El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía analiza en esta exposición, basada en un proyecto original de Guy Schraenen, una de las facetas menos conocidas de las artes plásticas: el desarrollo del sonido como campo creativo diferenciado de la música, desde principios hasta finales del s.XX. Podremos visitarla hasta el 1 de marzo de 2021.

 

El arte sonoro en el Museo Reina Sofía

 

Por Redacción. 

Disonata se inscribe en una programación diseñada por el Museo Reina Sofía para poner en común las interconexiones entre arte y sonido: cómo éste irrumpe en las artes plásticas y de qué manera lo abordan distintos artistas de diferentes épocas. La exposición, que se inauguró el pasado 23 de septiembre y estará hasta el 1 de marzo de 2020, constituye así una pieza más en esa especie de universo dedicado al arte sonoro que el Museo ha compuesto con motivo de su 30º aniversario dando una visión de conjunto global, en el que es obligado relacionarla con Audiosfera. Experimentación sonora 1980-2020, que se abre el 14 de octubre, o la representación sonora del Niño de Elche a partir de Val del Omar que se podrá ver desde del 7 del mismo mes; el concierto celebrado recientemente de Barber o el ciclo Archipiélago, de música experimental, que acaba de finalizar. Distintas manifestaciones que conforman un todo que hará entender mejor al público las relaciones entre lo que hay de visual y auditivo en el arte.

En esta muestra en particular, que cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid, el espectador encontrará cerca de doscientas obras: grabaciones, pinturas, instrumentos, esculturas, partituras, maquetas, manifiestos, fotografías y películas que descubren una cara diferente del arte, que arrancó con las vanguardias históricas del futurismo, el dadaísmo y el surrealismo, y en la que destacan obras de artistas como Elena Asins, Ulises Carrión, Marcel Duchamp, Esther Ferrer, Jean Tinguely o John Cage, de Fluxus, entre otros.

De esta forma se recupera el trabajo de una serie de pioneros que se adentraron en terrenos inexplorados de los fenómenos y procesos sonoros, antaño de dominio exclusivo de los músicos. La fuerza impulsora de esta transformación fueron los artistas visuales, pero también participaron poetas y músicos visionarios, incluso arquitectos e ingenieros, que favorecieron una serie de experimentos acústicos revolucionarios que desbordaron las categorías predefinidas del arte moderno y contemporáneo.

El recorrido de la exposición pone de relieve de forma cronológica diferentes momentos cruciales de este proceso:

 

  • Primeros experimentos

La exposición se abre con una serie de artistas de las primeras décadas del siglo XX, críticos respecto a lo establecido y conocido hasta entonces. Algunos de ellos comenzaron a trabajar en proyectos innovadores sobre el sonido fascinados por los avances técnicos y mecánicos, normalmente recurriendo al paisaje sonoro e industrial urbano. Ejemplo de ello son las réplicas de los “intonarumori” que se muestran en la primera sala, unos entonadores de rugidos, crujidos, explosiones y gritos creados por Luigi Russolo.

Junto a Erratum Musical, de Marcel Duchamp, paradigma de procesos aleatorios en composiciones musicales, otras iniciativas tempranas que se recogen en esta primera sala son las obras de Man Ray Emak Bakia (Déjame en paz, 1926) y Objeto indestructible o la proyección de la película de la vanguardia rusa Entusiasmo: La Sinfonía de Donbass (1930), de Dziga Vertov.

La segunda sala traslada al espectador a la Exposición Universal de Bruselas de 1958, donde se diseñó un pabellón para la empresa Philips que realmente era un contenedor para Poème électronique (Poema electrónico), una obra creada para la vista y el oído y compuesta por un collage visual de proyecciones, de Le Corbusier, y por una pieza sonora de Edgar Varèse.

Disonata. Museo Reina Sofía

 

  • La transcendencia del magnetófono

La siguiente sala gira alrededor de la grabadora de cinta magnética, un dispositivo utilizado por los artistas para experimentar. La posibilidad de manipulación de las bandas con superposiciones, cortes y regulaciones de velocidad facilitaron los trabajos del británico Brion Gysin en la transposición de la técnica de cut-up o de recortes a sus poesías visuales y sonoras (I Am That I Am); la ‘escritura directa’ de Isidore Isou (La plástica parlante 1960-87); o la música bárbara de artistas como Karel Appel y Asger Jorn, de quienes se muestran las portadas de sus discos titulados Musique Phénoménale (1961).

 

  • Esculturas e instrumentos imposibles

Disonata. Museo Reina SofíaEl siguiente espacio de Disonata muestra diversos instrumentos, máquinas, estructuras y esculturas que cuestionan la distinción entre arquitectura y artes plásticas, por un lado, y la música, el teatro y similares, por otro. Puede verse Red Disc and Gong (1940) de Alexander Calder, donde el silencio o los sonidos aleatorios convierten la obra en los remanentes de un dispositivo que deja de ser instrumental; Cristal (1952 / 1980), un instrumento musical con forma de escultura de los hermanos de Bernard y François Baschet; o Radio-Skulptur del maquinista Jean Tinguely (en la foto), un mecanismo cuyo funcionamiento es tan cambiante como lo es el flujo de noticias que emite. En la exposición también se recogen instrumentos artísticos manejados mediante flujo electromagnético del artista Takis; las esculturas de cuerdas de Pol Bury, u obras como Cellar-Duo (Dúo de bodega, 1980-1989) de Dieter Roth o L’Anticoncept (El anticoncepto, 1951) de Gil Wolman.

 

  • Nuevas ideas: Fluxus y el grupo español Zaj

disonata. museo reina sofíaAunque a comienzos del siglo XX se registraron importantes innovaciones musicales, el movimiento Fluxus, al que se dedica una sala de la exposición, amplió durante los años 50 el concepto de composición musical mediante originales propuestas. Así, junto a John Cage, de quien se muestran varias partituras, otros autores como George Brecht y La Monte Young siguieron el camino de la transformación de la música con creaciones dirigidas hacia la libertad interpretativa total.

En este sentido, entre las diferentes posibilidades de una partitura, esta sala muestra a modo ilustrativo las posturas de Robert Filliou en su obra Musical Economy No. 5 (ca. 1971) (en la foto) y se exhiben obras del Grupo Zaj, un colectivo español que convirtió principios como la aleatoriedad, la sencillez o la indeterminación en ejes fundamentales de sus proyectos performativos.

 

 

  • Tendencias en los años 70 y 80
    Las últimas salas de la exposición explican cómo en los años 70, la convergencia del arte y del sonido comenzó a caminar cada vez más hacia nuevas manifestaciones ejemplificándose con el trabajo de Hanne Darboven, Elena Asins o Józef Robakowski y Ulises Carrión. En lo que respecta a los años 80, se muestra la reacción del punk, un grito de protesta, a través de películas como Rock My Religion (Rock, mi religión) de Dan Graham o Sir Drone (1989) de Raymond Pettibon, donde queda patente su desencanto.

Disonata se cierra con los videos de Ronald Nameth de las actuaciones Exploding Plastic Inevitable (1966), unos espectáculos improvisados por Andy Warhol, y por Atomic Alphabet de Chris Burden (1980), una obra sonora que revela la aparente naturalidad con la que la violencia penetra en los hogares a través de las noticias de los medios de comunicación.