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Nueva versión del clásico de Ibsen llevada a cabo por Pedro Villora, dirigida por José Gómez-Friha (Venezia Teatro) y protagonizada por Mamen Camacho, Oriol Tarrasón, Sergio Reques, Andrés Requejo, Lara Grube y Rocío León.
Escrita en 1879, Casa de muñecas lleva consigo la etiqueta de ser una obra que reclama la libertad femenina por encima de todo, aunque eso es simplificar demasiado (y no es poco), ya que esta obra constituye el perfecto alegato para reclamar la propia libertad de cualquier individuo. Henrik Ibsen reflexiona en este texto sobre la alienación del individuo en la sociedad. Por tanto, cabría denominar ‘muñecas’ tanto a Nora como a su marido Torvald, ya que este último, asumiendo su papel patriarcal, también es víctima de una sociedad dictatorial con los roles.
La corrupción, la alienación económica y social, lo absurdo de la justicia y las diferencias de clase, dan consistencia, rigor y una terrible actualidad a la obra del escritor noruego. Ibsen nos habla de la necesidad de tomar conciencia y de actuar. La indiscutible protagonista de la obra, Nora Helmer (un símbolo universal del feminismo), lo hace, actúa, y por eso se ha convertido en una heroína que traspasa la barrera del tiempo. El portazo de Nora trata de poner punto y final a una vida basada en las apariencias y las convenciones. Un portazo que resuena como un trueno y derriba los miedos. Es un portazo que abre nuevos caminos en búsqueda de la felicidad individual. Un portazo necesario ayer y hoy. Sergio Díaz
