis obras a Natalia Menéndez y a ella le debió gustar mi trabajo porque me propuso hacer este proyecto. Y a mí, cuando leí el texto, me gustó mucho y me encantó la figura de Galdós, así que le dije que sí inmediatamente.

 

 

La obra de Galdós se define como naturalista, que usa un lenguaje culto pero cercano a la calle, tendente a la ironía… ¿Qué te ha transmitido volver a releer sus obras? ¿Qué análisis puedes hacer de su trabajo?

Estoy en un momento de mi vida estupendo para poder acercarme a Galdós. Creo que posiblemente el primer acercamiento que tuve, que fue en el instituto, no era consciente de la dimensión, no ya de su obra, que es ingente, si no de apreciar la profundísima humanidad que destila todo lo que escribe. Cuando leo ahora a Galdós yo le veo a él. Veo a un tipo guasón, a una persona inteligente, a un hombre muy conmovido por todo lo que ocurría a su alrededor. Es una persona tocada por la realidad de su época y como digo, que destila mucha humanidad, y ser capaz de apreciar todo eso te lo da la edad. Cuando en el instituto estás leyendo sus obras creo que no puedes entender hasta qué punto con tres frases te está describiendo una psicología humana muy compleja. Eso es algo que veo ahora, ahora que yo he crecido.

 

Le han comparado con Cervantes y Lope. Sin embargo Valle-Inclán le llamó garbancero… ¿Con qué te quedas tú?

Como ya te he comentado antes, yo me quedo con la línea de Lope y Cervantes, por supuesto. Sí es verdad que preparando este montaje he investigado mucho sobre la polémica con Valle, todo lo que se dijeron en su momento, pero sin lugar a dudas a mí me parece un grande de nuestra literatura.

 

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El equipo de ‘Galdós: sombra y realidad’. ©Esmeralda Martín

 

El año 1898 y alrededores siempre lo hemos estudiado como una época oscura para España, una de las grandes crisis que sufrimos, fracaso y decadencia en muchos aspectos. Galdós definió esa época como “tiempo de bobos” y decía “que estábamos sobre un volcán”. Hay muchos momentos de nuestra historia para sacar a relucir esas frases, quizá ahora también. ¿Estás de acuerdo? ¿Encuentras similitudes entre ese final del siglo XIX y ahora?

Francamente, no sabría qué decirte, porque si algo estoy comprobando al investigar y trabajar sobre este texto y sobre textos de otros autores y autoras, es que si hay una constante dentro de lo que es ser español es una cierta sensación permanente de fracaso, de decadencia, como tú dices,… el famoso complejo español, ¿no? Ahora mismo que estamos dentro de una pandemia, que nos ha cambiado la vida a todos, no solamente a nosotros, sino que al mundo entero, no veo tantas similitudes entre 1898 y ahora, como en general con la época anterior a la Segunda Guerra Mundial, ahí sí que veo bastantes similitudes, pero ahí no juega Galdós.

Y en cuanto a lo de estar sobre un volcán yo creo que todos los seres humanos de todas las épocas o de casi todas las épocas han tenido esa sensación, porque el futuro es incierto y ante la angustia del futuro siempre tenemos la sensación de que todo puede cambiar en un instante.

 

Has investigado mucho sobre su vida. ¿Cómo es tu relación con él ahora? ¿Te han sorprendido algunos aspectos de su vida?

Me ha sorprendido todo de la vida de Galdós. Me ha sorprendido su concepto de las relaciones y por tanto del amor. Me ha sorprendido la libertad con la que se acercó a las convenciones de su época, rompiéndolas en muchos casos. Para mí, los auténticos revolucionarios fueron la gente de esa época, que tenían unas convenciones sociales mucho más claras y mucho más establecidas, sobre todo en la alta sociedad y gente como Galdós y Emilia Pardo Bazán, vivieron una vida parcialmente al margen de las convenciones, desafiando las convenciones, aunque formando parte de ellas también, porque estaban dentro de los círculos literarios y académicos, pero ellos hacían su vida con libertad. Galdós estaba con Pardo Bazán, pero a la vez mantenía una relación con otra mujer, a la vez que Pardo Bazán continuaba casada y todo el mundo era conocedor de estas relaciones. No sé, creo que ellos hicieron algo muy difícil y que tiene mucho mérito, que es formar parte del sistema y de alguna manera también, mediante sus actos y su vida, cuestionar permanentemente el sistema. Y en ese sentido me parece revolucionario Galdós.

