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Carolina África y Julio Provencio. Talento en pareja

«Un espectáculo no debe morir por las inclemencias y exigencias del mercado»

 

Por Álvaro Vicente / @AlvaroMajer

 

Dos estructuras -modestas- de producción y un solo hogar. Y un bebé, que lo hace todo más meritorio. La compañía La Belloch de Carolina África vuelve con su obra Vientos de Levante, esta vez a la sala Cuarta Pared, donde se estrenó a su vez Cuando caiga la nieve, escrita por Javier Vicedo y dirigida por Julio Provencio con su compañía, Becuadro, que estará este mes en el Teatro Fernán Gómez. Todo queda en casa, nunca mejor dicho.

 

Pareja productiva la vuestra donde las haya, estáis tomando Madrid desde Embajadores hasta la misma Plaza de Colón.

CAROLINA ÁFRICA. Más bien nos está tomando Madrid a nosotros, porque madre mía…

 

Y hablando de madres, la de Julio aparece de repente, la actriz Aurora Herrero, que precisamente acaba de estar en el Teatro de La Abadía con Proyecto 43-2. Cuando yo digo que estáis tomando Madrid… (risas generalizadas)

AURORA HERRERO. Perdón, perdón, que yo me voy en seguida, que tengo bolo esta tarde.

CAROLINA ÁFRICA. Son sincronicidades bonitas, esto si lo planeas no sale, y además, nuestro hijo hubiera dicho: de qué vais.

 

En cuatro días tenemos a Sergio haciendo residencias infantiles en Matadero. Y ya fuera de bromas, ¿cómo lo hacéis?

JULIO PROVENCIO. Hasta ahora las cosas se han ido repartiendo bastante bien, cuando uno tenía más trabajo el otro estaba más relajado, pero ahora viene el rock’n’roll. Pero esta es la realidad de los que nos dedicamos a esto también, muchas tardes y noches currando sin saber muy bien qué hacer con el peque, porque la abuela también trabaja, al menos esta.

CA. Sí, nos queda la otra abuela y mi hermana. Lo bueno es que en la Cuarta Pared vamos a estar tres días por semana y yo no haré todas las funciones.

 

¿La Belloch está como productora en las dos obras?

CA. La productora que soporta sí, pero la compañía de Cuando caiga la nieve es Becuadro.

JP. Becuadro soy yo, solo que el soporte de producción lo pone La Belloch.

CA. El soporte y los dineros, cariño.

JP. Sí, los que adelantan los lirilis es La Belloch, efectivamente.

CA. También hay algo bonito, porque en pareja es difícil dedicarte a lo mismo sin tener una mínima independencia. Cada uno tiene su compañía y hay una necesidad de diferenciarnos, porque los trabajos que hacemos son diferentes y las fuentes y los estudios, los mundos de los que venimos, son muy distintos, y eso a nosotros nos da salud mental en un aspecto, es sano, y luego si nos podemos dar soporte de vida y profesional, mejor.

JP. También hemos hecho cosas juntos, como Modërna, que fue un milagrito muy chulo.

CA. Qué también fue duro, porque hasta que no estamos convencidos los dos de algo, no avanzamos. (risas)

 

Bueno, volviendo al presente. Tanto Vientos de Levante como Cuando caiga la nieve han estado ya antes en otros teatros de Madrid. ¿Eso da seguridad o inseguridad?

JP. En mi caso va a favor, me anima mucho, porque la obra se vio, pero se vio poco. La cuarta pared es una gran plataforma, única en la manera que tiene de tratar los espectáculos de dramaturgia contemporánea, pero es verdad que a veces te quedas corto allí. Ahora en el Fernán Gómez estamos en temporada, con una estabilidad que te permite tener, sobre todo, otra inercia, otro ritmo. Y como el tema de la obra es tan puramente madrileño, hay algo muy bonito de que se vea ahí, en el centro, en Colón, y tener tiempo de mostrarlo a más gente.

