“No soy abanderada de nada, tengo muchos defectos, pero soy una mujer muy luchadora”
Imagina enterarte de que estás embarazada de tu ex pareja el segundo día del confinamiento justo al comienzo de una pandemia mundial. A Valeria Ros no le cuesta nada hacer este ejercicio porque lo ha vivido en primera persona. A raíz de esta noticia, decidió sentarse a escribir el guion de Mature, un monólogo que, en clave de humor, relata esta vivencia y habla sobre el feminismo, la congelación de óvulos, la incapacidad de madurar…
Puedes verla a diario en directo como colaboradora del programa de La Sexta, Zapeando, escucharla a través de las ondas en La lengua moderna y ahora también puedes reír a carcajadas con su Mature en el Teatro Alfil.
Mature, de Valeria Ros, en el Teatro Alfil
Por Ka Penichet
El segundo día del confinamiento te enteras de que estás embarazada y comienzas a escribir este Mature…
Básicamente me pongo a escribirlo en el momento en el que me doy cuenta de que estoy embarazada. El monólogo es una reflexión de una hora y media, del antes y después, tanto del momento pandémico, como el momento de la maternidad. Es una reflexión de meteduras de patas, de cosas que pienso que me han cambiado la forma de pensar, pero también tiene mucho que ver con la inmadurez. Aunque se llame Mature, el hecho de ser madre tampoco te hace madura.
Dices que el monólogo cuenta un antes y un después, ¿ha cambiado en algo la Valeria de antes con respecto a la de ahora?
Realmente es la misma, siempre sacando humor de todas las adversidades. Yo siempre he querido ser madre, pero que de repente te venga de golpe con una pandemia a la vez, pues no sé diferenciar lo que es pandemia y lo que es la noticia del embarazo. Es un poco esa mezcla de sensaciones de ver que el mundo se desmorona y que yo estoy creando una vida.
Mature es un monólogo cómico pero en el momento en que vivías el encierro y te enterabas que estabas embarazada, ¿lo viviste como un drama?
Como un drama no, más bien como algo completamente inesperado, de hecho, el drama para mí fue la pandemia como para todos. Yo creo que era esa incertidumbre de la pandemia, con esa incertidumbre de lo que es la maternidad y el embarazo.
Antes comentabas que tenías ganas de ser madre, pero, ante esa situación inesperada, ¿te plantearte abortar?
La verdad es que no. Al final creo que fui responsable con la situación que viví. A lo hecho pecho y, para adelante. Siempre había querido ser madre.
¿Qué referentes tienes en el Stand up comedy?
La verdad es que yo me empecé a dedicar al stand up de casualidad. Quería ser actriz y me apuntaba a todos los castings que podía y encontré en una web un concurso de monólogos en un bar de Villalba. Fui por hacer algo más artístico, y ahí empecé a conocer a gente, me metí en el mundo del stand up, los micros abiertos, pero no fue algo premeditado y no tenía referencias. Conocía a los comerciales como Leo Harlem, Dani Rovira… pero no iba más allá. No era un mundo en el que yo hubiera estado investigando, ni era fan. Al final, cuando no tienes referentes es más fácil encontrar tu voz. Tengo muchos amigos que han querido ser cómicos y que llevan muchos años de televisión y espectáculos, pero, en mi caso, la verdad es que no, me subí al escenario sin saber lo que estaba haciendo y lo he ido aprendiendo por el camino.
Como mujer, ¿ha sido fácil tener visibilidad en este mundo?
Muy fácil la verdad. No he visto ninguna diferencia en relación al género.
¿Ha sido suerte o crees que a las mujeres no les cuesta hacer carrera en este sector?
Creo que si no ha habido más mujeres en el stand up ha sido por una cuestión de que ellas hayan querido subirse al escenario. No creo que haya sexismo en esta profesión, por lo menos yo no la he sentido. Es verdad que por estadística ha habido menos mujeres, entonces el talento con mayor visibilidad era el masculino. Creo que esto ha cambiado bastante, y ahora hay muchas mujeres que suben al escenario.
¿Hay algo que te gustaría hacer todavía?
Yo siempre quiero dar pasos hacia delante. En ese sentido, soy super ambiciosa, por ejemplo, me gustaría ser presentadora, no solo colaboradora, aunque todavía me faltan tablas.
En este caso, ¿no sientes que las mujeres trabajan más de colaboradoras que de presentadoras?
Pero porque creo que los presentadores llevan años haciendo comedia y que no ha habido mujeres casi con ese recorrido y, las que ha habido, han tenido la oportunidad de hacer un Late Night. Creo que ahora mismo no hay mujeres presentando Late Night pero pronto habrá. En este país no somos un ejemplo de innovación. A los productores arriesgar les da miedo y, por supuesto que hay algo ahí que les da un poco de pánico poner a una mujer si no ha hecho algo antes. Pero creo que seguirá cambiando a medida que sigamos teniendo oportunidades nosotras y podamos tener las tablas suficientes para vernos al mando.
¿Eres consciente de que para muchas mujeres te has convertido en un referente del feminismo?
Creo que hay una mezcla de mujeres que me ven como una tía que hace lo que quiere, que sube al escenario y tiene esa libertad, que no se le impone el género masculino, que me importa una mierda el patriarcado y hay otras mujeres que me exigen un lenguaje más inclusivo y un adoctrinamiento. Eso yo lo no llevo. De hecho, en mis monólogos cuando hablo de feminismo, hablo de que yo soy muy machista inconscientemente. Ese discurso feminista no lo tengo. Es como la izquierda, que tiene quinientas mil vertientes y con el feminismo pasa un poco lo mismo. El feminismo que yo practico es el de una mujer libre que se sube al escenario, hace lo que quiere y dice lo que quiere.
