ESTRAGÓN: Delicioso lugar. Semblantes alegres. Vámonos.

VLADIMIR: No podemos.

ESTRAGÓN: ¿Por qué?

VLADIMIR: Esperamos a Godot

 

Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer

 

Este mes de noviembre de 2019 se estrena –qué casualidad- un nuevo montaje de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, en el Teatro Bellas Artes de Madrid. Pero no es de esto de lo que quería hablar. Porque este mes de noviembre de 2019 lanzamos el número 101 de esta revista y eso, para nosotras, es lo más importante. Es importante celebrarnos y reconocernos el esfuerzo que nos ha traído hasta aquí, igual que es muy importante expresar la gratitud inmensa que tenemos hacia todas aquellas personas, grupos, colectivos e instituciones que, de una forma u otra, han contribuido para que Godot haya estado saliendo a la calle cada mes desde septiembre de 2010 ininterrumpidamente. Gracias a los que estuvieron, a los que están y a los que estarán.

 

Escribí mi primer editorial para Godot hace nueve años y medio, para el número cero, ese boceto que suele hacerse de lo que puede llegar a ser una nueva publicación, una cosa que sirve para hacer visitas y conseguir el dinero que hace falta, porque siempre hace falta el dinero, sobre todo entonces, en plena crisis. Recuerdo especialmente una visita que hicimos a un gran empresario teatral de Madrid. Le pusimos el número cero sobre la mesa de su despacho, lo cogió, a penas lo ojeó, y lo volvió a lanzar con desdén sobre la mesa, diciendo: “esto ya no sirve, no me interesa”. Lo matizó así: “a mí, como persona mayor de 50, me parece una revista interesante, pero no es esto lo que le hace falta al teatro. Os vais a dar una buena hostia”. Por suerte, le va mejor como empresario teatral que como oráculo.

 

Nacer con una madrina de lujo

Aquel primer editorial fue el que se publicó en el número 1 de Godot. Llevábamos, con mucho orgullo, a Concha Velasco en la portada. Estrenaba la obra Una vida por delante y, en la entrevista que nos concedió entonces, nos dijo que esa iba a ser su última obra, que se iba a retirar. Como hemos visto después, a ella le quedaba –y le queda, esperemos- mucha vida por delante, y a nosotros también. En ese primer editorial se ponían las bases de nuestro ideario. Godot nacía para contar las artes escénicas de Madrid desde todos sus flancos, con tanto amor como rigor. El lector y el espectador son para nosotras una misma persona y, al menos en ese rato que hay entre que acceden a una sala, cogen la revista y esperan a que se haga el oscuro previo al comienzo de la representación, les hemos querido acompañar.

 

Celebrarnos a los 101 en Madrid
Diferentes portadas que han marcado estos 101 números. La primera fue la protagonizada por Concha Velasco, luego vendría nuestro primer cambio de look, la primera portada de Godoff, nuestro segundo (por ahora definitivo) cambio de estilo y logo o el lanzamiento de la cabecera en Barcelona con una obra vasca como protagonista, casi nada (por cierto, salimos un día después del famoso 1 de octubre de 2017).

 

La espera, pasiva o activa, es transición. Entendemos la espera como una fusión entre Ulises y Penélope, entre el que espera llegar y la que espera que llegue. En el teatro siempre esperamos un tiempo mejor, pero nunca dejamos de accionar. Hemos visto abrir y cerrar salas, debuts y muertes de actores y actrices, parejas y divorcios, cargos asumidos y cargos dejados, hemos levantado acta mes a mes de todo lo que iba sacudiendo día a día la república independiente de las artes escénicas, que convive a duras penas con una ciudad y un país que olvida muchas veces la calidad humana que habita estos contornos marginales de la cultura. Hemos sido testigos de evoluciones e involuciones. A veces hemos remado a favor, otras a contracorriente, pero no hemos dejado nunca de remar. Y las mareas nos han traído hasta esta orilla en la que recalamos hoy. Estamos en una lengua de tierra ganada a dos mares, el del pasado y el del futuro. De lo que tenga que venir, poco sabemos, solo que para nosotras será terreno fértil en el que seguir echando semillas. Lo que quedó atrás justo es rememorarlo, citando a algunxs de lxs que un día navegaron con nosotras.