CA. A mí me pasan las dos cosas. Por un lado me entra el vértigo de pensar cómo generar público después de pasar por el Español y en el Galileo, y por otro lado, me entra la tranquilidad de confiar en algo que es característico de La Belloch. A nosotras nos gusta reivindicar las compañías de repertorio. Hay una inercia que te exige un espectáculo nuevo cada tanto, un estreno, teatros que si no estrenas, no entras, y hay espectáculos que han funcionado, que han tenido un público, que sabemos que se ha quedado gente con ganas de verlo, y encima Vientos de Levante es una obra que los actores quieren seguir haciendo, y yo como autora y como directora no quiero dejarla morir. Es una apuesta alta, porque sí, ya hemos estado y hay como que volver a empezar de cero ese reclamo popular, pero ahora mismo, que estamos con Verano en diciembre en otro espacio pequeño, en El Umbral de Primavera, seguimos reafirmándonos en que sigue habiendo público para estas obras y sigue habiendo otro tempo y otra mirada que no es esclava de la novedad. Un espectáculo no debe morir por las inclemencias y por las exigencias del mercado.

 

 

Carolina África y Julio Provencio. Talento en pareja en Madrid
Vientos de Levante @leloutrefotografía

 

Sucede una cosa que no es muy habitual, aunque no sepa bien por qué. Tú, Carolina, vienes de estar con dos espectáculos en el circuito de teatros grandes, públicos, pero de pronto vuelves con Verano en diciembre a una sala pequeña de Lavapiés como El umbral de primavera y con Vientos de Levante a la Cuarta Pared. Se trascienden las supuestas fronteras que hay entre los dos circuitos y esto no sucede tan a menudo, parece que una vez que sales de las salas pequeñas, ya no puedes volver a ellas. 

CA. Eso es algo que yo tengo muy claro. Me lo dicen, ¿cómo te vas con ese espectáculo ahí después de estar en el CDN? Pues porque quiero hacerlo, porque el CDN no lo vuelve a programar y porque la función sigue viva. Yo soy súper feliz estrenando mi versión de El desdén con el desdén en el Teatro de la Comedia y haciendo funciones en El umbral de primavera la misma semana. Me han llegado a decir que esto no me conviene, ¿por qué no me conviene? Mi cocina y mi manera de llegar a la gente ha sido de una manera artesanal, desde la cercanía con el público, con lo que yo voy a ir donde pueda, sin vergüenza.

JP. Desde nuestra posición tenemos que luchar contra esa inercia, que también va hacia la precariedad, de que hay que seguir haciendo, estrenando, aportando, porque también es hacia donde te llevan el tipo de subvenciones, el tipo de posibilidades que normalmente tienen los teatros… así que chapó por la salas que te permiten volver con una obra que ya ha estado en otros teatros de la ciudad, pero que todavía merecen tener más recorrido y salirse un poco de la obsesión de tener algo nuevo cada año para ver si consigues un plus, un dinero con el que pagar las deudas del anterior. Eso es meterte en una rueda que no acaba nunca.

 

Crear para la burocracia, vaya.

CA. Sí, y también es verdad que creativamente no es que nos estanquemos para vivir de las producciones, porque no dejamos de hacer cosas, pero lo haces por una necesidad creativa, no porque tengamos que justificar una subvención. El año pasado montamos Cuando caiga la nieve y este año yo seguramente voy a hacer la segunda parte de Verano en diciembre, que tenemos fecha de estreno ya en… bueno, no sé si lo puedo decir… dejémoslo en que estaremos en un teatro municipal. Así que sí, en lo creativo uno no para nunca, pero ¿por qué dejar morir un espectáculo si los actores quieren continuar y sigue teniendo tirón?

