Comenzamos con esta pieza breve de Manuel Benito una serie de textos escritos bajo el signo de los tiempos y bajo la premisa: ‘Coronavirus: ¿comedia o tragedia?’.

 

Por Manuel Benito 

 

COSAS MÍAS 1 – ¿QUÉ HAY DE COMER?

 

Rosa, de 50 años, está terminando de hacer la comida. Luis, su hijo, de 23 años, entra en la cocina.

 

LUIS.- Mamá, ¿qué hay de comer?

ROSA.- Ya lo verás. Pon la mesa.

LUIS (empieza a poner la mesa).- Pues huele muy bien. ¡Papááááá!

ROSA.- ¡Que no le llames!

LUIS.- ¿Por qué me gritas?

ROSA.- ¡Por el coronavirus! Pon cucharas.

LUIS.- Mamá, no veo ninguna relación entre el coronavirus y los gritos…

JULIÁN (desde lejos).- ¿Qué pasa?

ROSA (a Julián).- ¡No vengas! ¡Que aun no está lista la comida! (A Luis.) No quiero que tu padre esté en la cocina más tiempo del necesario.

LUIS.- Estás obsesionada.

ROSA.- Con el coronavirus no me quiero poner en riesgo…

LUIS.- ¿Lo dices por papá? Pero si luego duermes con él.

ROSA.- Ya no. He arreglado la habitación de tu hermana.

LUIS.- ¿Para qué?

ROSA.- Esta noche he dormido en la habitación de tu hermana. Sola. Que se quede él en nuestra habitación, que yo con él no duermo más.

LUIS.- No entiendo.

ROSA.- Ayer fue a la compra. ¿Y si se trajo el virus ese?

LUIS.- ¿Cómo se lo va a traer? Si le obligaste a desnudarse en el descansillo y a meterse directamente en la ducha Y ni le dejaste abrir el grifo de agua fría para mezclarla con la caliente… Y además, quemaste la ropa que traía puesta.

ROSA.- ¿Y si traía el virus ya metido en las fosas nasales? Hay que prevenir. Lo dicen en la radio.

LUIS.- Pero no hay que sacar las cosas de quicio. Fue a la compra porque hacía falta comida, que somos tres y…

ROSA.- El ser humano aguanta mucho tiempo sin comer. Y además, aún se podían hacer muchas cosas ricas con lo que teníamos en casa. No era tan urgente ir a la compra como decíais los dos ayer. Sois tal para cual.

LUIS.- ¿Qué teníamos para comer tras siete días sin salir?

ROSA.- Muchas cosas. Ya lo verás. Esto del encierro ha despertado mi creatividad. Que yo, de joven, era muy creativa, aunque cuando me ves con el delantal y el cucharón pienses que no…

LUIS.- Mamá, me das miedo.

ROSA.- Aquí se hace lo que yo digo. Y si yo digo que cada vez que se sale a la calle, la ropa se quema, pues se quema.

LUIS.- Pero si es suficiente con lavarla a 60º.

ROSA.- ¡Tonterías! Eso dicen hoy, pero cada día dicen cosas nuevas. Mañana dirán que hay que quemarla, y que todos los que hemos lavado la ropa a 60º vamos a morir. Tenemos mucha ropa. Para algo llevo años y años acumulando ropa… Por quemar algo no pasa nada.

LUIS.- ¿Y si esto dura dos meses?

ROSA.- Tenemos mucha ropa.

LUIS.- Muy bien, no tienes arreglo. Ya he puesto la mesa. ¿Le puedo llamar ya?

ROSA.- Le llamo yo. ¡Juliaaaaaaaaán! ¡A comer! (Pone uno de los cubiertos en el lugar más apartado de la mesa.)

JULIÁN (desde fuera).- ¡Voy!

LUIS.- ¿Qué haces?

ROSA.- Cosas mías.

LUIS.- Vale, muy bien… ¿Qué hay de comer?

ROSA.- Ya lo verás.

 

Julián, de unos 50 años, entra en la cocina y va hacia Rosa.

 

JULIÁN.- ¡Qué bien huele! ¿Qué hay de comer?

ROSA (huyendo de él).- No te me acerques. Nada de besos. Siéntate allí, en aquella esquina.

JULIÁN.- ¿Por qué? ¿Y vosotros? (Va hacia la esquina.)

ROSA (de la olla que tiene en el fogón sirve los platos).- No quiero que nos pegues nada. Toma, Luis, ponle el plato a tu padre ahí en la encimera, y que lo coja él. Pero no te le acerques.

LUIS.- Mamá…

ROSA.- Haz lo que te digo.

LUIS.- No entiendo nada. ¡Qué bien huele! Sopa… ¿De qué es?

ROSA.- Es una nueva receta. Aquí tienes tu plato, Luis.