Hay una serie que se llama Fleabag en la que la actriz que la protagoniza montó primero un monólogo que terminó mutando a ser esta serie de éxito, ¿te has planteado hacer una serie con Mature?
Me lo he planteado muchas veces pero a nivel cinematográfico no lo estoy buscando, estoy esperando a que me llegue el momento. Más que nada por falta de tiempo. Ahora mismo como estoy tanto en televisión, en radio y con la gira de Mature no tengo tiempo para hacer eso. Si me llega la oportunidad porque una productora contacta conmigo, adelante, pero que salga de mí ahora mismo no. El cine me encantaría ya no solo como cómica y con ese punto de la vida de un cómico, también me gustaría hacer drama. Si llega la oportunidad, más que feliz.
Cuando trabajas en televisión con guiones que no son escritos por ti, ¿puedes modificarlos si hay algo que no te encaja?
Sí, lo que pasa es que Zapeando es un programa en directo y al final tienes diez minutos para leer el guión y empieza el directo. Al final si ves que un chiste no te funciona lo puedes mejorar en el momento, porque también hay instantes de improvisación. Y, justo eso, es lo que me ha permitido poder quedarme en la mesa de ese programa. En un horario infantil mi humor se ha adaptado. No es lo mismo que en el escenario, que tengo la libertad absoluta de decir lo que me da la gana o en radio que también tengo esa libertad de hacer una sección de lo que yo quiera.
Y ¿cómo se lleva hablar con tanta libertad y lidiar con el mundo hater?
Pues la verdad es que cada vez me importa menos. Es verdad que hay algunos días en lo que me siento más vulnerable que otros. Cuando comencé en este mundo y veía comentarios negativos me venía abajo. Es tan complicado este mundo, que no hay normas, entonces, no sabes si lo haces bien, lo haces mal… al final, lo único que tienes para agarrarte es a que te sigan llamando. Esa es la única pista que tienes para saber si estás en el camino correcto. Los años que llevo trabajando en este mundo sin parar desde que empecé pues me dan una pista de que algo estoy haciendo bien. En ese sentido, los haters me importan menos. Cuando empecé sí que era complicado, primero, porque no tenía las tablas suficientes y, segundo, porque seguramente estaría haciendo muchas cosas mal. Los comentarios negativos duelen cuando te estás currando algo, estás muy expuesto, pero cuando ya ves que gana todo el mundo… El mundo hater es muy interesante porque lo toca todo. Ahora mismo todo el mundo es odiado, hasta la persona más maravillosa tiene un hater. Es un trabajo del artista no caer en esa provocación, porque igual es un niño de 12 años en un ordenador cuando sus padres le han castigado en el cuarto. Hay que saber diferenciar las críticas y también hay que saber valorar tu trabajo y cuando te encuentras una crítica constructiva, por supuesto hay que analizarla.
¿Qué cosas no gustan de la maternidad a una persona que tiene ganas de ser madre?
La maternidad cada una la vivirá de una manera muy personal. Lo cierto es que se habla poco de lo complicado que es. Cuando no tienes hijos, no estás interesado en saberlo y tampoco te preocupas en investigarlo. Personalmente, me ha parecido muy complicado, sobre todo porque ya el embarazo me parece una barbaridad todo lo que dura, son 9 meses -en realidad casi 10- en mi caso. El verte enorme y no poder moverte bien es agotador. Luego está ese miedo al parto, sin saber apenas lo que es y sin haberme preparado casi nada. Era todo como la obra final. Me parecía todo como muy oscuro y ya cuando tienes el bebé a ver si las cosas van bien porque hay mil quinientas cosas que no cuentan. Mil historias, que estás con las hormonas hasta arriba, que en mi caso fue cesárea, sales de una operación y de repente te ves con una responsabilidad brutal y lidiar con ello muy, muy complicado. Ahora, ya la niña tiene tres meses, se está haciendo mayor, ya no la veo de mantequilla, que es que parecía que se iba a derretir en cualquier momento. La maternidad está super sobrevalorada, eso lo tengo clarísimo.
¿Te consideras abanderada de algo?
La verdad es que, al revés, poco de eso me considero. Me considero una persona muy trabajadora y tengo la suerte de poder vivir de lo que quiero. Tener un trabajo que te guste es increíble. Creo que soy la metepatas de manual, tengo millones de defectos y las cosas bien, no las hago ni las he hecho nunca, así que abanderada de nada de nada. Lo que sí soy es una mujer luchadora.
En el monólogo además de la maternidad hablas de madurez, ¿crees que vivimos en una sociedad infantilizada?
A ver, realmente no sé qué es la madurez, yo creo que es tener responsabilidades, unos valores y actuar acorde a ellos. Creo que todos tenemos dentro de nosotros ganas de pasarlo bien y ya está. La vida es bastante complicada como para tener agobios. Yo creo que todos tenemos dentro de nosotros como una carpeta forrada de los que nos gustaban en las series y al final, no hay responsabilidades y en ese punto de la inmadurez nos encanta estar. Creo que las generaciones anteriores han vivido vidas que no les apetecían. Esta generación es más infantil porque no tiene las responsabilidades de nuestros mayores, si ellos no quieren. Y no se ve mal el hecho de no tener responsabilidades. Seguimos siendo inmaduros porque seguimos viviendo en una adolescencia alargada. Otras generaciones han tenido que madurar de golpe porque no tenían más opciones. Hay gente que hoy decide vivir, viajar, no tener hijos… puede ser que la sociedad también esté determinando los patrones que tenemos que seguir. Creo que estamos en la época de que tener hijos es raro, aunque los tengamos.