JP. Todos tendemos a la actividad, incluso a la hiperactividad, y te sientes a veces incluso un poco frustrado si no entras. A veces hablamos de compañeros que tienen mucha producción y… uff… te genera un horizonte muy angustioso. Y tener esta pausa, pensar que has creado algo que tiene su tiempo, que vive más de un año y que puede seguir evolucionando. De hecho, estoy ensayando Cuando caiga la nieve porque hay dos sustituciones y estoy disfrutando como nunca, conozco mejor la obra, podemos hablar con el feedback de un público que ya la ha visto, y la labor creativa se multiplica, no es para nada una rémora, va a más. Incluso ahora sé más qué decirle a los actores, lo tengo mucho más claro que cuando empezamos, hace dos años.

CA. Sí, y fíjate, hay una cosa de los actores tan bonita que estamos viendo cómo estimular el reclamo para que la gente venga a ver Vientos de Levante. El primer día vamos a dar un vinito… cosas para volver a entusiasmar al público, contagiar las ganas de celebrar. Luego también presentaremos la obra editada por Antígona, que está publicado hace tiempo pero nunca hicimos presentación en un teatro. Vendrá Bárbara Lennie a la presentación, porque la obra tiene algo de autoficción, ahora que están tan de moda las autoficciones, y yo me fui un verano a Cádiz a ver a mi amiga Pepa que trabaja en un centro psiquiátrico y en un hospital de paliativos, y fue un verano muy intenso, y fuimos al concierto de Silvia Pérez Cruz y Bárbara se vino a pasar unos días de vacaciones y estuvo en ese concierto con el que se cierra la obra. Queremos que sea un paso por la Cuarta Pared muy festivo, en definitiva, y que la gente venga, claro, porque no es verdad que no necesitemos el dinero. (risas)

 

Carolina África y Julio Provencio. Talento en pareja en Madrid
Fernando Delgado en Cuando caiga la nieve

 

Y vas con la tranquilidad de que no tienes que demostrar nada, porque Vientos de Levante, además de estar más que demostrada su calidad, genera cosas en el público muy fuertes.

CA. Sí, fue ganar el Certamen de Torrejón de directoras de escena, que justo di a luz unos días antes, y ya no hicimos más funciones. Así que dijimos, oye, si esto ha ganado el Certamen de Torrejón, vamos a seguir. Y hubo una apuesta grupal, de la compañía, de los actores, sabiendo que todos tenemos otros trabajos, claro, pero dices, bueno, si esto no sale bien, por lo menos nos damos el gustazo de volver con algo que nos apetece, que queremos esa comunión con el público desde un lado festivo.

 

 

Sucede que tanto Julio como yo estamos leyendo un mismo libro en estos momentos, El entusiasmo, de Remedios Zafra. Esto da pie para introducir una reflexión sobre trabajar por el entusiasmo, por la ilusión, sin percatarnos a veces de cómo perpetuamos sistemas de trabajo precarios gracias este impulso ingobernable de los artistas que necesitan hacer, aún por encima de su economía personal o incluso poniéndola en riesgo. Y el libro de Remedios Zafra habla de cómo esta inercia se ha generalizado y se ha asentado con la crisis en casi todos los ámbitos de la actividad cultural. Precariedad en el teatro ha habido, no sé si siempre, pero en las últimas décadas desde luego, desde que trabajamos con los sistemas de producción actuales. Hay mucha gente que no puede vivir de esto que es su pasión y su trabajo y, lejos de ser normal, como se dice tantas veces, es una anomalía tremenda. Dejamos ahí la reflexión y seguimos con la entrevista. 

 

 

En este contexto de vuelta a la cartelera de estas obras, habladme de ellas, contadme sobre la luminosidad de Vientos de Levante y sobre esa cosa tragicómica y deshumanizada de Cuando caiga la nieve.