 

Luis deja el plato de su padre en la encimera, se acerca a su madre, recoge su plato y se sienta con él en la mesa. Ella se sienta a la mesa, también con su plato. Luis y Rosa están en un extremo de la mesa y Julián en el extremo más opuesto. Luis abre el paquete de pan de molde y coge una rebanada. Al ir a pasarle el paquete a su padre, Rosa habla.

 

ROSA.- No. Él tiene su propio paquete ahí al lado de la silla.  Hay que tomar medidas. Lo dicen en la radio. Así no tocas nuestro paquete.

JULIÁN.- Pues lo toqué ayer en el súper.

ROSA.- No tiene gracia, Julián. La gracia la perdiste mucho antes de que el coronavirus entrara en nuestras vidas.

JULIÁN.- No estoy infectado.

ROSA.- Y tú qué sabes… Ayer saliste a la calle.

JULIÁN.- Está bien, pues nada… Lo que tú digas.

 

Pausa. Los tres miran el plato. Ninguno se atreve a probarlo.

 

ROSA.- Quizá le falte sal. (Se levanta y coge un salero que le pone a Luis.) Este es para nosotros.  Julián, tienes un salero solo para ti al lado de tu paquete de pan de molde.

JULIÁN.- Estás en todo.

LUIS.- ¿Pero se puede saber qué os pasa?

ROSA.- ¿A mí? Nada, a mí no me pasa nada. Estoy tomando medidas para que no haya una pandemia en mi propia casa.

LUIS.- Estamos sacando las cosas de quicio.

ROSA.- No… Estamos en estado de alarma. Lo peor que me podría pasar es que hubiera una pandemia en mi propia casa. Para pandemias estoy yo ahora…

LUIS.- Claro, lo del estado de alarma te lo has tomado en el sentido más etimológico… Al arma… Empuñando el arma…

ROSA.- Desde que eres universitario no hay quien te aguante.

Pausa. Miran al plato.

ROSA.- Venga, probadlo, que con tanta cháchara ya no quema, y decidme si está rico o no. No he usado nada de lo que compraste ayer.

 

Pausa. Los tres cogen la cuchara. Se miran. Meten la cuchara en el plato al mismo tiempo. Se llevan la cuchara a la boca al mismo tiempo. Lo prueban. Lo degustan. No está nada mal la sopa. Siguen comiendo, deprisa, porque está bastante rica y no quema.

 

ROSA.- ¿Qué? ¿Está rica la sopa?

JULIÁN.- Si, no está mal. Pica un poco, como a mí me gusta.

LUIS.- Tiene un saborcillo que no sé describir… ¿Qué lleva?

ROSA (va desgranando los ingredientes mientras siguen comiendo).- Pues agua… Mucha agua. Lo que más lleva es agua… Lleva una patata que quedaba en el cajón… También lleva un huevo que había en la nevera… Media cebolla que sobró del otro día. Sal, por supuesto. Pimentón. Cúrcuma, que desde que me la trajo la abuela la echo en todos los platos.

JULIÁN.- Es que mi madre es una experta en encontrar sabores nuevos…

ROSA.- Lo único bueno que ha hecho tu madre por mí en 27 años, descubrirme la cúrcuma.

JULIÁN.- Ya estamos…

 

Pausa. Se miran y siguen comiendo.

 

LUIS.- ¿Y qué más lleva?

ROSA.- Pues también lleva el ingrediente principal de la sopa, el que da título a esta nueva receta. Es que… me he puesto muy creativa…

Pausa. No lo dice. La miran.

LUIS.- Venga, mamá, le estás dando demasiada importancia. Al final cuando nos lo digas nos parecerá de lo más normal.

ROSA.- Ya veremos.

LUIS.- ¿Qué lleva?

ROSA.- A ver, es una sopa de algo de lo que teníamos mucho en casa. No lo adivinaríais.

JULIÁN.- ¿Lo quieres decir de una vez?

ROSA.- Pues es algo redondo, y que suena…

JULIÁN.- ¿Cascabeles? ¿Has hecho una sopa de cascabeles?

ROSA.- ¿Cascabeles? ¿Tenemos algún cascabel en casa?

JULIÁN.- Pues no sé, como lo guardas todo, quizá sí…

ROSA.- Pues no, no son cascabeles.

LUIS (rebañando el plato con pan de molde).- ¿Ha sobrado algo en la olla?

ROSA.- ¿Quieres otro poco? Sírvete tú mismo.

LUIS.- Cuando me digas cuál es el ingrediente redondo que suena.

ROSA.- Es muy fácil… Cuando eras pequeño jugábamos a las adivinanzas. Al veo, veo…

LUIS.- Ya, ¿y?

ROSA.- Veo, veo…

LUIS.- ¿Ahora?

