El perro más teatrero nos ofrece sus impresiones para la nueva temporada que se nos avecina. [entradilla]

 

 

Por estas fechas y hasta que llega septiembre (y con él, el comienzo de la temporada teatral), me veo abrumadoramente bombardeado por un sinfín de clásicos veraniegos. (Por cierto, anuncio aquí que voy a organizar yo este verano un festival de teatro grecorromano en mi balcón, con el público abajo, y vendrán las mejores compañías y los mejores directores y actores, y el criterio de quién es el mejor lo pondré yo, claro, que para eso es mi balcón…) Y a finales de junio siempre estoy muy impaciente por leer los avances de programación de los teatros públicos para la siguiente temporada… Canal, María Guerrero, Valle Inclán, Español, Matadero, Fernán Gómez, Zarzuela, Clásico… Aunque a veces esa impaciencia se trastoca en un sentimiento difícil de definir, al leer las programaciones… Cuando miro los listados de obras, directores, compañías, etc., percibo algo raro… Siempre hay algunas novedades que me gustan, como por ejemplo que este año los Escritos en la Escena del CDN ya no se van a mostrar únicamente durante 10 días, sino un mes (aunque seguirán escondidos en el sótano del María Guerrero), y que las compañías en el Teatro Español supuestamente ya no van a ir a taquilla sino a caché, y que la programación del Matadero va a ser muy interesante a pesar de todos los manifiestos que decida firmar ese gran teatrero que es Joaquín Sabina… Pero junto a estas novedades, me doy cuenta de que todos los teatros van a iniciar o a concluir sus intercambios de cromos (“yo te programo a ti en mi festival de verano y tú me programas a mí en tu teatro público en invierno”), que los autores españoles vuelven a estar representados por Lorca (cuando no por un texto acerca de la búsqueda de los cordones de las zapatillas que perdió Lorca un día que iba a…), que el director de siempre dirige de nuevo lo mismo de siempre (aunque se lo haya ganado tras sus 137 años de carrera)…

 

Así que leo las programaciones y siento un déjà vu. Pero, eso sí, voy a aprovechar para pediros una cosa, tras leer esas temporadas tan majas que os han quedado: ya programéis artes vivas, o teatro-teatro, o teatro de texto, o teatro del bueno, libradnos de los truños que atentan contra nuestra salud mental y contra vuestra pervivencia.

 

Y por último, os quiero advertir de algo que quizá no se cumpla, pero no lo puedo evitar: el día que este perro, yo, tenga poder, ya veríais la de manifiestos que Sabina iba a firmar contra mí, que si este perro es un bocazas, que si este perro se inmiscuye en las presentaciones de la temporada y se come todos los canapés, que si este perro sabe demasiado…

 

Feliz verano, saludos a Sabina si le veis por ahí firmando manifiestos, y hasta septiembre.

 

Por nico guau

Ilustración de Daviz García García