JP. Para un espectador madrileño, Cuando caiga la nieve es un encuentro sorprendente, y en la sorpresa hay algo de risa y de desvelamiento de cómo somos y cómo nos desenvolvemos en la ciudad de hoy, en el Madrid de hoy. Javier Vicedo, el autor, tiene la capacidad como no madrileño que es de analizar muy bien y escoger perfectamente cuatro ejemplos que desde su realidad a priori anodina, te están retratando, de alguna manera reflejan dónde nos movemos, cómo actuamos ante ciertas cosas que nos ocurren en el día a día. El otro día en un ensayo de pronto todos, siendo uno mexicano, el otro de aquí de toda la vida, etc., nos pusimos a contar cosas muy parecidas a lo que cuenta la obra, y no es solo por el reflejo de lo que has vivido, sino por la manera en la que acabamos digiriendo nuestra realidad cotidiana. Cuando caiga la nieve al final lo que hace es lanzar una piedrecita a una serie de inercias urbanas y ver qué pasa. Es una especie de experimento para ver qué ocurre. Y de lo que te das cuenta es que con una pequeña piedrecita que te despierte, se da la vuelta la vida de esas cuatro personas y empiezas a ver y analizar por qué vives tu vida de la manera en la que la vives. Todo esto con mucha comedia, mucha risa macabra de por medio, pero también con una fuerte esperanza, la esperanza de que a pesar de todos los círculos en los que nos movemos a diario, siempre existe la posibilidad de salir, de echar un vistazo distinto al mundo en el que vivimos. Ahí te lo dejo, Carol.

CA. Me toca. Me ha gustado mucho que hayas dicho lo de la luminosidad, sabiendo que esta obra está relacionada con la enfermedad mental. Lo que más le llega al público de Vientos de Levante es ese canto a la vida reconocible, ese momento en el que la vida te puede atravesar por circunstancias dolorosas, pero depende de ti arañar los momentos de felicidad. El otro día en uno de esos poemas que hay en los pasos de peatones de Madrid leí uno que decía “Vivir no es durar”. Y eso es lo que hacen los personajes de la función, sobre todo en el caso del enfermo de ELA. Al margen de las circunstancias y de todo eso que no queremos ver, como estas enfermedades, hay algo amable que te hace poder llegar a un núcleo en el que todo el mundo se va a reconocer y todo el mundo va a salir con ganas de brindar con la gente que quiere. Es una cosa muy del verano. A veces decimos que el arte no sirve para nada, como no sirve para nada contemplar una puesta de sol en verano con un vino en la mano, pero es maravilloso, y esta función apela a eso, a rescatar esos momentos que pueden parecer inútiles pero que son maravillosos y que nos reconozcamos en las diferencias con la familia, que a veces parecen irreconciliables, parece que algo nos ha unido a fuego para que te quieras, y te quieres, aunque te duelas. El espectador se va a ver reconocido ahí, en lazos familiares, en lazos afectivos, en dolores y en cantos a la vida y salir de ahí con ganas de vivirla.

 

https://www.youtube.com/watch?time_continue=1&v=VHKhR2QoyXU

 

¿Hay vasos comunicantes entre las dos obras?

JP. Hay una frase que dice uno de los personajes de Cuando caiga la nieve que creo que habla muy bien de las dos obras. Está el hombre sin cabeza, que es uno de estos artistas callejeros disfrazados que te encuentras por Madrid, que criticando a uno que se lleva toda la pasta, ese otro le dice: «desafiamos la realidad y eso es lo que desea todo el mundo, por eso a mí me dan dinero, porque desafiamos la realidad». Y yo les decía a los actores que desde su pequeñísima cápsula de vida que tienen los cuatro personajes de la obra, de alguna manera lo que intentan, y eso es lo apasionante de esta obra, es desafiar la realidad, desafiar aquellas inercias de las que continuamente queremos salir pero que continuamente estamos entrando. Y eso es algo que también tienen los personajes de Vientos de Levante, ahí Carolina se enfrenta a lugares que sin querer nos llevan a cosas estancas, a tópicos, que si el enfermo de ELA, es una cosa muy dura, se debe vivir de una cierta manera, y de repente se abren esas compuertas, se liberan, y hay unos vínculos que les hacen desafiar la realidad que les toca. Yo creo que todos los personajes, los de las dos obras, desafían la realidad que les toca y eso es lo bonito para el público que vaya a verlos.