ROSA.- Llevamos una semana encerrados, a algo habrá que jugar… Veo, veo…

LUIS.- Joder…

ROSA.- Veo, veo…

LUIS.- ¿Qué ves?

ROSA.- Una cosita.

LUIS.- ¿Con qué letrita?

ROSA.- Con la c. Y es redondo y suena.

 

Pausa. No tienen ni idea ninguno de los dos.

 

ROSA.-Esto es un aburrimiento. Es que ni lo intentáis.

JULIÁN.- Que nos lo digas ya, Rosa.

ROSA.- A mí no me des órdenes. Os lo digo porque me da la gana, no porque me lo estés ordenando. Es sopa de cedés.

LUIS.- ¿Eh?

JULIÁN.- ¿Sopa de qué?

ROSA.- Tenemos muchos. Y no los usamos.

JULIÁN.- ¿Cedés? ¿Cedés de música?

ROSA.- Y como no se puede salir a comprar…

LUIS.- Pero, mamá, nos estás tomando el pelo.

ROSA.- No. Yo, mucho humor, ya sabéis que no gasto…

LUIS.- ¿Cedés? ¿Has entrado en mi habitación?

ROSA.- No. Son los de tu hermana. Como he dormido ahí esta noche. Son de The Police. Tres cedés. Con unos nombres muy raros. Outlandos, Zenyatta, no-sé-qué… A mí me gustaba ese grupo cuando era joven. Los vi en concierto. Pero como ahora lo escucháis todo en el ordenador.  ¿Para qué os sirven los cedés? Pues he echado, el cedé redondo, la caja, el papel… No pongáis esa cara de asco. Seguro que por ahí habéis comido cosas mucho peores. Y encima habéis pagado por ellas.

LUIS.- No tienes ni ningún derecho a quitarle los cedés a mi hermana y… (Sale de la cocina.)

ROSA.- Pero si tu hermana no sabe ni lo que tiene en esta casa. Y, total, algo habrá que comer… ¡Si vas a vomitar, ve al baño, y no manches el suelo, que acabo de fregar! En otras épocas quemaban libros para calentarse, nosotros comemos cedés. Cada uno en la era que le ha tocado vivir. Pues eso…

JULIÁN.- Rosa, esto tiene que ser una broma. ¿O es que estás tratando de envenenarnos? ¿Te está sentando tan mal el encierro?

ROSA.- Sigues vivo, ¿no?

JULIÁN.- ¿No nos mata el coronavirus y nos van a matar tus gilipolleces?

ROSA.- ¿Insinúas algo? Los gilipollas son los que hacen las gilipolleces, ¿no?

JULIÁN.- ¿Qué lleva esta maldita sopa?

ROSA.- Uno no se muere por comer cedés en sopa. Igual que uno no se muere por chupar cedés.

JULIÁN.- ¿Y eso por qué lo sabes? ¿Has chupado cedés?

ROSA.- Sí. Llevo toda la semana chupando cedés. Es que me aburro. Desde que nos hemos encerrado en casa no me has hecho ni caso. Así que cojo los cedés, los saco de la caja y los chupo. Por delante y por detrás. Varias veces al día.

LUIS (vuelve con unos cedés de The Police en la mano).- Outlandos d’Amour, Reggatta de Blanc, Zenyattà Mondata.

ROSA.- Vaya títulos.

LUIS.- Nos has tomado el pelo. No has echado cedés a la sopa.

ROSA.- Nunca lo sabrás, Luis, no sabes cuántos cedés había anoche en el cuarto de tu hermana. Puede que de anoche a ahora falte alguno… Pero lo que sí es importante es que vayas pensando qué hacer con tantas cosas como tienes en tu habitación. No puedes acumular tanto.

LUIS.- Mira quién habla.

JULIÁN.- Esto no ha tenido ninguna gracia, Rosa.

ROSA.- Yo, mucho humor, ya sabéis que no gasto. ¿Os pongo el segundo plato?

JULIÁN.- No tengo hambre. (Se levanta y sale de la cocina.)

LUIS.- Yo tampoco. Mamá, ¿estás bien? Si no quieres salir a la compra, ¿no deberías asomarte al menos a la terraza a que te dé el aire? Tanto tiempo aquí metida…

ROSA.-Sí, voy a salir, a dar palmas, voy a salir, a dar palmas, como hacéis antes de cenar, no te digo… A aplaudir a los sanitarios. El sanitario toda la vida ha sido el váter. No sé por qué ahora hay que aplaudir al váter.

LUIS.- Pero, mamá…

ROSA.- ¿Qué pasa?

 

Pausa larga. Se miran. Rosa no dice nada.

 

LUIS.- Me voy a mi cuarto. (Sale.)

ROSA.- Oye, Luis, y dile a tu padre que no le voy a dar un beso nunca más, ni cuando acabe el coronavirus tampoco.

 

Continuará.