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Miguel P. Valiente/@MiguelPValiente
God Save The Queen
Si Billy Budd marcó el punto álgido de la temporada pasada, este año el Teatro Real nos permite profundizar en la interesantísima obra de Benjamin Britten con el estreno en Madrid de uno de sus títulos menos representados –incluso en el Reino Unido– a pesar de que su génesis tuvo que ver con un episodio histórico de gran relevancia. En efecto, en 1952 el, por entonces, recientemente creado Arts Council comisionó a Britten para componer una ópera cuyo estreno se incluyese entre los fastos de la coronación de Isabel II.
La elección de Britten para un encargo semejante no estuvo exenta de polémica. Si bien el autor de Peter Grimes (1941) se había erigido como el mejor compositor británico de la posguerra, Britten, homosexual y pacifista declarado, no compartía precisamente los valores de aquellos que veían en la composición de esta ópera una oportunidad perfecta para hacer propaganda de la pujanza militar británica o para resucitar los estereotipos de la Merrie Olde England.
El compositor y su libretista, el poeta sudafricano William Plomer, se basaron en la novela de Lytton Strachey Elisabeth and Essex: A Tragyc History (1928). Un texto que narra la inapropiada atracción de una madura Elisabeth I hacía el joven y ambicioso conde de Essex. La ópera ofrece una mirada interesante hacia la contradictoria psique de una reina atormentada, pero en la trama no hay ni rastro del triunfo sobre la Armada Invencible o los progresos en la reforma religiosa, solo un escandaloso relato que algunos críticos de la época no dudaron en calificar como difamatorio.
Con estos antecedentes no resulta extraño que el estreno en la Royal Opera House de Londres el 8 de junio de 1953 ante una audiencia de aristócratas y políticos fuese un rotundo fracaso. La polémica se extinguió con el paso del tiempo y hoy en día hay consenso en el valor musical y teatral de la pieza. De hecho, algunos de los dúos y soliloquios de la ópera se pueden incluir entre las creaciones más inspiradas del autor. Sin duda, uno de los títulos más interesantes de la temporada y, por si fuera poco, con la fabulosa Anna Caterina Antonacci defendiendo el rol principal.