CA. Otro vaso comunicante que veo es la relación entre la muerte y la vida y cómo algo que a priori nos da miedo y queremos tapar, la muerte, puede ser divertido, en un punto, aunque sea a partir de una risa macabra o amarga, o algunos comentarios de Sebas en Vientos de Levante, que te hace ver la muerte desde una óptica diferente y la realidad de la vida también desde una óptica diferente. Porque vivir metido en esa inercia centrifugadora de Madrid, ¿es vivir? ¿Es vivir cuando te han desahuciado y tienes el espacio para vivir, que es algo que se ve en las dos obras? Todos afrontamos la muerte como una cosa trágica y de pronto aquí hay una situación tan rocambolesca como ese robo de unas cenizas, la muerte viaja de mano en mano provocando situaciones que al espectador le generan una risa incómoda, una risa de la que se avergüencen un segundo después, y eso ocurre también con ciertos comentarios en Vientos de Levante. Tanto la relación con la vida como con la muerte, en las dos obras, rompen las ópticas normativas.

 

Volviendo al hogar, me asalta una curiosidad. Cuando volvéis a casa cada uno de lo suyo, os habláis de lo que estáis haciendo, de lo que ha pasado, cómo ha salido esta función, cómo ha ido el ensayo, estoy atascada en una escena, etc, etc… 

CA. Pues me gustaría poder hacerlo más, pero no te creas que tenemos tiempo. Por un lado, dices, bien, cada uno se juega sus cartas por su lado, pero me hubiera encantado que, por ejemplo, Julio hubiera podido leer la versión de El desdén con el desdén antes del estreno, y no pudo ser, no ha tenido tiempo. Yo vi Cuando caiga la nieve el día del estreno, no pude ir ni a un ensayo. Por supuesto, hablamos mucho, pero para mí es tan enriquecedor lo que aprendo de él que a veces echo en falta el tiempo para poder hacerlo más, porque hay feedback pero muchas veces llega ya cuando está todo el pescado vendido. Espero que esto no sea siempre así.

JP. Es complejo, porque además de los procesos creativos estás con los procesos ganapanes, los que te dan de comer, en paralelo, y es muy complicado muchas veces ponerse en los zapatos del otro desde un lugar realmente productivo. Sí que nos preguntamos cosas puntuales, ¿crees que este personaje diría esto así? Y a mí me sirve mucho, o ella me pide que me lea tal párrafo, crees que encaja o no… Pero una entrada global del uno en el proceso del otro nos cuesta, nos falta tiempo.

CA. También eso nos da cierta autonomía, pero es verdad que un día vuelves a casa agotada o has tenido un ensayo de mierda, y reconforta. Igual que el día que ha sido maravilloso, es bonito llegar a casa y brindar con un vino.

JP. Tenemos la suerte de saber qué decirnos, porque si curras en cosas muy distintas seguramente no sabes quizás cómo ayudar al otro del todo. Y sí, no poder hacerlo al 100% igual tiene su cosa sana, estar al 100% metido en lo del otro, pero sabemos como ayudarnos.

CA. Sabemos cómo ayudarnos y sabemos pedirnos perdón cuando pinchamos el globo del otro, porque eso también nos ha pasado. Nos sostenemos y nos pinchamos globos también, esto es así. Y luego todo esto con un niño por aquí.

 

Qué me vais a contar. Me gusta esto de saber pedirse perdón cuando se pinchan los globos del otro. Me lo quedo. Es un gusto sentirse cercano y querido por esta maravillosa pareja. Ahí los dejo, el uno sigue con la colada, la otra marcha a buscar a Sergio a la guardería. La vida sigue. Y hay que seguir celebrándola. 

 

 

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