Una directora de casting en crisis, un actor en paro, un gigoló en horas bajas, dos amigas que no se entienden. Y entretanto, un descanso de media mañana, varios corazones no tan rotos, un taxi a ninguna parte, un calzoncillo en una ventana, una prueba de selección para un café y un pájaro cantante. Todo esto y más cabe en las veinticuatro horas de un día cualquiera. Basta con arriesgarse a tomar una decisión.
Dime que todo está bien es una comedia agridulce compuesta por ocho escenas que transcurren a lo largo de veinticuatro horas; un día en la vida de cinco personajes que se cruzan en las calles de una ciudad cualquiera. Con un humor ágil, fresco, basado en los diálogos, la obra se presenta como una comedia optimista sobre el desamor, la incomunicación y otros pesimismos.