 

Así que el hombre aparentemente adusto y serio, con su bigotazo, que veíamos en la imagen del billete de 1000 pesetas tenía una vida mucho más moderna de lo que pudiéramos imaginar.

Creo que Galdós nos da a todos mil vueltas. Mil pesetas y mil vueltas (Risas).

 

¿Cómo era ese mundo mejor que imaginaba Galdós?

Galdós era un socialista convencido y practicante. De hecho, una de las anécdotas de su vida que más me han sorprendido es que, al final de sus días, una época en la que era ya muy conocido, pedía préstamos para poder dar limosna todos los meses. Así que cada mes, en cuanto le daban el préstamo, porque nadie se lo negaba, claro, Galdós tenía una cola de gente en su casa a los que Galdós daba dinero. Era gente que no tenía nada. Creo que era su manera de contribuir a ese mundo mejor con un desapego por si situación. Galdós murió lleno de deudas, pero por eso, sin que a él le faltara nunca nada de comer pero por los préstamos que pedía para cosas como esta que te estoy contando. Él imaginaba una España mejor, una España democrática donde el Estado se convertía en el gestor de la riqueza común y que esa riqueza se repartía en función de las necesidades de la gente. Yo creo que ese era el mundo que imaginaba y él, de alguna manera, lo intentaba hacer a su pequeña escala.

 

¿En qué se centra el texto de Verónica Fernández e Ignacio del Moral? ¿Qué aspectos biográficos de Galdós resalta?

Es un texto que se centra en las grandes novelas de Galdós con nombre de mujer, por decirlo de alguna manera, y en la relación de esas grandes novelas con la vida del autor. Es un viaje de Galdós, en el último segundo de su vida, a través de sus mujeres de ficción y de sus mujeres reales.

 

Y tu trabajo, puramente de dirección, ¿Por dónde has querido llevar la propuesta escénica?

La he querido llevar hacia un lugar que me parecía un auténtico reto, porque el planteamiento dramatúrgico de Ignacio y Verónica es un planteamiento esencialmente onírico, es plasmar el último segundo de la vida de una persona, cuando te pasan por delante las cosas más importantes de tu vida, o eso dicen que sucede, que no lo sé. Sin embargo Galdós es un inequívoco referente estético del realismo, no del surrealismo. Entonces yo me planteaba la pregunta de cómo podemos soñar en realista y eso es lo que he intentado hacer en el trabajo de puesta en escena, hacer un sueño pero con la referencia estética del realismo.

 

Cuentas con un reparto y un equipo de lujo. ¿Qué nos puedes decir de ellas y ellos? ¿Las has elegido tú para el proyecto? ¿Habías trabajado con ellas antes?

Sí que había trabajado con parte del equipo artístico. He trabajado con Vanessa Actif (Diseñadora de vestuario), con Amaya Galeote (Movimiento escénico), con Manu Báñez (Ayudante de dirección), pero con el elenco no. Conocía a Jesús Noguero personalmente, pero ya te digo que no he trabajado antes con ninguno de los intérpretes.