 

Godot nació, cual ave fénix, de las cenizas de dos publicaciones anteriores: El Embrujo y Teatro Madrid. De una parte, David Hinarejos, Sergio Díaz y Rubén González. De la otra, Esther Montero y Álvaro Vicente (el yo de estas líneas). A poco de empezar, Esther tomó otro rumbo. Se incorporó entonces Marisa Navajo, nuestra directora comercial, aunque más valdría decir nuestra hada madrina. Y ese núcleo de cinco almas empezó a tejer el hilo de nuestra historia. Desde el principio cada una asumió una serie de responsabilidades y hasta hoy hemos trabajado de forma horizontal, sin jerarquía, escuchándonos sabiendo que hay libertad para respondernos honestamente. No es fácil pero, pasado el tiempo, entendemos que es más satisfactorio. Igual no somos la empresa perfecta (¿existe?), pero aquí seguimos. Ahora somos cuatro. Rubén, gran periodista musical, emprendió otros caminos, pero sin él esto no habría sido posible. Sigue siendo de la familia. Gracias.

 

Una gran familia de teatreros

La familia Godot, huelga decirlo, ha ido creciendo y creciendo a lo largo de los años. Todavía hoy me emociono cuando alguien, desde la más absoluta complicidad, casi sin esperar nada a cambio más que confianza en su contribución y ver su nombre impreso en nuestras páginas, me dice: oye, ¿puedo escribir en Godot? La lista es larga, y no solo está hecha de plumillas. Karlos Sanz, Ka Penichet, Juan Vinuesa, Adriana Lerena, Saray Neila, Luis Felipe Blasco Vilches, Andrea Espier, Ester Bellver, Pilar G. Almansa, Regina Navarro, Yaiza Cárdenas, Nieves Cisneros, María Moral, Celso Giménez, Germán Vigara, Rafa Romero de Ávila, Javier de Pascual, Pablo Iglesias Simón, Miguel Pérez Valiente, María Díaz, Susana Sánchez, María Morales, nico guau. Espero no dejarme a nadie y si lo hago, pido disculpas. Mención a parte merecen Neus Molina, Aída Pallarés, Gema Moraleda y Rubén García, con quienes intentamos la aventura de Godot Barcelona, que coincidió, entre octubre de 2017 y enero de 2019, con la etapa más convulsa de Cataluña en lo que va de siglo. Fue bonito mientras duró. Creo que hicimos –hicieron- la mejor revista cultural catalana de aquellos escasos 15 meses. Gracias.

 

Celebrarnos a los 101 en Madrid
En junio de 2012 tuvieron lugar dos acontecimientos importantes: el lanzamiento de nuestro especial de formación artística (que ya va por su octava edición) y la organización del circuito Cactus en colaboración con la sala Kubik. La primera edición de los Premios Godoff en 2016 servia para, una vez más, reforzar nuestro apoyo a este sector y reunimos a nuestro propia Asamblea de Teatrófagos para concederlos.

Sola no puedes, con amigas sí. Tuvimos y tenemos clientes, que desembolsando un dinero que cuesta mucho ganar nos han demostrado su confianza. Y lo han hecho no sólo en la revista mensualmente y en nuestra web, sino dando su apoyo durante 8 años seguidos a nuestro proyecto de Godot Formación Artística. Gracias. Por eso, más que clientes son amigos.

 

Amigas también son las jefas y jefes de prensa de los teatros, las compañías y las salas, las taquilleras, las jefas de sala. Gracias. Amigos y cómplices como Fernando Sánchez-Cabezudo, con el que nos inventamos el primer y único Festival Cactus, allá por 2012, para contribuir a dinamizar culturalmente el barrio de Usera. Gracias. Amigos y cómplices como Jorge García Palomo, que no solo aporta las risas cada mes a la revista (también debe estar en la lista de arriba, gracias Jorge), sino que estuvo con nosotras en otra gran aventura, los Premios Godoff, con los que quisimos reconocer el trabajo de tantas personas que se dejan sangre, sudor, lágrimas, ilusiones, talentos y arte en las salas alternativas, independientes, de pequeño formato, un ecosistema riquísimo que, nos enorgullece decirlo, hemos cuidado como ningún otro medio cultural.

 

Cuando cumplimos 50 números lo celebramos reuniendo a los dramaturgos y dramaturgas de aquello que llamamos el G-21, la gente que ha escrito las primeras páginas escénicas del siglo. Porque al final son ellos, los artistas, los directores y directoras, los actores y las actrices, autoras, escenógrafas, vestuaristas, productoras, gestoras, bailarinas, coreógrafas, trapecistas, malabaristas, manipuladoras de títeres, músicas, cantantes… esas son las personas que ponen en marcha el mecanismo del que nosotras nos nutrimos. Somos parásitos –y a mucha honra- del mejor de los universos posibles: el universo de las artes escénicas. Gracias universo. Esperamos poder contarte que hemos llegado al número 202. Entretanto, sigue, mes a mes, esperando a Godot.