Y los he elegido yo y lo he hecho por intuición, viendo sus trabajos previos. Me he visto muchos vídeos de ellos y viéndoles actuar intentaba detectar las posibilidades de encajar dentro de un proyecto de estas características, que es un proyecto bastante complicado en muchos sentidos. Y lo cierto es que estoy encantada con el elenco porque para mí este proceso está siendo un auténtico sueño, porque a parte de que estamos trabajando muy bien juntos, tengo la sensación de que estamos todos con ganas de contar esta historia, con ganas de salir a la calle y decir: “por favor, es que tenéis que leer a Galdós y conocer a Galdós porque es mucho más de lo que tenemos en la cabeza, porque Galdós es infinito”. Entonces estoy feliz ahora mismo, ensayar me provoca una gran sensación de felicidad y es gracias a ellos, a su trabajo.

 

El día de la muerte de Galdós se cerraron los teatros de Madrid a modo de homenaje. Este año, que celebramos los 100 años de su fallecimiento, sí se han montado obras sobre su figura, pero ¿No ha estado demasiado olvidado hasta ahora? A nivel sobre todo teatral, me refiero.

Creo que esto siempre es muy complicado de decir, no sólo en este caso, sino con cualquier autor o autora, porque su presencia suele implicar la ausencia de otro, porque la ventana de exhibición siempre es limitada. Eso por un lado. Y por otro lado es verdad que el teatro de Galdós es un teatro muy distinto al teatro actual, es casi más una novela dialogada. Para documentarme para esta función me he leído Realidad y es una novela dialogada. Tiene mucho brío, es verdad, cuando entra al trapo del conflicto que se está tratando, pero está muy alejada de las convenciones de nuestra época. Entonces habría que hacer un trabajo, en cuanto al teatro galdosiano, de revisión muy grande para traerlo y adecuarlo a nuestros días. En cualquier caso yo creo que lo importante ahora es celebrar que este año se está hablando de Galdós y yo espero que esto sirva para que nos entusiasmemos con él y lo reivindiquemos como lo que es: una figura maestra.

 

Galdos: sombra y realidad 1
©Esmeralda Martín

 

¿Su obra dramatúrgica está a la altura de sus novelas?

A día de hoy me parece una pregunta muy difícil de contestar, al menos desde el conocimiento que yo tengo ahora mismo. Es muy difícil porque por ejemplo podemos recordar que a Shakespeare lo rescataron los románticos, ya que hubo un momento en el que no estaba considerado como un gran autor, así que es complicado. Lo que yo creo es que desde luego merece que su obra sea revisitada y que nos acerquemos de nuevo a ella a ver qué podemos descubrir, porque insisto, cuando te pones a leerlo te atrapa, te gusta seguir leyéndolo aunque tenga otro tempo del actual. Así que supongo que el tiempo, no este corto espacio de tiempo que ha pasado que es un siglo, sino una mayor magnitud de tiempo, acabará realmente poniéndolo en el lugar que debe tener. Y esas revisitas, que es lo que no hay, pues harán esa labor. A Shakespeare se le ha revisitado mucho, a Lorca también, bueno es que vivimos en Lorca ahora mismo, así que cuando hagamos esa misma labor con él es cuando podamos descubrir hasta donde nuestra sensibilidad y la sensibilidad de Galdós confluyen y hasta qué punto su teatro sigue apelándonos a nosotros y a las generaciones futuras.

 

¿Cuáles eran las sombras y las realidades de Galdós?

Pues yo solamente puedo hacer conjeturas y desde esas conjeturas que tienen que ver tanto con la documentación como con la lectura, para mí la parte oscura de Galdós tiene que ver con él mismo. Una vez que sabes que sus novelas están muy vinculadas con sus propias experiencias personales, con su propia vida, vaya, empiezas a detectar el alter ego dentro de la novela y no trata muy bien a sus alter ego. Para mí es a los que menos salva. Suele salvar a los de alrededor. Eso me hace sospechar que él tenía una gran voluntad de honestidad, una gran voluntad de coherencia y que esa misma voluntad de verdad probablemente le hacía tener un tormento interior importante… pero como te digo esto no son más que las conjeturas de una directora de teatro 100 años después. Su realidad sólo lo sabe él y se la llevó consigo a la tumba.

 

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